Hirawashi Len era una chica aficionada al boxeo y a cualquier tipo de artes marciales. Lo que más destacaba de ella era su comportamiento amor y odio hacia las personas. En un momento está de buen humor, pero luego su humor cambia a la de una mujer...
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Katakuri era un amor de persona. No había más que añadir. Cada vez me enamoraba más su personalidad. Él me pidió unas cuantas veces de ir a su casa, pero me sentiría incómoda si estuviesen presente sus hermanos, aunque me gustaría conocerlos en persona. Ver la personalidad de sus hermanos mellizos que seguramente serán diferentes. Y me sorprende que Katakuri sea el mayor y sea más respetuoso que sus hermanos. O eso me contó.
Yo estaba en el gimnasio golpeando con mucho ánimo el saco de boxeo. No estaban mis camaradas, así que podía entrenar con total tranquilidad. Dentro de un par de días iba a empezar la competición y estaba ansiosa. Así demostraría a todo el mundo que no era para nada débil. Yo era una mujer dura de roer. Me lo decía de vez en cuando Katakuri por mi carácter “tsundere”. Una mujer con mucho carácter, pero cambiaba drásticamente a una amorosa. ¿No sería en todo caso que fuera bipolar?
Paré el saco con mis propias manos para respirar con tranquilidad y analizar un poco la situación que me esperaba esta semana. Entonces notaba una mirada encima de mí. Bueno, dos miradas. Desvié un poco mis ojos para encontrarme dos tipos corpulentos. Uno tenía el pelo anaranjado y el otro era rubio, pero calvo. Eran feos de cojones. Decidí centrarme en el saco ignorando sus miradas.
Veinte golpes asesté. De repente, el saco se detuvo y yo miré al responsable. Era el tipo anaranjado de brazos raros al igual que su peinado. Este me dedicaba una sonrisa traviesa. Oh, ya sabía perfectamente a lo que venía, así que prefería ignorarlo para centrarme en otra cosa. Por ejemplo, beber agua. Pero cuando me di la vuelta, él otro me estaba impidiendo el paso. Esto tenía que ser una broma, ¿verdad?
—¿Puedes quitarte en medio, por favor? —pregunté educadamente, aunque prefería insutarlo.
Él se hizo a un lado con mucho gusto. Al menos no tuve que pelear. Me aproximé hacia mi bolsa para tomar la botella de agua.
—Oye, linda, ¿tienes novio?
Ahí van las preguntas.
—Sí, tengo novio.
—Seguro que tu novio no es tan hombre en la cama —habló el tipo calvo.
—Ahí le doy la razón a mi hermano Daifuku.
¿Hermanos? Con razón eran feos. Mirándolos bien, no tenían nada en común en cuanto a cara. Serán idiotas estos tipos porque mira que atreverse a hablarme cuando estaba concentrada.
—Mi novio es un bestia en la cama —aclaré, a ver si me dejaban tranquila—. Además, también es dulce. Así que si buscáis a una chica que os caliente la cama, estáis perdiendo el tiempo conmigo.
—Oven, esta perrita necesita un escarmiento.
—¡¿Qué me llamaste? —exclamé. No iba a tolerar que me llamen así.
—Tranquilo, hermano. No hay que faltar el respeto a una señorita. Se ve que tienes temperamento —dijo el tal Oven.
—Sois unos desagradecidos llamándose de esa manera. ¿Vuestra madre no os limpió esa boca tan sucia que tenéis?
