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Roma, Italia
20 de mayo de 2020

Roma, Italia20 de mayo de 2020

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Gemma Ricci

Termino de arreglarme luego de ver qué el reloj marca las ocho y cuarto de la mañana, con el objetivo claro de sentarme a desayunar con mis papás y mi hermano que, al igual que yo, está de visita en la ciudad.

Antes de bajar de mi habitación, decido abrir la computadora y leer el email que recibí de la empresa, el cual es una respuesta positiva a mi pedido de licencia durante algunos días, aludiendo un "problema familiar" por el cual tuve que viajar durante algunos días, lo que explicaría mi ausencia.

Guardo mi celular en el bolsillo trasero de mi jean y salgo de mi habitación en dirección al comedor, dónde solo me recibe mi hermano, Franco. 

- ¿Como nos levantamos hoy? - pregunta, apenas al verme, sentado en la mesa apunto de comenzar a desayunar.

- Feliz porque te veo a vos. - me abrazo a su cuello y él solo ríe, sabiendo que evité su pregunta sobre mi estado de ánimo. - ¿Mamá y papá? - cebo un mate del que ya está preparado sobre la mesa y tomo asiento justo al lado de él.

- Salieron a hacer compras. - responde, sin mucho interés, revisando su celular y dejándolo nuevamente sobre la mesa segundos después. - ¿No pensas decirles que estás acá porque te separaste y no de visita? - hace comillas en las últimas tres palabras y desvío mi mirada de él. - Dicen que seguro Rodrigo viene el finde después de jugar.

Su pregunta es intimidante. Ni siquiera tengo claros los motivos de haber ocultado la situación real y sin maquillarla.

Lo primero que se me vino a la cabeza cuando llegué a su casa fue decir que iba de visita y Rodrigo estaba entrenando y el finde jugaba, otra excusa ideal no había para este momento, pero, ni siquiera sé cuánto voy a tener que sostenerla.

- Ya sé los voy a contar, déjame procesarlo. - contesto.

Mi hermano no dice más nada y se retira de la mesa poniendo como excusa el baño, ahorrándose los consejos y retos que tiene para mí en este momento.

El sonido de mi celular interrumpe la degustación del mate, avisando una llamada entrante. El nombre de Leandro aparece en la pantalla, provocándome mil sensaciones, malas, vale aclarar.

Me percato de que Franco no esté dando vueltas por la planta baja de la casa y me convenzo de atender cuando lo veo por el ventanal que da al patio jugando con Bubu, nuestro perro.

- ¿Qué pasa? - digo, apenas atiendo.

- Estoy a una cuadra de la casa de tus papás. ¿Me llego o venís vos y hablamos? - su tono es amenazante, y sabe que va a conseguir lo que quiere. - A mí no me parecería adecuado que el mejor amigo de tu novio te pase a buscar, ¿A vos sí?

• Feliz de mentira  | Leandro Paredes | •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora