Razones

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Ochako Uraraka no era un aspirante a héroe por el mismo motivo de sus amigos por hacer el bien, ella quería dinero, quería darle una vida digna a sus padres. Su ambición no se apartaba de eso, seguro que esa era la misma razón por la que decidió ser un héroe de apoyo y no de ataque, solo quería ganar lo justo.
Pero tampoco tenía una baja moral, si no que todo lo contrario, creía en el bien y en la justicia, pues así la criaron sus padres.
Pensaba que si cada día seguía igual al anterior podría mantener esos momentos llenos de alegría que acumuló con los años.
Así que decidida a seguir con sus sueños ingresó a la U.A. la mejor escuela de súper héroes en Japón.
Aplicó para las pruebas de ingreso, conoció y fue salvada por un peculiar chico de cabellos verdes y finalmente fue aceptada.
La dicha de ese día fue increíble, sus padres festejaban y abrazaban a su hija, Uraraka por su parte seguía conmocionada, realmente había quedado en la sección de héroes.
La chica pensaba que eso era lo correcto, que ella tenía una nueva oportunidad para su familia.

En ese tiempo ella no sabía que ya era tarde...

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Su alarma sonó ese día muy temprano, pues era el primero en el que asistiría a la escuela de prestigio para héroes, así que se levantó casi de un salto, se vistió con su nuevo uniforme y se reunió con sus padres para desayunar, todo iba bien, era un desayuno lleno de risas y colorido, Uraraka era minada con su comida favorita para festejar y sus padres la miraban con amor.
El padre de la familia fue el primero en retirarse para ir a trabajar en la construcción, como todos los días hábiles, un poco apresurado por haberse retrasado olvidó su caja de almuerzo y las chicas de la familia no se dieron cuenta hasta media hora después.
-Mamá, papá volvió a olvidar su almuerzo, ¿Quieres que lo pase a dejar después de la escuela?- decía mientras ella guardaba en su mochila su propio almuerzo.
-No te apures, es tu primer día en la escuela, seguro querrás pasar ese tiempo con tus nuevos amigos, yo se la llevo- finalizó mientras se acercaba a su hija para despedirla con un beso en la frente.
Una risueña Uraraka salió de su casa con una enorme sonrisa, hoy sería su mejor día.
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Llegó a la escuela, la observó con admiración por unos momentos e ingresó, la primera vez que intentó buscar su salón se perdió y tras dar muchas vueltas llegó a las justas a su aula.
No conocía a nadie y no sabía a quién empezar a hablarle pero reconoció una cabellera peculiar y se acercó.
-¡Deku!- dijo con una voz firme, dulce y alegre.
-¡¿Eh?!
-Escuché a un chico gritarte así, ese es tu nombre, ¿Verdad?- dijo lo último con un poco de nervios.
-No, en... realidad mi nombre es Izuku Midiriya, ese es un apodo que me pusieron para insultarme...- el de pecas decía bajando cada vez más su tono de voz.
-Pero eso no suena a un insulto, más bien suena a un "¡Tu puedes!", Deku suena realmente genial-
A partir de ese momento hizo su primer amigo en ese lugar, aunque un poco tosco, esa era su forma da socializar.
Pasó lo que tenía que pasar, todos hicieron las pruebas físicas con su quirk y compitieron para no ser expulsados. Al final resultó ser una mentira pero todos tenían en mente que su camino no sería fácil.

Pero antes de iniciar su última clase sonó el megáfono "Ochako Uraraka de la clase 1-A se busca su presencia en la sala de maestros".
-Mmm... Que extraño- salió de su boca y se apresuro a dónde la llamaron.
Al llegar, deseó que nada de lo que le dijeron fuera real. En la sala de encontraba Recovery Girl y Aizawa.
-Querida toma asiento, no creo que debas escuchar esto de pie- decía con calma y una voz lastimera la enfermera.
Shouta se limitó a posarse junto a la chica.
-Hace unos instantes nos informaron que tus padres ingresaron al hospital en estado crítico, en lo que llegabas a este lugar nos llegó otra llamada anunciando que...- La voz de la anciana hizo una pausa, no sabía cómo decirle lo siguiente y para ser sincera, veía como la pequeña a su cuidado comenzaba a sollozar, tragó saliva y continúo- tu padre murió.
Uraraka estaba destrozada, se aferró a su profesor mientras soltaba alaridos y este le correspondía el abrazo.
-En este instante vamos a ir a ver a tu madre al hospital para ver el informe, ven con nosotros pequeña- intentaba decir a modo de consuelo la anciana.

Se dispusieron rumbo al hospital, Uraraka estaba acabada, intentaba regular su llanto para cuando estuviera con su madre, intentaría todo lo posible para que la viera sin preocupaciones. Era una niña dulce.

En el camino le pidió a sus maestros que no le dijeran nada de esto a sus compañeros, le parecía incómodo que personas que apenas y conocía la consolaran en su etapa de duelo.

Al llegar al hospital la heroína de curación se aproximó a la habitación de la señora Ochako para ayudar a su tratamiento mientras Aizawa pedía informes.
Y entonces ahí estaba ella, mientras veía a su madre con un montón de vendas en su cabeza, rapada, y entubada para poder respirar, ella estaba con los ojos cerrados.
Casi en el acto como si Uraraka se sintiera externa a lo que estaba presenciando y en completo silencio, como en estado de shock, sus ojos se posaron en Recovery Girl quien se acercaba a besar a la dama frente a sus ojos.
De fondo escuchaba la conversación de su tutor con el doctor a cargo.
-¡¿Cómo que se encuentra en en estado de coma?!- eran los alaridos que soltaba su profesor.
-Estaba consciente hace un par de horas, quería ver a su hija, pero no logró mantenerse despierta.
Como si Aizawa solo pudiera escuchar el doctor continúo.
-Su estado es crítico, en cualquier momento podría...morir.
Uraraka empezó a escuchar estática en sus oídos, ya no captaba nada, se repetía en su mente que si ella le hubiera entregado el almuerzo a su padre nada de esto habría pasado. Era su culpa lo que les sucedió, se sentía como una asesina, se sentía horrible, solo podía observar sus manos y seguido a su madre con los ojos abiertos de par en par, con esa mirada perdida se repetía una y otra vez que era una asesina, todo hasta que salió un pequeño susurro de su boca, un sonido ronco y quedo.
La heroína que aún estaba con ella la abrazó casi al instante.
-¡No mi niña, tu no eres una asesina!- intentaba consolar mientras las lágrimas salían de sus ojos, la chica entre sus brazos se sentía culpable- pequeña... Fue un accidente, no es tu culpa- finalizó.
Uraraka era arrullada, Shouta se les unió para dar consuelo, y a pesar de esas hermosas palabras nuestra pequeña Ochako sentía que eso lo podría haber evitado si en esa mañana insistía en llevar el almuerzo.

Lo peor es que ni siquiera pudo despedirse.

Gravedad Cero(Villain Uraraka)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora