Capítulo 4: La propuesta.

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Despertó a causa de la sensación nauseabunda arremolinandose en su estómago. Las articulaciones de sus brazos dolían.

Tic tac.

Sus ojos pesaron antes de abrirse y adaptarse lentamente al panorama. Estaba arrodillado en medio de una habitación amplia, con paredes negras y ninguna luz a excepción de un reflector posicionado frente a él.

Tic tac.

Tic tac.

Entre él y el reflector, la silueta de dos hombres se proyectaba creando una sombra. Reconoció a Jin al instante por su gran altura y los anchos hombros, a pesar de la baja luminosidad. A su lado había otro chico, más bajo que Jin, piel pálida como ninguna que Jungkook hubiera visto, ojos rasgados que brillaban en dorado como los de un felino.

Tic.

Tac.

Dejó escapar un jadeo.

Sentía su cuerpo rígido y desorientado.

Era como haber emergido de un muy largo sueño. La diferencia era que no recordaba nada de este y para ser honesto, no estaba seguro de que esta fuera la realidad tampoco.

Pero lo era.

—Al fin despiertas, bello durmiente —la sonrisa de Jin hizo aparición desde la distancia. Ojos rubí brillando en la oscuridad—. ¿Dormiste bien?

Jungkook parpadeó, balanceando la cabeza de un lado a otro en busca de orientación. Intentó moverse para aliviar sus extremidades entumecidas, pero entonces se dio cuenta de que era imposible; tenía las manos estiradas hacia sus laterales, apresadas con esposas que lo encadenaban a la pared. Otra soga sujetaba sus piernas, cuello y cintura, impidiéndole realizar cualquier movimiento.

—Oh, no te preocupes por eso —dijo Jin con una voz tranquila. Una que en su día había logrado transmitir calma a Jungkook, pero ya no más—. Es solo un protocolo de seguridad. Ya sabes, para que no salgas con otra sorpresa de tu bolsillo.

Si no estuviera tan aturdido y confundido, Jungkook quizá habría reído por la suposición tan ridícula.

Ahora que Jin había demostrado su verdadera fuerza, todo lo que Jungkook había tramado y planeado para atraparlo alguna vez, se veía inútil y tonto a comparación de las habilidades de un alfa.

Alfa.

Seokjin era un alfa.

Podría despedazarlo si quisiera, destrozarle las piernas o romper su cuello con una sola mano si Jungkook intentaba hacer algo. Estaba claro que el haberlo rodeado de sogas sólo había sido una manera de complacer su propio sadismo al tenerle indefenso y a su disposición. Ahora que lo había sometido, seguramente iba a torturarlo y hacerlo sufrir, ya fuera para sacarle información o por simple y mera diversión.

Porque así eran los alfas.

Despiadados, crueles y sedientos de dolor ajeno.

Algo para lo que Jungkook se había preparado por años para enfrentar algún día. No obstante, he aquí terminó siendo el único atrapado contra la pared.

Ahora sólo tenía una única duda:

¿Cómo había terminado de esta forma?

—Luces confundido —observó Jin—. ¿Alguna pregunta útil que pueda resolver para ti, Beta?

Beta.

Aún no sabía cómo era que Seokjin había averiguado aquello.

Comparado con su trabajo como policía, Jungkook había sido mucho más cuidadoso manteniendo en secreto su indentidad como cambiaformas. Su supervivencia dependía de ello, por eso siempre había sido una prioridad ocultar lo que era. Desde que se presentó, había pasado su vida aislado en ese sentido, escondiendo sus celos, camuflando su aroma entre los humanos, sin tener ningún amigo o confidente, jamás le contó a nadie sobre ello.

Who's the prey now? [Jinkook]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora