—Con que tu amiga de la infancia te ha salvado el pellejo.
—¡Años que no la veía!
Una cita estaba teniendo con Len en la dulcería que estaba al lado de un parque infantil, a tres kilómetros de distancia de mi trabajo. Ella me estaba contando lo ocurrido en el gimnasio de una manera exagerada y dándole un toque más emocionante. Como echaba de menos esas expresiones en su rostro como si estuviera viviendo su propia película. No era lo mismo hablar por teléfono que en persona. En la primera vía tenías que imaginarte su cara: si los ojos estaban bien abiertos, si los cejas fruncidas…
—La próxima vez ten cuidado. No vaya a ser que te toque alguien de la peor calaña posible —le sugerí. No me gustaría que la hicieran daño, aunque sepa defenderse bien.
—Yo no le tengo miedo a nada —me respondió. Me imaginé que diría eso.
—Hablo en serio.
—¿Te estás preocupando por mí?
Desvié la mirada ante esa pregunta. Obvio, ¿no? Esta mujer me despertaba emociones que nunca pensé llegar a tener. Su cercanía me era reconfortante. No quisiera perderla. Ella era mi luz. Vaya tonterías estaba diciendo. Mi cerebro y mi corazón estaban peleándose. ¿A quién tenía que hacer caso? ¿A mi cerebro que me decía que tenía que ser serio? ¿O a mi corazón que me pedía que me abriese ante ella?
—No quisiera que te hagan daño. —Elegí la segunda opción.
Sus mejillas se tornaron a ese color rosa pálido que me encantaba. Le quedaba divinamente bien porque combinaba a la perfección su tono de piel. Sus ojos avellanos brillaban a más no poder, haciéndose una gran ilusión ante lo que dije. Ojalá tuviera la habilidad de leer su mente. Bueno, lo más probable es que me volviese loco con tanta información de por medio.
—A veces eres demasiado adorable, Katakuri.
—¿Lo soy? —Enarqué la ceja.
—¡Claro! Te presentas como un hombre impotente, serio y con gran masculinidad. Pero en el fondo solo eres un cacho de pan.
Mis mejillas ardían. Una advertencia de que estaban coloradas por tal comentario. No podía creer que esta mujer se atreviera a decir eso. Tuve que cubrir más mi rostro con la bufanda para que no se notara la vergüenza, no obstante, Len lo notó que empezó a reírse escandalosamente. Maldita mujer.
—¿Ves? Hasta tú no puedes evitar sonrojarte.
—¿Pudieras callarte? —le gruñí por lo bajo.
—¿Por qué? Si es divertido —seguía riendo.
Todos los presentes nos estaban mirando, queriendo saber cuál era el chiste. Esta mujer no le daba vergüenza para nada. Eso no me disgustaba. Todo lo contrario. No se notaba, pero estaba sonriendo un poco. Si estuviera aquí mi hermano Cracker diría: «Hermano, has caído en la trampa del amor». Como si él nunca cayese en ese hechizo.
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Amar a una "tsundere" (Katakuri x Len)
FanfictionHirawashi Len era una chica aficionada al boxeo y a cualquier tipo de artes marciales. Lo que más destacaba de ella era su comportamiento amor y odio hacia las personas. En un momento está de buen humor, pero luego su humor cambia a la de una mujer...