Capítulo 8: Bésame.

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*Kenta*

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*Kenta*

Ya de vuelta en la mansión, eran las 7:30 de la noche y mi encuentro con Aizome sería a las 8:30. Tenía unos 30 minutos para prepararme y encontrarnos, pues era como media hora de camino. Obvio, rotundamente me negué a que me viniese a buscar, por eso habíamos quedado en otro lugar.

Goshi caminaba a mi lado y al primero que ví fue a mi traicionero hermanito. No se me había olvidado que gracias a él tendría que soportar al alfa idiota.

¿A quién quieres engañar? Muy bien pudiste declinar ante la oferta y no lo hiciste, así que no te hagas!!!

¿Saben qué? Odio a mi conciencia.

Caminé hasta mi alegre hermano menor, que por algún motivo sonreía más de lo habitual.

– Kenta-nii!! ¿Qué tal el día?

Lo miré con cara de no te hagas el tonto que reconoció rápidamente y dijo:

– Por si acaso... Lo siento...

Suspiré – Sabes demasiado. – Acaricié su cabello desordenándolo en el acto. – Mi día estuvo como siempre y ¿tú?

– De maravilla!! – soltó con una radiante sonrisa.

Reí – Ya veo, te noto muy feliz... Eso es bueno.

Realmente me alegraba que aunque sea él fuera feliz.

– ¿Cenaremos juntos? – preguntó con esa linda carita que tiene mi adorado diablito.

– No, hoy saldré a cenar fuera.

Vi como sonrió de manera pícara, no dudo que supiera de los movimientos de su ahora gran amigo Kazuna.

– Jeje con Kazuna eh?

Garraspeé y asentí. Sin más, Ayato se despidió y yo caminé hasta mi cuarto pero antes de entrar Goshi me tomó de la mano y soltó:

– ¿En serio saldrás con él?

– Sí – fue lo único que dije para volver abrir la puerta.

– ¿Estás de broma no? – bufó molesto.

A ver, a ver Goshi, me estás colmando la paciencia, solté con fuerza su agarre y comenté:

– Yo no bromeo, si dije que voy a salir a cenar o lo que sea es en serio y lo que haga me parece que no te lo tengo que explicar.

Vi como frunció el ceño y furioso dijo:

– Cuídate de él, no me parece alguien muy fiable.

– Eso lo decido yo.

Sin más, abrí la puerta y al entrar la cerré en su puta cara. Goshi a veces me colmaba la paciencia con sus escenitas de celos, yo lo quiero mucho pero hay momentos que es insoportable. Sin demorar más me despojé de la ropa y entré al baño. El agua caía por mi piel y me permití pensar en la persona que vería en menos de una hora.

Obedece alfa.《Completa》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora