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| Gemma Ricci |
Decido bajar el fuego de la cocina para que terminen de cocinarse las verduras a fuego bajo y no se queme nada mientras ordeno la habitación que hoy no tuve tiempo.
El día un Udine era hermoso y de a poco se siente la llegada de la primavera, siendo los días un poco más templados que lo que fueron en este crudo invierno.
Mientras acomodo lo que no está en su lugar, encuentro la foto junto a Rodrigo en Miami sobre la mesa de luz y sonrío inconscientemente.
Estos meses que pasaron desde que volvimos de suelo Norteamericano fueron mejor de lo que podríamos haber imaginado en cuanto a nuestra relación. Y me lleva a pensar en que, posiblemente, nos apresuramos al organizar unas vacaciones grupales sin tener en cuenta que lo que necesitábamos era tiempo a solas para afianzarnos como pareja.
Y sirvió, sorprendentemente nos sirvió. Lo bueno, es que pese a lo malo que nos tocó transitar allá, pudimos hacer funcionar ésto y nunca bajamos los brazos.
Durante este tiempo descubrí un Rodrigo que no conocía, es lo más atento que existe en el mundo y noto que siempre intenta ser lo mejor para mí, al igual que yo para él. A pesar de que nuestros trabajos nos quiten tiempo, especialmente el suyo, tratamos de disfrutar al máximo los momentos juntos.
Mi trabajo muchas veces coincide con sus entrenamientos matutinos y en esas horas no queda nadie en casa. Trabajo en una cadena internacional de hoteles desde hace dos años y la verdad estoy muy feliz con mi puesto de trabajo. Ocupo el lugar de Licenciada en Relaciones Públicas y mi objetivo es dar la mejor imagen de la empresa frente al mundo. Me siento satisfecha con mi trabajo, y creo que mis jefes igual, ya que me eligieron para asistir a las próximas inauguraciones de los nuevos hoteles en las distintas ciudades de Europa.
Y gracias a mi gran desempeño, pude lograr que me transfieran a Udinese el mes pasado para poder vivir con mi novio y no dejar el trabajo, la jugada perfecta.
La melodía de mi celular me saca de mis pensamientos por lo que voy a buscarlo cuando me doy cuenta que es una llamada. Al llegar y leer la pantalla, dudo en contestar pero al final lo hago.
- ¿Cómo andas? - dice en forma de saludo Leandro, haciéndome sonreír con el sonido de su voz. Supongo que a esta hora es cuando termina de entrenar.
- Muy bien y más ahora que te escucho a vos. - respondo sintiendo un quejido del otro lado.
- En chamuyo tenés un diez - jode, haciéndome reír con una carcajada. Miento si digo que no lo extrañé en estos días sin escucharlo. - ¿Era para mí la canción de la historia? - repite la misma pregunta que hizo por Whatsapp días atrás y que evité responder.
