Capítulo 7: Jeongguk.

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Sus ojos se abrieron lentamente. El sonido de los pájaros perpetraba sus oídos mientras su vista era cegada por el tenue resplandor de la tarde.

Jungkook sentía que había despertado de un largo sueño.

Pudo identificar la lámpara de techo flotando unos metros arriba de él. De reojo veía las cortinas color vino ondear a causa del viento, y la alarma le embargó al darse cuenta de que la pesadilla aún continuaba.

Seguía en la mansión Kim.

En la habitación de Jin, para ser exactos.

Su cuerpo estaba extendido sobre la cama. Una cobija le envolvía hasta el pecho y habían colocado una almohada muy suave debajo de su cabeza. Suspiró de alivio, porque no estaba desnudo. No podía saber que había ocurrido después de desmayarse, pero al parecer no había sido nada que tuviera que lamentar ahora mismo.

Apoyó las manos en la cama en busca de un soporte, sus extremidades no tenían fuerza. Con dificultad intentó incorporar la mitad del cuerpo, deteniéndose enseguida al sentir un punzante dolor en el cuello.

Un alarido salió de su boca.

—¡Oh no, no hagas eso! —alguien gritó acercándose. Seguidamente, dos manos delgadas y finas tocaron su clavícula, presionandolo hacia atrás para que se quedara acostado.

Jungkook jadeó, fijando sus ojos consternados en la persona que le había impedido levantarse. Era una chica... adulta y joven. No más de veinticinco años.

—Espera unos minutos, aún estás entumecido —pidió con voz afable, volteando a ver después a un joven que yacía detrás de ella—. Eunwoo, por favor busca a Jin. Dile que ya despertó.

El joven aludido asintió, saliendo de la habitación de inmediato.

Jin... ¿Dónde estaba Jin? Jungkook se preguntó porqué le había abandonado allí, con extraños. ¿No era muy descuidado dejarle tan expuesto? ¿Quién era esta chica y porqué incluso había entrado a la habitación? Los ojos de Jungkook regresaron su atención a la fémina qué lucía serena ante la situación. La analizó en un estudio rápido, detallando los rasgos exóticos; ojos rasgados y una larga cabellera azul.

Su aroma era dulce, muy dulce.

Omega, pensó.

—Intenta no estirar tu cuello —recomendó ella, tomando de la mesita de noche un control. Al presionar un botón, el colchón de la cama empezó a doblarse debajo de él, elevando la parte superior de su cuerpo—. Tu marca es muy reciente. Sanará sin importar qué, pero si haces fuerza va a doler mucho.

¿Marca?

Solo en ese momento, se dio cuenta de que no llevaba puesta la bufanda.

Instintivamente llevó sus manos a la zona, tocando y tanteando cerca de la yugular, alarmado. El ardor se intensificó cuando sus dedos rozaron un hundimiento en su piel donde la textura era dura y carnosa.

¿Qué demonios?

Su corazón inició un golpeteo rápido. ¿Qué pasó mientras estuvo inconsciente? ¿Acaso Jin se había atrevido a clavarle los colmillos?

No, no podía ser. Una verdadera marca implicaba un lazo. Una conexión a través de la cual podría comunicarse con su alfa y sentir a su compañero. Pero Jungkook no sentía nada de eso. Lo que significaba que no era una verdadera. Jin había respetado el trato, a pesar de todo.

Aunque esto seguía siendo en parte sin su consentimiento.

—Mi nombre es Wheein —mencionó la chica, tomando asiento en el sillón doble a su lado. Ella cruzó las piernas con elegancia y suspiró—. Lamento habernos conocido en estas condiciones, Jungkook. Supongo que Jin oppa ya te habrá hablado algo de mí.

Who's the prey now? [Jinkook]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora