La promesa.

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Su mente no podía dejar de estar en las nubes, pues su único pensamiento se enfocaba en si el peliverde que había conquistado su corazón con genuina dulzura estaba realmente bien.

No podía dejar de cuestionarse el qué sucedió como para que Mirio, quién siempre ha sido una de las personas más puntuales que haya conocido, dijera que no podrían reunirse por un "problema". ¿Qué clase de problema le impediría llegar al punto de encuentro? ¿A la cita doble que no era exactamente una cita doble?

Inquieto, tomó su celular dispuesto a llamar a Midoriya. La preocupación que se reflejaba en su rostro no pasó desapercibida por Amajiki.

— Es mejor que no lo llames aún, Todoroki— le impidió seguir marcando el número del peliverde con una de sus manos cubriendo la pantalla del celular.

— Pero-

— Serás al primero que llame cuando se sienta bien. Lo mejor ahora es que vayas a casa y esperes su llamada. No le insistas si lo que quiere es estar incomunicado un par de días. ¿Sí?— habló suavemente, como solía hacer casi todo el tiempo.

Sin embargo una sonrisa angustiada también surcó su rostro. Tenía miedo por sea lo que sea que le hubiera ocurrido a Mirio, y al pequeño chico peliverde al que le había tomado tanto cariño. Era como su hermano menor, y por eso no podía evitar sentirse igual de preocupado que el semi albino.

Todoroki apretó los labios y asintió simplemente, bajando la mirada y apretando los puños. Se sentía impotente, otra vez, al no poder hacer nada por la persona que tanto quería en y para su vida.

Quería gritar, correr a donde sea que se encontrara Izuku Midoriya, abrazarlo y decirle que todo iba a estar bien. Apoyarlo. Hacerle sentir que no estaba solo, que él siempre estaría a su lado. Sólo... Quería estar a su lado...

Su celular vibró levemente al activar cierta aplicación que conectaba su teléfono con el del peliverde. Aplicación que había instalado en secreto del mismo, conectando su celular con el de Izuku para saber cuando estaba cerca y dónde exactamente. Podría considerarse acoso... Pero la necesidad de buscarlo y encontrarse con él "casualmente" a veces era demasiada.

Se fijó en el lugar y notó que estaba más cerca de lo que creía. La inseguridad e indecisión hicieron mella en su cuerpo. ¿Era buena idea ir? ¿Y si Izuku no quería verlo? ¿Y si realmente estaba bien, pero no quería contactarse con nadie? ¿Pero y si por el contrario tenía miedo y estaba asustado? ¿Se daría cuenta que tenía esa aplicación? ¿Se enojaría si lo descubriera?

No sabía la respuesta a muchas de esas preguntas, pero de lo que sí estaba seguro es que tenía que estar al lado de Izuku.

— Lo siento, Amajiki. Pero tengo que encontrar a Izuku. Necesito ir con Izuku— dijo con urgencia y luego sólo comenzó a correr, mirando su celular de vez en vez para comprobar el lugar a donde debía de ir.

Tamaki suspiró y fijó sus ojos en el cielo. Sonrió con nostalgia. Mirio también suele hacer eso. Ir en su búsqueda aunque no quisiera estar con alguien, abrazarlo y repartir besos por todo su rostro si es que se encontraba sumido en la desesperación, en el miedo o en la tristeza por alguna razón que él mismo llegaba a desconocer algunas veces.

Amaba a Mirio, de eso no tenía la menor duda. Pero sabía que si Mirio necesitaba de ayuda la pediría, sabía que si él lo necesitara iría a buscarlo para encogerse entre sus brazos como si fuera un bebé desesperado.

Ese no era el momento adecuado para ir por la persona que más amaba, sólo ocasionaría que él se quebrara en público, viéndose vulnerable y expuesto, y sabía mejor que nadie que eso era lo que menos desearía. Además, podrían descubrir su debilidad y usarlo después para... Algún objetivo malvado.

Amado, DeseadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora