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Miami | Estados Unidos

Miami | Estados Unidos

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| Gemma Ricci |

Desperté por la claridad que entraba por el ventanal enorme de la habitación del hotel, a mi lado estaba Rodri pasando un brazo sobre mi cuerpo. Era tan lindo despertarme y tenerlo al lado.

Moví su brazo para levantarme e ir al baño, pero no se hizo mucho cargo que digamos, giró para el otro lado y siguió durmiendo. El alcohol de anoche hizo mucho efecto en su cuerpo y podría jurar que va a dormir algunas horas más. Todavía es muy temprano, y nos dormimos hace, aproximadamente cuatro horas, pero una vez que me despierto no puedo dormir más.

Hice lo debido y agarré mi celular que estaba sobre la mesa de luz para responder algunos mensajes de mi mamá y de un amigo. No podía ignorar el mensaje de hace algunos minutos, por más que quería no podía.

Leandro Paredes

Duermen todos, nos encontramos en
la terraza? >

Dudé algunos segundos en responder, pero la respuesta estaba más cantada que el himno. No iba a dejar las cosas colgadas con Leandro, todo merecía una explicación y porqué no un cierre.

Lo nuestro viene desde enero del año dos mil diecinueve, año el cual decidí comenzarlo en Argentina con mis abuelos y mi familia completa luego de estar tanto tiempo en Italia sin volver,  país en el que resido hace algunos años con mis padres.

  Nos conocimos en el edificio en el cual me alojé durante el mes posterior a la fiesta de fin de año,  dónde a él le pertenecía un departamento. Sintió lastima por mí al verme llena de ropa que cavaba de retirar de la lavandería, sin poder cargarla en mis dos manos y mi mochila.

  Colaboró con eso y devolví la ayuda unos días después al encontrarlo en la puerta del edificio sin recursos para entrar, debido a la ausencia de un portero y de sus llaves. Por lo que dijo, su mujer se había llevado ambas llaves por equivocacion, dejándolo bajo la lluvia torrencial tan veraniega.

   Y esa tarde, Leandro terminó en mi cama. Provocando en mí la necesidad de seguir viéndolo, de seguir buscándolo, y así fue. Durante esas semanas que fuimos vecinos los encuentros fueron demasiado frecuentes. Hasta que Leo tuvo que volver a su perfecta vida en Francia y yo a la mía, aburrida, en Roma.

  Continuamos viéndonos cuando los planetas se alineaban y cuando nada nos importaba, manteniendo en secreto todo esto.


Desde el principio supimos que no debíamos relacionarnos sentimentalmente y lo tuvimos muy claro en todo momento. Primero que nada, por su familia, pero por otro lado, Leandro no es la clase de persona con la cuál estaría en una relación, sabiendo que no le cuesta mucho ser infiel.

• Feliz de mentira  | Leandro Paredes | •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora