El último paso

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-Soy Ochako Uraraka, me diste una tarjeta hace un par de semanas...- dijo con una voz realmente ronca después de haber desgastado su garganta tanto-necesitamos hablar-

-¿Ya has tomado tu decisión?- preguntó de forma incrédula Chisaki.

-Si- fue lo único que se atrevió a decir.

-Te enviaré una dirección, tendrás que acudir dentro de tres días...-Finalizó la llamada.

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De alguna forma ella lo había hecho, hizo algo imperdonable, pero a pesar de que lo sabía simplemente no le importaba. Estaba mal, estaba rota, estaba inestable y al final eso la hizo decidir algo que no le deja dar vuelta atrás.

Uraraka estaba decidida a entrar, quería cambiarlo todo, quería sentir que pertenecía a algún lugar y la apoyarían.

Pero a su vez, no quería dejar la U.A., ingresar a ese lugar implicó un esfuerzo descomunal y le ayudaba aunque quisiera negarlo.
"No soy un héroe, no soy alguien correcto, y sobre todo, no tengo un lugar al cual regresar...a menos que sea ella" y de esa forma se aferró a lo único que tenía al alcance de su mano 'Himiko Toga', no era amor, era posesión, no quería dejar ir a lo único que le quedaba.

-Algo está mal conmigo...- se burló exasperada.

Y sin importarle mucho siguió tomando una racha de decisiones impulsivas.

Dispuesta a marcharse del sitio, Ochako cerró el local y sin más fue al hospital donde estaba internada su madre, tocó su cuerpo para flotar y llegar a la habitación de su madre sin que nadie la viera, y al llegar abrió la ventana.

-¿Sabes mamá? Es la primera vez que digo algo desde que estoy aquí, todo este tiempo me he sentido culpable, siento que yo maté a mi padre, que todo va mal por mi culpa...-lentamente se sentó en el marco de la ventana con una rodilla abrazada al pecho y continúo- Todos los días me siento mal, me siento pesada y adormilada, y antes quería arreglarlo...antes- la castaña se colocó con cuidado unos guantes de goma que la habitación de hospital ofrecía- pero estoy en el fondo y estoy dispuesta a avanzar...- la castaña rebuscó entre la habitación y tomó un bisturí- y sobre todo...-a paso lento se acercó a su madre- ya estoy cansada- tras decir eso, cortó la yugular de su madre tan profundo como pudo con el bisturí, incluso sintió la dificultad de atravesar la tráquea con aquella navaja.

Puede que fuera un acto de reflejo del cuerpo de su madre, pero cuando el bisturí atravesó su garganta de lado a lado, su progenitora abrió los ojos, mirando justo a Uraraka. Pronto el cuerpo se ahogó en su propia sangre y el pitido del electrocardiograma comenzó a sonar.

Era un momento surreal, ella viendo fijamente a su madre mientras la sangre del bisturí goteaba junto a la cama. Decidió desconectar la máquina antes de que llegaran los médicos y se dispuso a limpiar la habitación para eliminar los rastros de ella.

-Lo lamento...- salió de su garganta en un tono áspero- pero al fin estás con mi padre- suspiró aliviada, sacando muchas cosas de su pecho, y entre ellas, su humanidad.

En su mente quedó grabada la mirada de su madre y las convulsiones que tuvo su cuerpo al morir.

Uraraka sintió algo recorrer su mejilla y al tocar su rostro con su manos bañadas en sangre, notó que estaba llorando, se miró en uno de los espejos de la habitación y ninguna parte de su cara parecía expresar algo.

Una parte de ella se fragmentó ese día.

Sin demorarse más de la cuenta, así como entró salió de la habitación, flotando, sin hacer ruido, y con un peso menos de encima.

Esa misma noche mientras regresaba a su departamento flotando de tejado en tejado, nuestra perricida sabía que ya no era una persona justa y bondadosa, ya no era la buena chica que criaron sus padres con tanto esfuerzo, ni tampoco pudo lidiar con todo esto como la doctora Miller esperaba de ella. Pero al fin, tenía tiempo para descansar.

De alguna forma su corazón se sintió aliviado.

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Uraraka abrió pesadamente la puerta de su departamento, y la misma fue sorprendida al saber que había alguien en casa.

-¿Toga?- llamó.

-¡Oh!¡Ya llegaste Ochako- chan!- se le escuchó gritar desde la cocina, a su vez, se encaminó para recibir a la castaña.

Hubo un silencio cuando las dos chicas se toparon, la rubia estaba en una mezcla de fascinación y preocupación, y la contraria simplemente analizaba a Himiko.

-..¿Qué te pasó?- interrogó la de ojos dorados al fin.

-..Yo..estaba muy cansada...- decía con la voz ronca y entrecortada.

Himiko agarró la mano de Uraraka y la guío lentamente al sillón.

-¿Qué te hizo llegar a este extremo?- comentó preocupada.

-Hace un mes atrás, yo fuí la causa por la que mis padres murieron, y aún si mi madre seguía en estado vegetal...ya no sentía que eso fuera vida- lentamente Ochako se abrazó a sí misma, al fin se dejaba ver lamentable frente a alguien- la escuela no hizo mucho, la doctora Miller tampoco, y en ese momento me sobre cargué de cosas a parte de la culpa de haber matado a mis padres- la castaña comenzaba a alborotar sus cabellos.

Himiko se limitó a abrazar a la contraria en señal de apoyo, no podría decir que conoce mucho a Uraraka, es más, a penas llevan dos días desde que la encontró en aquel callejón y ya siente en sí misma que una devoción ciega nació al estar junto a ella.

-Hoy llegó un detective enfocado en los seguros de las empresas...y me corresponde pagar el accidente que mató a mis padres- la castaña empezó a jalar sus cabellos- y..ya no pude con nada... Pensé que to estaba por ir a mejor y me equivoqué,¡Me equivoqué al pensar que mi escuela llena de héroes me ayudaría!,¡Al pensar que si me esforzaba podría salir de este hoyo!,¡Y que al tener a alguien a mi lado ya no me sentiría tan sola!- sacó a gritos a pesar que su pobre garganta ya no podía más.

Toga entrelazó sus manos entre las de Ochako para evitar que ella se siguiera haciendo daño.

-...Al final, decidí acabar por mi cuenta lo que me retiene, lo que me hizo sentir angustiada, y ver otro panorama...-comentaba extrañamente fría- hoy con mis propias manos, asesiné a mi madre- tal vez solo quería decirlo, tal vez necesitaba comprensión, que alguien no la compareciera y simplemente estubiera a su lado.

-¿Cómo te sientes?- volvió a interrogar la rubia.

-Liberada, si ya estaba cargando con una culpa confusa, ahora que sé por completo que fué por mí, lo puedo llevar en paz, y el hecho de que estés aquí...me hace feliz, querida desconocida- se burló un poco más animada al final, y soltando por completo sus cabellos.

Himiko se preguntaba si sería correcto decirle de lo que ella es capaz, y de sus admiraciones, pero ese no era el momento adecuado.

-Oye, ¿Qué piensas sobre los héroes?...¿Ser un héroe?- preguntó en conjunto.

-Esa es fácil- aligeró el ambiente la castaña mientras su tono alegre de voz regresaba a ella- Yo los admiraba como una simple fan, pero ahora es diferente, verás, hay héroes que te ayudan de corazón y sí se interesan por tu bienestar, y hay muchos otros para los cuales no importas nada, me quedó muy en claro como ejemplo en mi escuela...-murmuró al final- y yo no soy un héroe, eso lo tengo muy claro, voy a seguir en la U.A. porque me esforcé por entrar, pero al final, yo voy a unirme a formar parte de la yakuza-contó con emoción su plan a futuro.

Himiko sabía ahora que no tendría complicaciones con Uraraka, porque ella no sería un héroe, sus ideales y pensamientos sobre los verdaderos héroes no serían un impedimento, y más que nada, admiraba a Ochako por su fuerza y determinación.

Apenas se conocían, pero quedaba mucho tiempo para que se compenetran y aprendieran a caminar juntas. Porque así está destinado a ser, porque se lo merecen, y porque son lo único que tienen.

Gravedad Cero(Villain Uraraka)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora