Capítulo 8: La Sociedad.

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Al contrario de lo que había imaginado cuando Jin lo trajo a un lugar en las montañas tan apartado de la civilización, lo que ocultaba el muro de acero no era únicamente la mansión de Los Kim.

Jungkook se dio cuenta, al llevar varios minutos en el auto andando por la extensa carretera, que aquél territorio era muy amplio y de hecho, no dudaba que existiera una población considerable de cambiaformas habitando esas tierras. En el camino hubo mucha niebla, pero Jungkook logró divisar a lo lejos, diferentes edificaciones; no estaba seguro de si eran casas o simples depósitos que los millonarios se daban el lujo de construir. Lo más inquietante llegó cuando en cierto momento, se habían encontrado con otro muro igual de alto que el que yacía frente a la mansión. La diferencia era que este estaba en medio de la carretera y era custodiado por un montón de hombres uniformados —betas, según Jin—, quienes después de ver el rostro del mayor al deslizar el vidrio, amablemente abrieron las gruesas puertas para él y le concedieron el paso.

Lo que Jungkook vio a continuación le dejó completamente asombrado.

Una serie de locales y edificios, se alzaban seguidos en sistema de cuadrícula. Con luces por todos lados e incluso coches aparcados. La calle se dividía para formar un cuadrado que se cerraba más adelante, desembocando en una plaza con una gran fuente adjunta a un monumento, otras más pequeñas rodeandola. Era una réplica exacta de la plaza de Seúl, solo que su alrededor se asemejaba mucho más a una zona comercial e irónicamente no habían personas transitando, como si fuera una ciudad fantasma.

—¿Qué demonios es este lugar? —balbuceó anonadado, observando con la boca abierta aquella mini-ciudad. Notó a Jin sonreír de medio lado.

—Le llamamos La Colmena —espetó, girando el volante. Se dirigían a la plaza central—. Como imaginarás, no es muy divertido ni seguro tener que viajar a la ciudad humana todos los días. Así que construímos nuestra propia utopía.

—¿Cómo es eso posible? —preguntó Jungkook, sin salir del asombro—. ¿Qué hay de los satélites? Hay drones por todos lados. Sin mencionar los registros de energía... hay muchas cosas que los delatan aquí. Algo como esto no podría pasar desapercibido por la tecnología actual.

—A menos que uses tu propia tecnología —tarareó Jin, concentrado en conducir—. Tenemos expertos para eso, Jungkook. Aprendimos del pasado. Contamos con nuestros propios ingenieros y profesionales para saber cómo sostener una comunidad que debe permanecer oculta, por eso estudiamos. Aunque de vez en cuando hacemos uso de algún humano listo también.

—¿Qué quieres decir? —frunció el ceño. ¿Habían recibido ayuda de humanos?

—Bueno, ya sabes —dijo Jin—, secuestramos unos cuantos científicos de la NASA y los traemos aquí. Luego los encerramos en un calabozo y los alimentamos con leche y un trozo de pan al día.

Jungkook volteó a verle horrorizado. Jin puso los ojos en blanco.

—Estoy bromeando —bufó—. No es tan difícil hacer tratos con los humanos, casi siempre hay una forma de comprarlos. En el peor de los casos, sí, hemos raptado uno que otro pero no los mantenemos aquí. Solo les sacamos la información necesaria para saber cómo funcionan sus malditas máquinas y luego nos aseguramos de que mantengan la boca cerrada.

—¿Cómo? —cuestionó Jungkook, pasando saliva. ¿Era una forma de decir que los habían aniquilado? ¿O los tenían bajo amenazas?—. ¿Qué les han hecho?

El coche se detuvo, indicando el fin del trayecto. Jin estiró una mano para acomodar el retrovisor del auto, aprovechando para echar un vistazo de su propia apariencia. Luego de observar un poco su reflejo, giró hacia Jungkook y desabrochó el cinturón del menor presionando el botón de la correa.

Who's the prey now? [Jinkook]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora