Hirawashi Len era una chica aficionada al boxeo y a cualquier tipo de artes marciales. Lo que más destacaba de ella era su comportamiento amor y odio hacia las personas. En un momento está de buen humor, pero luego su humor cambia a la de una mujer...
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Katakuri eres un idiota. Dejar que esa chica entrase en el despacho para formar un escándalo y yo dejé que me riñera por un simple motivo: no llamarla. Tenía un par de cojones para atreverse a venir a la empresa. Y estaba aquí en mi casa preparando la maleta para entrenar con ella. ¿A quién se le ocurría? Yo con una chica con un comportamiento alocado que te deja en standby por un buen rato. Ni siquiera sé si sabía la existencia de respirar. Ayer, desde que se marchó, le mandé un mensaje diciéndole el sitio para entrenar. Un lugar tranquilo sin que hubiera presencia.
Menos mal que el único que estaba en la casa era mi hermano Cracker. Sí, compartía piso con él y con mis hermanos mellizos, Oven y Daifuku. Esos dos estarán por ahí molestando a las mujeres como siempre. No tenían vergüenza. Yo si intentaba hablar con una me pondría nervioso. Pero esa mujer llamada Len era un caso distinto. Me sentía, por así decirlo, cómodo. Una joven diferente a otras. Sin embargo, cuando descubriera lo que ocultaba, se decepcionará completamente. ¿Qué mujer se fijaría en un monstruo como yo?
Admítelo, Katakuri. Con la bufanda eras el hombre más atractivo del mundo, pero sin ella solo eres alguien deforme a quien todos le llamarán anguila pelícano. Una dura y triste realidad. Los pensamientos negativos los aparté de un lado para centrarme en el presente. He quedado a una hora determinada y no podía permitir retraso porque estaba muy seguro que Len me llamaría, gritándome a los cuatro vientos. Salí de mi cuarto, el único lugar en donde estaría a salvo, para pasar por el gran salón y encontrarme a Cracker con el móvil.
Él se pasaba la tarde, en sus tiempos libros, echar un vistazo a las aplicaciones de citas. Sinceramente, eran una basura. Ahí te encontrabas de todo. Cracker era un hombre solitario como yo que estaba desesperado en buscar pareja. La mala suerte que teníamos era que nuestra madre era, digamos, la intermediaria para decidir con quien teníamos que casarnos. Sin embargo, a diferencia de mí, Cracker era atractivo. Esa cicatriz que decoraba en su rostro por el lado derecho incitaba a cualquier mujer a conocerlo.
Escuché a mi hermano bufar por lo bajo que tiró a un lado el teléfono rindiéndose completamente. Lo más probable que se haya encontrado chicas que lo reconocían y solo le querían por la fortuna. Bienvenido al mundo de los famosos.
—Deberías dejar de intentarlo e ir al parque. Como siempre entrenas ahí.
—Será igual —bufó—. Todas se acercarán, fingirán que les gusto y luego se casan conmigo por el dinero para luego divorciarse.
—Ser famoso está siendo muy duro, ¿eh?
—Y más si tenemos a una madre manipuladora. Mira el caso de nuestra hermana Chiffon casándose con Capone Bege.
—Pero ella es feliz y tenemos un sobrino.
—Si en algún momento de mi vida nuestra madre me junta con una, yo espero ser feliz también. Ya estoy cansado de lo mismo. Acostarme con mujeres ya no es de mi interés.
