Nakahara Kenta un frío y agresivo omega que desprecia a los alfas que abusan de su género, conoce por temas de negocios al traficante de armas Aizome Kazuna, un alfa que tras no encontar a su pareja destinada decide simplemente divertirse con quién...
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*Kazuna*
Hace una hora
No lo había encontrado...
Había buscado en todas partes, no estaba en los omegas que se subastarían, ni en los compradores, había revisado también en los empleados pero nada. No estaba en ningún lugar. A Ray tampoco lo había vuelto a encontrar y en estos momentos extraño a Hikaru... Seguro que sabría donde están todos.
La noche recién empezaba y todos estarían en la espera de la subasta, el mar tranquilo junto a la suave brisa batía mi cabello y la desesperación empezaba a rodearme.
Había otro problema... Mi padre estaba aquí... Y lo sabía, desde el momento que averigüé sobre la subasta sabía que Alonzo D' Ángelo estaría aquí. Había odiado tanto a mi progenitor que incluso cambié mi nombre y apellido, no quería que nada nos relacionara. Desde que utilizó a su antojo a mi madre le había tomado tanto odio, haciéndome escapar de Italia en el momento que mamá había sido asesinada, era solo un niño, pero fue un alivio conocer a Hikaru y juntos crecer a pesar de las dificultades que pasamos: hambre, nesecidad, noches frías, golpes de matones, huesos rotos, pero al final habíamos vencido todo eso.
A poca distancia vi a ese alfa que tanto odiaba y rápidamente me escondí no sin antes notar que mis manos temblaban... Le temía... Eso era algo que aún no superaba. El alfa junto a otros hombres caminó con arrogancia hacia la parte trasera del crucero y me debatí si en seguirlo o no. Mis manos sudaban y mi cuerpo tiritaba, pero cerré mis ojos y suspiré, tengo que hacerlo, tengo que hacerlo, me dije una y otra vez y con determinación los comencé a perseguir.
Al llegar a su destino vi como mi progenitor se encontró con otro hombre y al ver ese porte y esos ojos azules supe quien era: Nakahara Natsuo. Estaba aquí también. Eso solo me decía algo... Aquí habría una batalla, eso era más que seguro, si Ken estaba aquí y Natsuo también, sin duda la sangre y la muerte se tomarían de la mano.
Casi aguantando la respiración me acerqué un poco más sin ser notado por los guardias y logré escuchar parte de su conversación.
– Ni se te ocurra matarlo, sabes que se parece mucho a Lea y lo quiero. – dijo Alonzo.
Natsuo frunció el ceño y negó – ¿Dejarlo vivo solo para que te diviertas? No, si está aquí lo mataré con mis propias manos, no sabes cuanto tiempo me a tomado tenderle esta trampa – Apretó los dientes mientras murmuró – Siempre me quitó todo, es hora de que yo lo erradique totalmente.
Mi padre sonrió – Si lo convierto en mi mascota me aseguraré de que no te vuelva a molestar.
– Ese omega está loco, él conseguiría escapar, lo a hecho miles de veces no lo subestimes... – se quedó pensativo – es más peligroso de lo que te imaginas. Así que si tenemos la oportunidad es mejor matarlo y recuerda que tu hijo-
