# 18 ¡!

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Australia, 2001.

Bang Chan .

La vida de Chan había sido difícil desde que tenía memoria, incluso antes de que pudiera aprender a decir su nombre había sufrido más que cualquier otro chico que conociera.


- ¡Agh! ¡Tu mocoso manchó mi camisa! —El grito de un hombre inundó la habitación.

- ¡No es solo mío! ¡¿Acaso tuve sexo sola?!

- ¡Como mar! ¡Limpia esta mierda!


El hombre arrojó su camisa manchada de vómito al piso. Chan había estado siguiendo a su mamá por toda la casa diciéndole que se sintió enfermo, tenía fiebre y muchas náuseas pero él solo atinaba a decir que "se sintió malito", a lo que la mujer solo respondió que fuera a molestar a su padre. Aún con un fuerte dolor de estómago, el pequeño subió las escaleras que tuvo que aprender a usar para ir al baño pues su madre le dijo que debía aprender porque ella no estaría llevándolo a cada rato, todo para llegar con su padre y decirle que se sintió enfermo pero el mayor simplemente pretendía no escucharlo. El pequeño Bang comenzó a llorar por el malestar y sin quererlo, acabó vomitando y manchando un poco la camisa de su padre que yacía tirada junto a bastante ropa en el piso que ni él ni la mujer se dignaban en doblar. Su casa era un caos.

Ahora estaba cabizbajo llorando por haber vomitado y haber sido castigado con limpiar su propio desastre. Su madre solo le tiró un trapo diciendo que ella no limpiaría esa asquerosidad y Chan se sintió tan avergonzado que no reprochó. Sabía que constantemente hacía enojar a su mamá con tan solo hablarle y muchas veces eso le había costado unos golpes que le dolían, no quería llevarle la contraria y quedarse otra vez un día sin comer o peor, volver a recibir golpes en sus manitas.

Pero todo cambió por un berrinche de un niño, solo eso, unas palabras al aire por su corta edad.

Un simple "¡No te quiedo ! ¡Me idé de la casha !" Acabó en un "¡Vete, nadie te quiere aquí! ¡Solo nos desgraciaste la vida!" Él era un niño muy triste pero nunca antes se había sentido tan mal como en ese momento, nunca tuvo una muestra de amor por parte de sus padres, lo he had had with tan solo 17 y 18 años de edad, acusaban en cada ocasión al niño de haberles arruinado sus planes y aunque debe ser muy joven para entender todo eso, sus padres se encargaron de hacer que lo entendiera a la perfección.

Fue entonces cuando tuvo la idea de irse con su abuela a la que solo había visto una vez, pero ella era dulce así que sin dudarlo metió su pequeño hámster de peluche en su mochila de pikachú, un paquete de ocho galletas con dos ya comidas, una botella de agua de 600ml y colocándose ropa abrigada salió una tarde en busca de una casa cuya dirección no conocía.

Claro, no tardó mucho en perderse.

Caminó y caminó hasta que sus piernitas se cansaron. Era un niño, tan solo un niño, uno que no midió sus acciones y ahora estaba perdido. Lo peor de todo es que sabía que sus padres no lo buscarían así que empezó a llorar desconsolado en un callejón cuando la noche cayó, se sentó pegando su espalda a la pared, flexionó sus rodillas y ocultó su entre ellas. Estaba tan asustado, ¿Qué iba a hacer? Ni siquiera tenía idea de cómo regresar a casa, había sido un gran error huir, o al menos eso pensó hasta que escuchó una voz cerca suya y al levantar la mirada nublada por el llanto se encontró con un chico.




Rubatosis ᵏⁿᵒʷᵐⁱⁿDonde viven las historias. Descúbrelo ahora