Capítulo II

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Era un estúpido

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Era un estúpido. ¿Por qué debí proponerle una pelea? Si estuvieran viendo mis hermanos me estarían apoyando sin igual porque yo era perfecto para sus ojos. Yo era un hombre que preferiría estar escondido ante los ojos de la humanidad por ser una persona incomprendida. Nadie me entendía, salvo algún que otro hermano. Pero esa chica, ese carácter, me llamó mucho la atención. Esos ojos avellanos estaban pidiendo una buena pelea.

Por su pequeña complexión se veía que no era una novata, incluso la postura que me dedicó. Definitivamente, era una chica tan distinta a otras que conocí. ¿Qué es esta emoción? Mira que me había enfrentado a tipos duros por tocar a mis hermanos o ellos al mirarme a los ojos, primero, temblaban y luego huían. Pero ella no. Ese color avellano era símbolo de reto hacia mi persona. Ya estaba dentro de la cancha con los guantes de boxeo colocados. La multitud tenía la mirada fijada en mí, incluso las pocas mujeres de esa sala.

Nadie la miraba a ella. Solo yo y sus compañeras. Esa sonrisa de confianza suprema era la primera vez que lo veía en alguien. Que mujer tan singular y llamativa. Yo, como siempre, estaba tranquilo y sereno con mis ojos granates fijos en ella. La castaña empezó a dar brincos y soltar puñetazos al aire imaginándose que me estaba golpeando. No se me notaba por la mascarilla, pero estaba esbozando una pequeña sonrisa, muy divertido ante esa actitud infantil.

El entrenador de la castaña golpeó el ring con un pequeño martillo y ella se puso en firme con los brazos pegados a su cuerpo señal de defensa, mientras se movía a la derecha. La diferencia de estatura se notaba, incluso algún que otro se preguntaba si yo era capaz de rozarla con mi guante. Todos me conocían por estudiar bien a mi rival antes de hacer un movimiento. Pies de puntilla y piernas flexionadas preparada para moverse con rapidez. Definitivamente, no era una novata.

Iba a darle permiso para que diera el primer paso, como buen caballero que era, sin embargo, ella no esperó a que lo dijese porque se movió tan rápido que estaba a punto de darme un derechazo. Mis reflejos no me fallaron y reaccioné a tiempo esquivando. Cualquiera diría que un hombre no tenía derecho a pegar a una mujer, pero esto era una pelea consentida y esa chica lo sabía de sobra. La emoción que emanaba en su rostro era pura alegría y satisfacción.

Ella siguió intentando darme un golpe y yo los esquivaba a la perfección. Su entrenador gritaba con desesperación a que parase y sé que no lo hará. Su orgullo se lo impedía. Por un momento vi mi propio reflejo en ella. Aún analizaba cuál era su punto débil. Me daba la sensación de que no tenía ninguno. Interesante. Ella no era esas que se rendían fácilmente. Una emoción sentí al encontrar a un digno rival. Con mis pensamientos fluir por mi cabeza no me di cuenta que ella iba a asestar un puñetazo en mi estómago a lo que yo bloqueé con rapidez.

Nuestras miradas se cruzaron por un instante. Avellana. Color muy particular. Una combinación de colores llamativos: marrón y verde. Pero el tono que más dominaba era el último. ¿Y por qué demonios estaba pensando en tal estupidez?

Amar a una "tsundere" (Katakuri x Len)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora