—Oye, Gasparín.
Jimin carraspeó llamativamente, atrayendo la atención del pálido beta que hace dos días le habían asignado como perro guardián.
El chico de ojos rasgados y mirada felina enarcó una ceja cuando oyó su voz dulce, observándole intrigado. Jimin estaba tratando de ofrecer su mejor expresión suplicante con el fin de hacer creíble su teatro.
Le había funcionado varias veces.
—Necesito ir al baño —pidió, emulando la urgencia en su tono.
A excepción de la ceja alzada, Suga mantuvo el rostro neutro. Aún tenía puesto ese estorboso barbijo que tapaba la mitad de su rostro e impedía a Jimin ver sus facciones. No había una razón especial para querer verlo, de todos modos... pero odiaba los misterios.
Tenerlo junto a él todo el día en la estación y que sus compañeros no dejaran de preguntarle porqué el tipo no se descubría la cara, era sofocante. Había tenido mentir diciendo que su pobre guardaespaldas sordomudo perdió la mandíbula en un accidente de auto y ahora que se la habían reconstruido con acero, le daba vergüenza mostrarla.
—¿No fuiste hace poco? —indagó Suga con su voz grave—. Y antes de eso dos veces más. ¿Quién va tanto al baño?
—¿Las personas que tomamos mucha agua, quizá? —se defendió Jimin, indignado. También sorprendido por oír a Suga formular una frase completa al fin. Usualmente respondía con monosílabos o asentimientos—. Perdón por no tener vejiga de acero, fortachón. Nosotros los pobres mortales tenemos que lidiar con complicaciones como la incontinencia urinaria.
—Estoy seguro de que ni siquiera una persona que padezca tal afección iría tantas veces como tú has ido en los dos últimos días —contrarrestó el pelinegro, tajante—. No vas a ir. Recoge tus cosas y guárdalas. Nos volvemos ya a la guarida.
Jimin apretó los labios, conteniendo las ganas de darle un golpe. Era por eso que odiaba a los perros. Eran orgullosos, mezquinos y desconsiderados. No haría esto sino fuera por Jungkook.
—Yah —le llamó, airado internamente—. ¿Acaso estás loco? —preguntó, resoplando una risa incrédula—. ¿Quieres que me orine en tus zapatos para que sepas que digo la verdad? Puedo demandarte cuando salga de aquí. Es más, vas a tener que donarme un riñón. Seokjin dijo que me cuidaras. ¡Esto es negligencia, maldición!
A pesar de hacer su mejor esfuerzo por lucir iracundo, ninguna de sus amenazas pareció surtir efecto en Suga. El beta le ignoró olímpicamente, haciendo vista gorda de él.
Debido a que Jimin no podía permitirse perder pues en realidad sí que necesitaba ir allá, decidió persistir y hacer uso de un último recurso:
Lástima.
—Oye, señor —habló, fingiendo debilidad en su voz. Sus cejas se inclinaron en un gesto de remordimiento y con su boca emuló un puchero sutil—. Lo siento —soltó, asegurándose de sonar arrepentido—. Es mentira que te demandaré, pero en verdad necesito ir. Solo déjame ir esta vez, prometo no volver hacerlo hasta la noche. Dejaré de tomar agua si es necesario, pero por favor, déjame ir.
El beta lo analizó con ojos intimidantes y por un segundo Jimin pensó que en serio se haría pis... a causa del miedo. Tras unos segundos de mantener su papel adolorido, algo tuvo que funcionar porque escuchó a Suga suspirar a través del barbijo.
—Cinco minutos —concedió el mayor—. Un segundo más y abriré la puerta de una patada.
—Cinco minutos son suficientes —sonrió Jimin, aunque por dentro quería llorar—. Espera en la puerta, por favor.
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Who's the prey now? [Jinkook]
FanfictionHabría tenido que ser él quien lo atrapara, castigara y sometiera. ¿Cómo es que se habían terminado invirtiendo los papeles de esta forma? Kim Seokjin no era ninguna presa. Era un depredador, y había sido un error subestimar su inteligencia. ❥ F...