Llantos

214 24 7
                                    


Narra Paulina. 

Luego de tomar una ducha me aliste para dejar a los niños con Rosario, la fiebre bajo y estarían mejor en casa y relajados. Me lleve a mi niño conmigo que lo veía mucho mejor y contento. En la florería me topé con Claudio y Elena, no sé en qué andarán esos dos pero por lo menos me ayudaron con mi bebé

En el almuerzo mi madre me comentó que no me veía nada bien. Había bajado 7 kilos en unos días, estaba ojerosa y apenas comía, no era porque no quisiera era porque no me sentía bien, cada que intentaba poner un bocado mi estómago ardía, tal vez debía de ir al médico. Ellos no sabían absolutamente nada de mi separación, creían que María José trabajaba mucho y por eso no venía por mi. Lo mismo sucedía con mi papá cuando seriamente me pregunto porque María José iba tan seguido a su casa de soltera "es para estar tranquila, es un estudio" mi papá no me creyó, sumado a mi aspecto físico, él estaba sumamente enojado con ella. Tampoco volvimos a hacer cenas por los meses de mi bebé que cumplirá cinco en breve. Lloraba por momentos al acordarme lo que era realmente lo que me hacía mal. Mi madre me descubrió algunas veces pero se hizo la tonta. Es por eso que comencé a maquillarme, las ojeras no se iban con nada y mi ropa me quedaba suelta, intenté ponerme mejor, iría al médico, últimamente encontraba huecos en mi cuero cabelludo.

Una señora vino a tarde por un pedido, fui con el cochecito a recibirla y entregarle el pedido, hasta que lo vi. Carlos entró a la florería con su misma risa burlona y se acercó a mi bebé. Sin generar escándalos, saludé a la señora y cuando ella se fue me sulfure

- ¿Qué haces aquí?

- Solo quería saber cómo estabas y no me equivoqué en venir, ¡mira cómo te ves!

- Déjame en paz.

- ¿Qué pasa? Tu mujer no te da lo que quieres o no espera ya te dejo de nuevo

- Carlos vete, ¿Cómo sabes eso? Nos observas verdad

- Lo único que sé es que conmigo esto no te pasaría, estaría con los niños ahora cuidándolos y con este hermoso bebé. Tu serías mi prioridad.

- Déjanos en paz por dios.

Se apoyó contra mi y producto de mi debilidad me era difícil correrlo. Sentí una electricidad cuando me tocó, no era positiva, al contrario quería golpearlo y matarlos con mis manos.

- Déjame tranquila Carlos por favor

En ese instante entró Diego a la florería y vio seguramente mi cara de pánico

- Carlos suéltalos o llamo a la policía

- Te llamaré esta noche

Me soltó y yo abracé a Diego

- te juro que lo mataría con mis propias manos.

Me senté en mi sillón luego de un día largo y complejo con los pechos estallados, comencé a darle de comer a mi niño. Decidí que María José no se lo llevaría a dormir con ella, me valía lo que le importara o si lo extrañaba, ella decidió irse de aquí. Hoy había pasado a buscar a los gemelos luego de la noche terrible que tuvimos y ellos se encontraban muy animados por alguna razón que yo desconocía. Apenas lo pude dormir me levanté para acomodarlo y un mareo me inundó y me hizo tambalear. Me he sentido muy extraña últimamente. Me imaginé que era mi debilidad, el ardor en mi estómago hacía que comiera poco, pero no tan poco para no generar leche, pero si me veía muy delgada. Mi mamá me lo recordaba a diario, que había bajado mucho de peso y que era mejor ir y checar que todo siga bien.

Pero ya ni al caso. Cuando me senté me senté sillón seguí algo inestable, por ende me dirigí a buscar alguna patilla que me aliviara esto y no pude caminar mucho porque vomité en el medio del pasillo. Todo mi almuerzo se había ido ahí. Rosario se acercó rápido a mi y me ayudó a acostarme. Le rogué que dejara todo pero no, insistió en llamar al médico

Siempre serás tu Donde viven las historias. Descúbrelo ahora