No lo toques

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Unas niñas y muchos niños saltaban al rededor de Robin y el pequeño Juan, Tuck esta con otros niños jugando ala casita y Haru fue rodeado de niñas que empezaron a jalar su capucha, hasta que una niña salto lo suficientemente alto para jalar la parte que tapaba su cabeza, su cabello fue tocado por los rayos del sol por un momento podían ver dorado pero su color era algo único un color blanco diferente al de las personas mayores, dejando a todos en la plaza con los ojos abiertos como platos y la boca hasta el piso.

-¿Una bruja?

-¿Una anciana?

-llama mucho la atención, nunca le eh visto.

-bonito

-conejito

-¿Que es?

-¿Quien es?

Habían voces por todos lados, pero los gritos de los niños fue lo más fuerte, hablaban muy fuerte preguntando tratando de tocar, saltando de un lado a otro, rodeando solo a Haru.

Robin lo vio el color era más evidente con la luz del sol, y la cara del chico le preocupaba estaba pálido, mucho más de lo que siempre parecía, asustado casi alas lágrimas, en un instante este corrió y tomo al conejo en un segundo dió una vuelta y lo último que se vio fue su capucha y su cabello saliendo de la capucha, era largo y liso, con un color muy llamativo.

El príncipe recordó lo que no deseaba recordar y solo huyó sin decir nada, aunque no corrió mucho solo llegó ala entrada del bosque donde se asustó y con el mordisco de su pequeño amigo así volvió ala realidad, paro y se recostó contra un árbol, dejo al pequeño aún lado y se puso la cabeza entre las rodillas, algunas lágrimas parecían asomarse y querés salir pero ninguna salió, ningún llanto se escucho, unos momentos después Robin lo encontró y lentamente se acercó, Tuck y el pequeño Juan llegaron pero al ver la atmósfera el pequeño Juan se llevo a Tuck.

-Haru ¿Está bien? ¿Sucedió algo?- llegó a su lado.

Robin esperaba respuesta del chico y así sentarse frente a el para hablar, si no respondía pensaba darle espacio aunque esto le dará mucho nerviosismo, más su sorpresa llegó cuando el príncipe Juan levanto su cabeza las lágrimas parecían ser atrapadas por sus pestañas y estás no les permitían irse, la luz les daba brilló como a diamantes y sus ojos color celeste parecían aún más claros, incomparables y brillantes, el entorno un poco rojo y sus enormes ojos le veían fijamente.

-Me asuste, perdón Robin irme así fue muy feo- bajo su rostro y extendió sus piernas.

El pequeño conejito salto a su lado y vio a los muchachos, sin llamar la atención se quedó a un lado, Robin bajo rápidamente quería ver esa hermosa vista una vez más.

-No te disculpes, pueden contarme a mi lo que quieras.

-Es una historia que no puedo contar pero... Gracias Robin eres un muy buen amigo- el chico volvió su cara y le sonrió a Robin, está acción le calmo un poco pero género aún más curiosidad por el muchacho.

-Esta bien si no me dices pero tiene que ver con tu cabello? - Robin se terminó de sentar y acostar hacía el árbol con Haru.

-Si, casi todos mis problemas se an relacionado indirectamente o directamente con mi cabello.

-Es una pena que así sea, me parece hermoso y se ve aún más hermoso en ti.-Robin le sonrió al muchacho inocentemente hablando de su belleza sin tener cuidado en lo que esas palabras provocarían.

-Gracias- respondió algo bajo el príncipe Juan que comprendía ahora mucho mejor porque muchas personas amaban a ese tipo junto a el.

El aire soplaba y no habían palabras pero una extraña tranquilidad rodeo a el príncipe Juan, sus problemas y pensamientos se desvanecieron, un rato después aparecieron Tuck y el pequeño Juan, se acercaron con mucha calma hasta que llegaron donde ellos.

-Si no te sientes bien come un poco del mejor Pai que jamás podrás encontrar- Tuck le dió el trozo a Haru que lo recibió.

