Visita a la agencia Dynamight

227 29 0
                                    

Izuku.

El sol sale y se desplaza tras la gran montaña, los pájaros cantan y las personas celebran. Pero yo solo lloro. Y no puedo hacer más que soltar lágrimas amargas mientras sostengo la helada mano de alguien importante. 

Tengo heridas y moretones por doquier, mis costillas arden dolorosamente, pero la opresión en mi pecho es aún más sofocante. 

Una campana suena a lo lejos, como anunciando la pérdida de una buena y dulce alma.

Unos brazos me rodean firmemente, tratando consolarme. 

—  Se ha ido...— sollozo aterrado, besando la ensangrentada mano pálida entre mis manos.

Siento mi hombro húmedo. Otro par de brazos me rodea, luego otro, y otro más.  

Me desespero y me deshago de todos esos abrazos, y me lanzo al cuerpo inerte en el césped. Grito y maldigo a todos, mi garganta se desgarra y un agudo dolor me consume todo el cuerpo. Un dolor que no es físico. Un dolor que no se puede curar con nada.

Alguien me susurra al oído, y me paralizo, y observo desorientado mi alrededor. Todos están llorando. Mi mundo se detiene, porque él está muerto también. Mi papá me abraza fuertemente, como si temiera que en cualquier momento me fuera a caer a pedacitos, me oculta entre su pecho y acaricia con mano temblorosa mi cabello. 

Imágenes de un pasado dulce  atacan mi memoria, de un futuro que pudo ser y que jamás se cumplió, de promesas rotas, de sueños terminados. 

Veo a un alguien buscar desesperadamente a otra persona, y al igual que yo se petrifica en su lugar. Sube lentamente una mano para cubrirse la boca y cae de rodillas, llorando desconsoladamente.

Grita. Se retuerce en el suelo. Se desmaya.

Y yo me pierdo en la locura.

...

Me levanté agitado luego de ese turbio sueño, con la garganta seca y doliendo. Mi pecho sube y baja, porque estoy tan asustado de ese sueño que se sintió tan real...

Alguien toca mi puerta 3 veces, y quiero decir "adelante", mas no consigo sacar palabra alguna de mi boca.

La puerta se abre y mi mamá entra cautelosa, la preocupación desbordando de sus orbes verdes al verme. Y yo, confundido, me llevo las manos al rostro, tocando en él un líquido que aparentemente provenía de mis ojos.

Extrañado miro de nuevo a mi madre, quien se acerca rápidamente a mí a abrazarme. Un sollozo sale de mis labios y, aterrorizado, me aferro a ella como si de eso dependiera mi vida.

Ese sueño había sido ridículamente realista, sentí cada emoción como si en realidad hubiera pasado.

— Oh, Izu... ¿Estás bien? ¿Qué sucedió? Creí que estabas bien...— susurró tenue mi mamá, trazando caricias de arriba a abajo en mi espalda, consolandome.

Pasé saliva difícilmente y cerré con fuerza los párpados, incapaz de saber cómo hablar de nuevo, cómo calmar el corazón angustiado de mi mamá.

— Es...— mi voz salió rasposa, así que carraspeé un poco para aclararla—. Estoy bien, mamá. Solo... Tuve una pesadilla...— no sabía con quién había soñado, qué personas eran las que me rodeaban además de papá Yagi, pero aun así seguía doliendo horrores.

Mamá suspiró aliviada. No había sido una crisis la razón de mi llanto, por fortuna, pero ese sueño podría despertar un indescriptible miedo en el futuro.

Amado, DeseadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora