Negro. Sólo un simple color. Los cuervos son negros y representan muerte. Negro y Muerte. Estaba rodeada de ambos.
Amigos, familia, conocidos, muertos.
Sólo había eso en aquel lugar.
El cementerio.La última vez que estuve ahí fue cuando mi último abuelo vivo murió, para ese entonces tenía cinco años, y siempre pensé que no volvería en un muy, muy largo tiempo, tal vez con la muerte de un tío o de mis padres. Pero jamás pude haber imaginado volver por la muerte de mi mejor amiga.
Diana había perdido la conciencia cuando el camión le impactó. Al llegar la ambulancia sus pulmones ya no funcionaron más, los paramedicos hicieron todo lo que pudieron, pero poco después su corazón se detuvo. Para siempre. Uno de los vecinos, que habia presenciado todo, llamó a Daniel en el segundo que me fui con la ambulancia, pero al llegar al hospital ya era muy tarde, para Diana y para él. Estaba destrozado, al igual que yo, cuando el doctor dio la noticia. Lloré y el sólo se retiró.
Los padres de Diana llegaron la mañana siguiente, su madre lloraba a mares y su padre mantenía un postura seria, aunque sus ojos demostraban lo contrario. Poco a poco la gente fue llegando. Amigos de secundaria, preparatoria y el club de voleibol. Familiares lejanos y cercanos. Incluso mis padres. Muchas personas. Lo cual demostraba lo especial que había sido Diana.
Daniel estaba desaparecido. No estaba en su departamento, ni en la biblioteca, ni en ningún lugar. Se había ido. Huyendo del dolor.Hubo un funeral. Funeral donde yo tuve que hablar. Todos los que hablamos usamos las mismas palabras entrecortadas por nuestro llanto: "Diana había sido maravillosa. La mejor hija. La mejor amiga..." sólo palabras de dolor.
Ahí estaba. En el cementerio. Mientras terminaban de cubrir la tumba de Diana. La había visto viva y hermosa. Pero cuando la vi muerta, se veía tan tranquila, ya no iba a tener problemas o dolor alguno, era libre del dolor y la angustia de vivir cómo humano.
Diana creía que todos veníamos al mundo para amar, crecemos con amor y morimos con amor, jamás le creí. Yo decía que veníamos acá para crecer y conocer, viviendo de dolor hasta morir. Tal vez Diana tenía razón. Ella había nacido con amor, y todas las personas presentes en ese lugar demostraban que había muerto con amor. Tal vez ella era la excepción de una vida llena de dolor, había sufrido, si, pero el amor que recibía compensaba el dolor y lo hacía parecer algo insignificante.
Diana M. Jones
1996 - 2015
Hija. Hermana. Amiga. Poeta.
"Si la oscuridad me toma un día, la luz de mi vida será mi guía"Eso decía su lápida. Siempre había dicho que quería llevarse a la tumba sus poemas y sus padres cumplieron con ello.
Fui la primera en salir de aquel lugar lleno de muerte negra. Corrí lo más rápido que pude, mi vestido negro se levantaba con el viento, pero a mi no me importaba, sólo lloraba y buscaba alejarme de ahí. Corrí. Corrí. Entre las lápidas de muchos desconocidos, muertos. Mis piernas fallaron y caí. Mi rostro dio contra el césped, tragué y escupí un poco, me quedé ahí, llorando y compartiendo mi dolor con la tierra.
¿Por qué Diana? ¿Por qué?
Cerré los ojos, sin parar de llorar, esperando morir ahí, pero dos manos me tomaron de los hombros, y me voltearon. Abrí los ojos para ver quien era.
Cabello oscuro. Ojos verdes.
Oliver.
No dije nada y él tampoco. Me tomó de la cintura y me cargó, llevándome con el lejos de ahí.
Llegamos a su auto y me dejó en la parte de atras, acostada en posición fetal, llorando. Él subió del lado del conductor y nos fuimos. Lloré todo el camino. Lloré hasta que todo se volvió oscuro.Desperté en mi cama, mis ojos ardían, así que me levanté y salí de la habitación, Oliver estaba en la sala, sentado en el sofá viendo televisión, volteó y me miró apagando la televisión.
-¿Cómo sigues?- preguntó
-Vacía- contesté con la voz ronca
-Lamento lo que pasó.
-Estoy harta de escuchar eso Oliver... por favor.
-De acuerdo
Tomé asiento junto a él.
-La vida apesta, Oliver- suspiré.
-Lo sé, ¿quieres que me quede?- lo miré, sabía que le dolía aquello.
-No te preocupes, iré a distraerme, tal vez busque a Daniel que lleva días perdido, no lo sé- me encogí de hombros y el asintió colocándose de pie.
-Vendré mañana. Cuídate- se levantó del sofá-. Tus padres vinieron a despedirse pero no quisieron despertarte, te llamarán cuando su vuelo termine.
-Gracias Oliver- él se alejó camino a la puerta-.Te quiero
-Y yo a ti Lena- sonrió y salió.No hice nada. Sólo dormí más. Era la única forma de no sentir ni recordar nada. Dormí mucho.
Cuando me dió hambre me levanté para comer algo pero no había nada en el departamento. Tenía que comprar algo. Tomé algo de dinero y salí, mi apariencia no era la mejor, ojos rojos, cabello despeinado, vestido negro lleno de césped y tierra, al igual que mis zapatillas, pero no me importó.
Bajé por las escaleras, lentamente, pero cuando casi llegué al piso de abajo escuché un ruido cerca, terminé de bajar y vi la puerta del departamento de Daniel, estaba abierta. Daniel había vuelto. Le resté importancia y planee seguir bajando al lobby, pero otro ruido captó mi atención. Algo se había roto, un vidrio tal vez. Decidí acercarme, tal vez estaban robando o tal vez Daniel había tirado algo por error, ¿valía la pena correr el riesgo? No lo valía, pero era el hermano de Diana, así que fui.
Daniel estaba tirado en el suelo, parecía dormido, cerca había pedazos de lo que alguna vez fue un espejo, no había papeles por ningún lado y los libros de su biblioteca estaban tirados en el suelo.
-¿Daniel estás bien?- pregunté desde la puerta.
-Largo- me gritó desde su lugar en el suelo.
-No voy a irme sin saber si estas bien o no...- hizo silencio, no hablaba pero sabía que seguía consiente-. ¿Daniel?
Me acerqué a él agachadome a su lado, su cabello estaba revuelto y tenía una barba corta, se veía terrible, lleno de ojeras y con la ropa sucia, respiró profundo y sentí su aliento a alcohol.
Quería irme y dejarlo sólo con sus problemas, pero sus problemas eran también los míos. Ambos la habíamos perdido. Entonces me senté y me quedé, ahí con él, en silencio durante un largo rato.
-Lo último que me dijo fue: "Estoy a dos cuadras"- dije rompiendo el silencio después de media hora-. Si tan sólo hubiera sido un "Te quiero" pero no, no lo fue.
-Le enseñé a andar en bicicleta, la ayudaba a practicar voleibol, incluso le di consejos sobre cómo golpear a los cretinos- rió, pero de una manera lúgubre.
-Tenemos que levantarnos, Daniel- dije mirando el techo.
-Si lo hacemos significará que queremos salir adelante, pero yo no quiero y se que tú tampoco- dijo y asentí.
-Ella nos patearia el trasero para que ambos nos levantemos, literalmente- dije y ambos reímos, con dolor, pero reímos.
-Odio decir esto, pero... ¿me ayudas a levantarme?- sonreí y unas cuantas lágrimas se escaparon de mis ojos.
Me levanté y tomé sus manos halando de él. Pesaba mucho pero logré levantarlo los suficiente del suelo para que él terminara de levantarse, y lo hizo. Ambos nos levantamos.
-¿Y ahora que?- preguntó
-Te darás un baño, te afeitaras y por favor quítate ese aliento de alcohol- dije intentando tomar el control, pero no era tan sencillo.
-De acuerdo- sonrió, se acercó a mí y me abrazó. Respondí su abrazo con el mismo dolor con que el me abrazó-. Gracias-- se alejó de mí y entró en el baño.
Tal vez no me había llevado bien con Daniel antes, pero él era parte de ella, y si tenía que compartir con él para sentirme cerca de ella, lo haría.Ninguno pretendía estar bien, ¿para que si todos sabían que andábamos mal? Daniel no hablaba con sus padres, ellos me llamaban todas las noches para preguntarme como seguía el y yo siempre respondía: "Cómo cualquier chico que perdió a su hermana". Los días pasaban y todo era muy diferente, ya en las comidas no había risas, cada uno detestaba tener que levantarse cada día y siempre había un lugar vacío. Oliver estuvo conmigo en algunas ocasiones, me ayudaba con la tarea o solo me acompañaba, no charlábamos mucho. Una noche se quedó a cenar con Daniel y conmigo en el departamento de Daniel, desde el día que nos levantamos ese lugar estaba siempre en orden, según Daniel lo ayudaba a distraerse, después de la cena, mientras Daniel lavaba los platos sucios, Oliver se acercó a mi.
-Se acerca el verano e iré a pasarlo en casa de mis padres. ¿Está bien si te dejo sola todo este tiempo?- preguntó y sonreí.
-Todo bien, además tengo a Daniel, no es mucho pero algo- respondí.
-Nath está preocupada. Dice que no hablan desde aquel día. Han pasado tres meses Lena, no te alejes del mundo- colocó su mano sobre mi hombro, como si estuviera dándome el pésame.
-No estoy alejada del mundo. Sólo muy ocupada con los exámenes finales y el trabajo, intentaré llamarla mañana- intenté sonreír pero solo hubo una mueca.
-De acuerdo. Cuídate. Nos vemos luego. Te quiero- me dio un abrazo y un beso en la frente, luego se levantó y se fue.Cuando la puerta se cerró tras Oliver, me senté en el sofá y comencé a llorar, extrañaba a Diana, la necesitaba. Daniel se sentó a mi lado y me abrazó, la ultima vez que lo había hecho había sido tres meses atrás y se había sentido doloroso, pero esa vez se sentía cálido, muy cálido, apoyé mi cabeza en su pecho llenando su playera con mis lágrimas y él me abrazó con más fuerza. Recordé a Diana. Ella siempre había querido que nos lleváramos bien y al final, lo habíamos hecho, pero me asustaba, me asustaba la calidez de los brazos de Daniel, me asustaba la calidez que crecía en mi pecho.
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Para Siempre Joven
RomansaEra feliz y no lo sabía, jamás me esperé que ocurriera aquella tragedia, y sufrí mucho por ello, pero gracias a eso conseguí apoyo y amor en quien menos lo pensaba. Ella nos unió, y nosotros la amamos hasta el final. Portada por @IrreBlu ♡♡