-¿Estás mejor?- pregunto algo temeroso el pequeño Juan.

-Si, muchas gracias, estoy mucho mejor gracias a Robin- le dió una amable sonrisa Haru y luego volteo a ver a Robin- Gracias Robin Hood.

-Es un placer ayudar, Haru- Le dió una pequeña y agradable sonrisa Robin.

-Bueno creo que debo volver al bosque, aún tengo mucho que hacer- Se levantó Haru rápidamente, se acordó la capucha y empezó a buscar al pequeño conejo.

-Tan pronto? Te podemos ver después?- dijo Robin algo nervioso de no volverlo a ver.

-Claro los veré de nuevo, somos amigos, aunque siempre estoy ocupado así que no los veré seguido- trato de relajar a Robin y tomo al pequeño conejito escurridizo.

-¿Cuando te veremos otra vez?- dijo Tuck

-Tal vez me encuentren en el bosque, en las madrugadas suelo dar paseos, tal vez me vean, si no es así yo los encontraré, pero si nos volveremos a ver.

Al terminar de decir eso no dejo que hablarán más y despidiéndose apresuradamente se empezó a ir adentrándose más y más en el bosque hasta que no se vio más, en ese momento el pequeño Juan pareció recordar algo.

-Su espalda me recuerda al extraño que uso magia, el que vago por el bosque, además ¿Que fue eso de encontrarnos? Sabe dónde estaremos aunque es la primera vez que pasamos juntos.- el pequeño Juan volvió a ver a Robin y su rostro se puso muy serio, quería empezar a seguirlo pero ya se avía ido y si realmente era ese extraño ya debería aver desaparecido.

-Es extraño y no sabemos casi nada de el, además no estamos seguros de lo que dijo sea verdad pero no parece ser mala persona.

-Es como un juego de escondidas o parecido- menciono Tuck que vio a sus amigos hablando seriamente.

Luego de su despedida el príncipe se fue a toda prisa al lago ya se avía tomado demasiado tiempo ya debía ir al palacio. Robin y sus amigos regresaron al pueblo para hablar con la gente del pueblo, para recibir las preguntas sobre el chico y hablar sobre el desayuno, nada extraño avía parecido suceder sobre el príncipe Juan y sus comidas, el palacio compraba los suministros a un buen precio y llamaba a todo el pueblo para comer, era una buena comida y sucedía 3 veces al día, los pueblerinos podían comer sus meriendas aparte así que aún salían a vender un poco, las personas parecían tener más tiempo luego de eso, así que empezaron ah hacer cosas nuevas para poder cubrir el resto de impuestos que demandaba el palacio.

El príncipe estaba listo para irse de la cabaña pero sintió que algo no estaba bien, y no sabía muy bien por qué, todo estaba en orden y el estaba en orden, tomo al conejito y lo puso en la cama.

-me tengo que ir, cuida bien el lugar volveré en cualquier momento, no comas demás, estaré aquí antes del cambio, adiós- se acercó y me le un pequeño beso en la cabecita.

Llegó lo más rápido que pudo al palacio y al llegar no dudo en salir de la habitación y se dirigió ala cosina dónde los cocineros empezaron a cambiar turno, cocinar para mucha gente agotaba y así que para no tenerlos a todos cansados al mismo tiempo los dividieron en 2 equipos que cambiaban turnos, los guardias ya avían desayunado y empezaron a hacer su respectivo trabajo cada uno, las sirvientas empezaron a limpiar el palacio y su querida prima ya se dirigía al pueblo, todos estaban muy ocupados, así que sin llamar la atención se fue a hacer su trabajo tenía muchos papeles para trabajar y el reporte para Arturo lo esperaba, sería una tarde agotadora.

Continuara...

Espero pronto sacar otro capítulo, gracias por leer, si gustan pueden apoyarme con una estrellita y sus comentarios ^^ además de seguirme por si gustan de conocer más historias! ( ◜‿◝ )♡

Robin Hood (yaoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora