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Tal como ha dicho, ____ me esperaba al inicio del verano.
Nos encontrábamos en la entrada del Torii, llevándome a diferentes lugares a jugar o tomar descansos.
En ese momento estábamos en el lago al borde del puente. Por inercia retiro mis calcetas y botas azules para luego sentarme al borde he introducir mis pies al agua.
—¡Que fría está!
—Qué atolondrado eres —aclara sentándose al borde del puente en forma indio—. Pues claro que el agua está fría.
Después de eso nos retiramos para pasear en otros lados del bosque donde no conocía. Ella guiándome y yo seguirla mientras disfrutaba el momento con el sonido de las aves he cigarras.
Hasta que de pronto, una gigantesca mano de madera sobre sale en una copa de árbol.
—____ —la voz suena entre las hojas ylo detiene entre los grandes dedos, en cambio yo grito su nombre preocupado—. Ten cuidado, ____. Eso es un niño humano, si te toca desaparecerás.
—Gracias —calma al espíritu con tranquilas y cortas palabras—. No pasa nada.
La mano empezó alejarse de ella volviendo poco a poco entre las hojas
—Haz el favor de no tocarla —desaparece escuchando eco—. Niño humano.
Asiento temeroso por lo que vi, por un momento pensé que me amenazaría en comer como el zorro.
Ella avanza en lo que la sigo, oyendo campanillas y más ecos de diferentes voces a cualquier parte del bosque. Veo mi alrededor encontrando Kasa-obake.
—____ —aparecen en los lados del camino—. Ten cuidado...____, ten cuidado...____.
Repetían una y otra vez la advertencia, preocupándose por ella y verme un peligro. Los demás youkais si pueden tocarla de eso no hay duda, pero un humano seria su desaparición, como ella dijo.
Esa era mi primera regla, no tocarla...por el momento.
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