Pelea y confesión.

112 9 0
                                    


Izuku.

Sangre salpicando en todas partes, rostros y nudillos sumidos en ese tono carmesí. Los golpes iban y venían, en algunos momentos Todoroki tomaba la ventana y otras era Bakugo quien lo hacía.

¿Y yo? Yo no podía moverme. Estaba paralizado por el miedo.

Debería ya estar acostumbrado a la violencia, a ver sangre. Pero...

— ¡DETENTE!— gritó él chico rubio.

— ¡BAKUGO, YA BASTA!— exclamó uno pelirrojo.

Mientras yo seguía viendo, queriendo ayudar pero sintiéndome estúpidamente incapaz.

Alguien me tocó el hombro, y por instinto me sobresalté. Volteé a ver a la persona y era el chico alto y bonito de pelo negro que me sonreía amablemente, ofreciéndome mi ropa.

Lo miré a él y mis prendas por un rato, pasando del uno al otro repetidas veces. Entonces, sonrojado, las tomé.

— Gracias— mencioné con voz ronca y baja.

Él asintió, y me ofreció su mano para que pudiera bajar del escritorio. Se quitó su chaqueta y me cubrió con ella para poder vestirme. Sonreí agradecido y apenado, intentando hacerlo lo más rápido posible para ir a ayudar, aunque la chica de pelo rosa, el rubio y el pelirrojo ya estaban consiguiendo que el ambiente se tranquilizara.

Pero creo que es más porque están cansados. De lo contrario, podrían seguir todo el día.

— Eres un maldito hipócrita abusivo y descarado— espetó Todoroki con notorio desagrado.

Bakugo le dió su usual sonrisa burlona—. ¿Quién lo dice? ¿El que nunca ha sido correspondido?

Abrí la boca y fruncí el entrecejo, indignado y listo para contestar, pero Todoroki se adelantó.

— Sé mejor que nadie que Izuku siempre se ha sentido atraído por usted, señor Bakugo, pero actualmente esa atracción solo es sexual. Y, ¿a que no adivina?— su sonrisa retorcida me dejó sin palabras—. Eso ya sucedió— contestó, la burla en todo su rostro, una expresión tan ajena a él que me hizo cuestionarme si era o no el verdadero Todoroki.

La ira de Bakugo incrementó, y lo ví listo para lanzarse de nuevo contra Todoroki. Y fue cuando decidí intervenir finalmente. Necesitaba ir a casa, descansar y pensar en todo lo que había pasado este día.

— Es suficiente, Bakugo— digo firmemente, colocándome en medio de ambos y dándole una mirada a Todoroki para que se levantara, sin embargo... La frialdad que ví en sus ojos hizo mi pecho doler.

— Ja— rió sin gracia—. Vete, lárgate. No eres más que una jodida zo-— antes que pudiera terminar, le dí una patada en la mandíbula que lo obligó a caer sobre su costado, acarciándose el lugar lastimado.

— Pensé, por un momento, que podríamos llevarnos bien como en los viejos tiempos. Pensé en darte una oportunidad, pero... Jah. Un imbécil siempre será un imbécil, y los sentimientos siempre van a cambiar. Buscaremos otro socio para llevar a cabo esta misión, usted ya no es necesario. Tenga buena noche— concluí.

Me disculpé con la mirada con los amigos de Bakugo, y salí. Ví a Todoroki esperándome, pero lo esquivé porque no sabía qué hacer o decirle. Simplemente seguí mi camino, con él detrás de mí.

Mi respiración comenzaba a volverse errática, otra vez, y el desespero que me invadía era más y más grande.

— Izuku— me llamó, no le hice caso y continué.

Salimos de la agencia, él seguía llamándome pero solo lo escuchaba más lejos con cada segundo que pasaba. Había multitud de gente, mis hombros chocaban aquí y allá con transeúntes. Los llamados de Todoroki se hacían lejanos, ya no podía escucharlos.

Amado, DeseadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora