Capítulo 3

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Dedicado a: SSPdreams

Esto es…—dije a medias

—Es solo una página escrita a parte. Como si creases un libro y dejases el prólogo para el final—dijo Max—lo importante viene a continuación, en el resto del cuaderno—añadió

—Vale—pasé página y comencé a leer en voz alta:

—Soy Lara, Lara Rout. Padezco de esquizofrenia severa y una bipolaridad, o multi personalidad, muy grave. Digamos que mi otra yo es una asesina psicópata. No, nunca he matado a nadie, pero he sentido ese deseo con muchas personas, probablemente todas las que conozco menos mi esposo. Él y yo tenemos una hija en común, no hace muchos meses que nació, pero por desgracia no puedo estar con ellos. Soy un peligro para mi hija… Fue así como fui internada en el hospital psiquiátrico cercano a mi hogar luego de un tiempo de haber dado a luz. La verdad, no pensé estar haciendo esto pero mi psiquiatra me recomendó escribir una especie de diario. Es así cómo comencé esto—llegué al final de la página y cerré el cuaderno

—No es por nada pero su mujer estaba loca de atar—dije

—Querías respuestas, ¿no? Ese libro es un testamento de todo lo que ocurre allí dentro

—Max, es solo un diario—contesté

—Solo leíste la primera parte del día 6 de junio. Busca el 12 de agosto—ordenó

Yo obedecí y comencé a leer en voz alta:

—12/8/1997: Intentaron quitarme el cuaderno hace una semana para que no pudiese seguir escribiendo lo que sucedía. Dicen que solo soy una loca que escribe cosas incoherentes, pero saben que es mentira. Loca estoy, pero todo lo que he escrito aquí ha sucedido realmente, sino por qué me quisieran quitar el cuaderno. Comencé a escribir un diario pero, con el tiempo, se ha ido convirtiendo en un testamento. Han sucedido muchas cosas. En solo dos meses me trasladaron a otro sitio, un manicomio, pero está dentro del mismo psiquiátrico, en una esquina de este, tras un sótano y un largo y angosto pasillo. Allí…allí han sucedido cosas que no son muy agradables de recordar, por tanto las dejaré aquí e intentaré pasar página, como si del propio cuaderno se tratase.  Para empezar, hace dos días, el 10 de agosto de 1997 fui…fui violada por mi psiquiatra. El resto de doctores, trabajadores, y todos allí ignoraron mi palabra, solo decían que estaba “loca”, fue bastante duro para mí no contar con el apoyo de nadie. Ahora me transfieren a un manicomio secreto e ilegal que está siendo sustentado por un tal Collins, el segundo al mando en el psiquiátrico. Tengo entendido que el dinero lo saca de su hermano, pero eso es sólo un rumor. Hoy no he hecho nada salvo recordar viejos tiempos. A los tres días de ser internada en el psiquiátrico, la chica del otro lado de la pared, mi “vecina”, se metió a mi celda, es decir, “habitación”. Ella sí que estaba “loca”, en el buen sentido de la palabra, si es que lo tiene. La primera noche retiró de la pared unos cuatro bloques de concreto que, sabrá dios cómo, había logrado aflojar. Cuando se removieron los ladrillos me asusté, como es obvio, pero al ver salir a una persona me sentí alviada. Ella se presentó con una sonrisa jovial, que resultó ser un par de cortes en sus mejillas para extender sus sonrisas de oreja a oreja. Dijo ser una asesina en serie y se hacía llamar Nina. Ella también fue diagnosticada de bipolaridad. Su otra personalidad era una asesina serial muy psicópata, tanto que, como quizá quien sea que lea esto pudo haber notado, parecía ser esa chica de las leyendas urbanas: “Nina the killer”. Esa aterradora sonrisa permanente y estirada, esa manera de mirar todo, su comportamiento, sus crímenes, su nombre, su piel, su pelo, daba un poco de escalofríos. Aunque lo gracioso y un poco perturbador fue cuando decidió irse a dormir, pues se despidió diciendo: “Go to sleep my princess” Las primeras noches fueron bastante creepy's, no lo niego, pero con el paso del tiempo, con cada visita, le pillé cariño a aquella pobre loca que decía ser una leyenda urbana. La verdad es que Nina me sorprendió. Sabía mucho de aquel sitio. Entonces una buena noche comenzó a “entrenarme”. Según ella decía, en el psiquiátrico usaban una táctica un tanto perturbadora. El tratamiento que nos daban solo nos atormentaba más y hacia crecer de forma muy acelerada nuestros niveles de locura. Eso nos conduciría a electro shock y, como resultado de este, acabaríamos más desequilibrados mentalmente. Así se aseguraría que nunca nos curásemos, por tanto, nos encerrarían hasta morir. La pobre Nina contaba su pasado tal cual la leyenda urbana. En mi opinión era una imitadora, aunque por momentos parecía ser la verdadera Nina. El entrenamiento consistía en prepararme para lograr vivir en aquel sitio sin tanto sufrimiento, a esperas de la muerte. Cuando notó de la existencia del diario aumentó su interés en mi aprendizaje, también me reveló un secreto. Dijo que en tres años habría un hueco, un gran vacío en los turnos de guardia y todo lo relacionado al psiquiátrico, si llegaba cuerda a ese día, podría escaparme y hacer llegar el diario a alguien de confianza. Nina solía decir que aquí todos estábamos o bien locos, o alguien nos retenía por beneficio. Me prometió investigar por qué tendrían a alguien que nunca manifestó su locura de manera peligrosa en el psiquiátrico. La muy, “loca”, lo logró, pero no pudo decirme, me encerraron en el manicomio. Nina era increíble para ser menor que yo. Mi edad era la de 31 años, mientras que ella debía de tener veintipocos años. Me explicó con mucho detalle el plan del escape en tres años. También me contó a detalle cómo “sobrevivir” manteniéndonos cuerdas. Dando como única explicación el siguiente argumento: “En su momento alguien me ayudó también” Hasta la actualidad no le he vuelto a ver, pero tengo sospechas de que me apartaron de Max con algún interés en específico. Ahora, lo único que pienso es en mi hija Clara

Saturno [Re Abierto]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora