Nuevo comienzo.

1.6K 206 23
                                    


— No quiero ir al instituto— negó rotundamente, decidido, hablando firmemente sobre lo que quería o no por primera vez frente a su madre y padrastro (más papá que padrastro).

Inko y Toshinori se miraron preocupados— Pero, cariño, tienes que— no terminó de hablar, pues una mano grande y áspera acarició su hombro.

— Sólo le quedan dos años, Inko— dijo el jefe de policía e investigación, encogiéndose de hombros con una leve sonrisa comprensiva.

— Pero—

— Puedo estudiar en casa— ofertó Izuku, sin dejar acabar a su asustadiza madre.

Ella no miró por largos segundos con el cejo fruncido y los labios vueltos en una fina línea.

— Los profesores particulares cuestan mucho, Izuku, y no quiero molestar a Yagi— explicó, negándose a la idea.

El nombrado intentó hablar, pero enseguida fue interrumpido por el peliverde.

— Lo sé— admitió, asintiendo con un semblante sumamente serio—. Pero sabes que no necesito realmente de profesores para estudiar— dijo, restándole importancia a la enseñanza particular de cualquier profesional—. Sabes que puedo estudiar por mi cuenta, y también sabes que sería mucho más sencillo... Además, te haría compañía constantemente— agregó esto último. Su madre siempre se sentía demasiado ansiosa cuando estaba sola por mucho tiempo, pero no le gustaba demasiado salir para distraerse, así que siempre que Yagi o él llegaban a casa ella corría a abrazarlos. Y la casa siempre olía a limpio.

Sus ojos verdes se iluminaron. Era cierto. Si su hijo se quedaba, ella se sentiría más cómoda y a gusto en ese extraño y nuevo país.

Toshinori también parecía estar de acuerdo con lo que su hijo decía. No quería que su mujer, aquella de la que se enamoró pese a tener un niño desde tan joven, viviera tanto estrés por la soledad.

— Tiene razón, Inko— suspiró, abrazando a su esposa por la cintura, atrayéndola un poco más hacia sí.

La mujer de pelo verde bajó la mirada, sopesando tal posibilidad. De hecho, habían varios puntos a favor. No quería que su hijo sufriera de bullying en una ciudad nueva, y tampoco quería estar tanto tiempo sola. Era lo más... Adecuado.

— ¿Estás... seguro que podrás estudiar por ti mismo?— preguntó preocupada por la educación de su pequeño, pero él solo sonrió dulcemente para tranquilizarla.

— Claro que sí, mamá. Será como si un pez nadara en el agua— intentó bromear. Su madre rió suavemente, y su padre sonrió al verlos a ambos menos tensos.

— Está bien entonces, Izuku. Voy a confiar en tí. Ah, pero ¿No necesitas haber terminado el instituto para asistir a la universidad?— cuestionó, encontrando así una nueva preocupación.

— Oh, no te preocupes por eso, Inko. Yo me encargaré— dijo el rubio de ojos azules, inflando el pecho musculoso con orgullo.

— Lo que hacen las influencias...

— Las conexiones son benditas, joven Midoriya, especialmente en la actualidad.

— ... Claro— murmuró, sonriendo y apartando la mirada.

Serán muy valiosas y todo, pero dudaba poder tener alguna conexión buena algún día.

Todos se pusieron en pie, dispuestos a desempacar todo. Izuku soltó un par de quejidos al estirarse, aún dolían las heridas hechas por el pelicenizo. Después de todo, sólo había pasado al menos un día y medio. Su débil cuerpo necesitaba de más tiempo para sanar.

Amado, DeseadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora