Duelo

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Se levantó temprano de su cama y con velocidad se vistió, quería alcanzar a desayunar con sus padres antes de que estos se fueran al trabajo. Con entusiasmo abrió la puerta del comedor para encontrar una habitación vacía, el silencio sepulcral rondaba en su casa y ella... lo había olvidado, ninguna persona la esperaba, se estaba quedando sola.
Borrando de su rostro la sonrisa de su entusiasmo inicial se sentó en el comedor mientras prendía la televisión y mascaba sin ganas las sobras de la comida de ayer sin siquiera calentar, no tenía las energías suficientes para hacerlo.
Sentada en esa habitación con la luz del televisor únicamente prendida, su uniforme pulcro y la corbata mal anudada y puesta de forma incorrecta, observaba las noticias con una mirada muerta y apagada, pronto las lágrimas comenzaban a brotar de sus ojos mientras los sonidos de la tele opacaban sus sollozos.
Aún era temprano, eran al rededor de las seis de la mañana y ella estaba desganada, el día anterior todo se fue en picada con la muerte de su progenitor y la hospitalización de su madre, Aizawa le permitió faltar lo que restaba de la semana para asimilar la situación y después la U.A. se encargaría de darle la ayuda psicológica adecuada.
Apagó el televisor y se revolvió sus cabellos con frustración, algunos de sus cabellos empezaron a flotar a causa de su quirk pero no le dió importancia, de hecho, no tenía ganas de preocuparse por nada.
Todavía con su uniforme mal colocado se aproximó a la entrada de su departamento, tomó las llaves, un par de documentos, dinero para el pasaje y salió rumbo al hospital, llevaba unas sandalias que hacían desentonar la apariencia que le daba su uniforme y se decidió a ir rumbo al hospital.
Sus pasos arrastrados la condujeron por un hospital que no emitía sonido alguno y al llegar a la recepción al final fue atendida por una agradable enfermera.
-Disculpe, vengo a visitar a un familiar y a ver sobre su seguro- formuló Ochako con su tono de vos chillón, sonaba un poco inseguro, pero no se perdía la carácterística de su actitud.
-Entiendo señorita, ¿Le parece bien si primero pasa a visitar al paciente y en lo que se termina su hora preparo los papeles?- la enfermera extendió un cuadernillo para registrar a las visitas y a los familiares a la menor.
-Si, no tengo problemas- Uraraka se limitó a escribir lo que le pedían y se marchó rumbo a la habitación de su madre.
Al abrir la puerta la escena le volvió a parecer distante, una parte de ella no quería aceptar lo sucedido.
Aún era muy temprano y el sol no había salido, la habitación parecía ser parte de un glaciar porque el frío le hizo tiritar y frotar sus brazos, caminó con sigilo, como si su madre se pudiera despertar en cualquier momento a regañarla, se sentó en el banco de metal justo al lado de la camilla.
Ahora comenzaba a aceptar la realidad poco a poco, se sentía sola y abatida.
-Perdóname...- susurraba con culpa- madre-
Estrechó su mano con la de su mamá y decidió acompañarla en ese momento tan callado.
Unos suaves golpes llamaron la atención de la menor; la enfermera de la recepción se adentró en la habitación con algunos papeles y encaró a la jovencita.
-Tienes suerte pequeña- decía en un tono de sonrna- la U.A. se hará cargo del 70% de las cuotas del hospital gracias a tu seguro de héroe-
¿Era enserio, Su madre estaba postrada por un tiempo indefinido, su padre estaba muerto y lo único que le alegraba a esa señora es que les pagaría el seguro?
Uraraka no sabía cómo reaccionar, se limitó a mirar a la señora con cara de pocos amigos y cruzar los brazos.
-¡Oh! Querida, no te pongas a la defensiva, es en realidad una buena noticia, solo necesitas firmar un par de papeles y pagar una cuota anual- todo esto mientras lo que le pasaba lo que retenía en sus manos a la menor.
Uraraka al leer con cuidado los documentos no pudo evitar soltar un quejido.
-¡Esto es demasiado caro! No puedo pagarlo- mientras sus manos regresaban a sus ya despeinados y flotantes cabellos para desordenarlos aún más.
-Es un hospital de calidad, el tratamiento que se le da al paciente es absolutamente necesario, en ningún otro hospital podrían tratarla- se excusó la señora casi al instante.
-¡¿Me estás insinuando que si no les pago ella muere?!- su exasperación aumentaba, de alguna forma, también sabía que se estaba desquitando con esa mujer.
-Tómalo como quieras, pero así son las cosas, o firmas o la trasladamos a otro hospital- finalizó de forma indiferente.
Esto era injusto y cruel, pensó al instante Ochako. Firmó los papeles, pidió unas copias y se retiró del lugar.
Por si no fuera poco ahora tenía que trabajar.
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La pequeña de cabellos castaños estaba frente a su escuela, había llegado a las 9 am, dispuesta a tratar unos asuntos con Nezu.
Pasó el portón principal gracias a un guardia que estaba informado y la guiaron directo a las oficinas del director.
Ya adentro del aula comenzaron a hablar.
-Puede que suene algo ruda al decir esto, pero,¿Porqué el seguro no cubre todos los gastos médicos?-
-Perdóname por esto Ochako-san, pero la cobertura al 100% solo es para tí, no podemos tomarnos tantas libertades con eso-
-Pero yo no puedo pagar todo lo que se me pide- contestó algo exaltada y con la mano derecha en el pecho.
-Podrías si pides una beca y trabajas, solo durante estos dos meses, es lo que va a tardar tu madre para dejar de necesitar tantos cuidados- ofrecía como soluciones el director como forma de consuelo, pero su mensaje fue totalmente malinterpretado.
La chica entendió que no querían ayudarla(gracias al estrés sufrido no podía razonar bien), que no les importaba.
De repente algo hizo "click" en su cabeza y lo entendió "claro, ¿Porqué debería importarle? No es su problema" se dijo como si fuera una gran revelación y eso pareció calmarla.
- ¿No me queda de otra verdad?- mencionó con una ligera sonrisa despreocupada y su tono de voz característico alegre, resignada posó una mano tras su nuca y continúo- estás bien, tomaré la beca- concluyó posando sus manos sobre sus rodillas y relajando sus gestos, su voz sonaba más calma.
Nezu interpretó que sus palabras le habían ayudado a la pequeña, ya había hecho de todo lo que estaba en su alcance por ayudarla de todas formas.
-Si pequeña, nos haremos cargo de tu situación- dijo de forma comprensiva.

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Uraraka regresaba a su hogar, justo cuando partía inició el receso de la escuela y los alumnos comenzaban a salir de sus aulas, realmente reafirmaba el pensamiento de que no le importaba a nadie de ese lugar, ahora mientras caminaba a paso lento y con sus pies a rastras todos parecían evitarla a su paso para simplemente seguir con su día, inclusive a un par de compañeros de su aula que sabían de su existencia.
Llegó a la salida de las rejas exteriores y solo se veía a una figura frágil que intentaba recuperar la compostura pero no podía.
El resto de los días siguientes buscó un trabajo, visitó a su madre por las mañanas y se dejó caer en el sillón de su departamento mirando hacia la nada, no podía hablar con nadie, no tenía el apoyo, su hogar era un desastre. Varios platos estaban rotos por el suelo, sus prendas sucias en todas partes y los trastes sin lavar, se convirtió en un basurero, uno que reflejaba todo lo que sentía.
Una que otra vez recordaba comer y simplemente comía comida precocinada o instantánea.
Estaba cansada, estaba triste y estaba devasta.
La conversación con la enfermera y Nezu se repetían en su mente, se recordaba que nada importaba.
Cerró los ojos y esperó a la mañana siguiente para acudir a su segundo día de clases.
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En ocasiones uno no sabe cómo pedir ayuda, la mente que está débil y cansada te suele hacer caer en un estado de confusión, y es justo en esos momentos de desesperación que te aferras a cualquier cosa para continuar.
Es como el grito de tu alma pidiendo ayuda, quieres ser salvado pero nadie te sabe escuchar realmente.

En esos momentos también está bien huir...

¿Verdad?

Gravedad Cero(Villain Uraraka)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora