❝ᴜɴᴏ❞

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Una de las cosas que Sunoo más amaba, era hacer galletas; sentía que lo relajaba, incluso le parecía divertido cuando hacía de diferentes figuras y colores, eso le ayuda a olvidar los problemas que lo rodeaban.

Cuando tenía diez años su abuela le había enseñado la receta mágica -según él- para hacer galletas, y desde ese día, prepara galletas para toda la familia y para sus amigos más cercanos, incluso hacía galletas para sus vecinos, hasta que, por problemas económicos, decidió que venderlas sería una buena idea.

Al principio fue difícil, pero luego se hizo muy conocido por la mayoría de sus vecinos, lo llamaban "el chico de las galletas", él amaba ese sobrenombre.

—Estoy en casa~ –cerró la puerta tras él, contando el dinero que había recaudado ese día.

—Sunnie, ¿cómo te fue?– pregunto su hermana mayor, Yeri, dándole un cariñoso abrazo.

—Bien, logré vender todo –sonrió satisfecho– Toma–le entrego todo el dinero, pero su hermana negó.

—Ya te dije que guardes ese dinero para ti, yo estoy consiguiendo dinero.

—No, Yeri, yo también quiero aportar– dijo muy decidido.

—No –se cruzó de brazos– Ve y compra para ti otra sudadera, ya me aburrí de verte con esa.

—Deja mi sudadera, es mi favorita.

—Es la única que tienes –suspiró– Yo se que quieres ser un buen hijo y ayudar, pero solo tienes dieciséis.

—Me dices lo mismo siempre y sabes que no te haré caso–dejó el dinero sobre la mesa del comedor– Tú no me mandas–le enseño la lengua y corrio a su habitación.

Yeri lo vio alejarse y sonrió, su pequeño hermano era muy adorable e inocente, se sentía orgullosa de él, pero le gustaría que viviera más como alguien de su edad y no preocupado por la economía de su hogar, él aún no estaba para trabajar y privarse de salir con sus amigos, o de descansar en sus vacaciones. Pero Sunoo era muy puro, y prefería dejar lo demás de lado para ayudar en lo que pudiera.


《🍪》


Sunghoon no hacía nada más que dedicarse a sus estudios, la Universidad era muy pesada a pesar de ser su primer año, no tenía mucho descanso, pero estaba un poco aliviado, un examen más, y estaría de vacaciones.

Trato de poner total concentración en lo que estaba leyendo, pero la imagen del chico que llegó a su hogar vendiendo galletas hace pocos minutos no salía de su cabeza, ¿la razón? Aún escuchaba su irritante voz, jamás lo había visto por ahí, de seguro porque él nunca salía.

Nunca se consideró una persona muy amable o social, todo lo irritaba fácilmente, quizás por la presión de sus estudios o porque simplemente ser gruñón estaba en su ser. Muy pocas personas habían logrado congeniar con él, sus mejores amigos Jake y Heeseung era un ejemplo, los tres eran vecinos y eso también ayudaba a que convivieran, pasaban juntos la mayor parte del tiempo.

—¡Hola Sunghoon!– entró de golpe Jake en su habitación, haciéndolo sobresaltarse.

—¡No hagas eso!– exclamó molesto.

—Uy, perdón señor enojón– se tiro en la cama del pelinegro.

No entendía cómo terminó siendo amigo de Shim Jake, uno de los chicos más hiperactivos y dramáticos de su clase, era todo lo contrario a él, ruidoso e inquieto.

—¿Qué haces aquí? Mañana tenemos examen.

—Vengo a que mi profesor favorito me de clases.

—No te tengo paciencia cuando se trata se enseñarte algo, lo sabes– suspiró.

—Entonces déjame quedarme, me siento aburrido en mi casa– hizo un puchero.

—Como sea– rodó los ojos y siguió en sus estudios– Solo no hagas ruido.

Los minutos pasaban en silencio, Jake se había mantenido en silencio, tal y como Sunghoon se le había ordenado. Con sigilo y cuidado de no molestar a su mejor amigo, sacó una pequeña y decorada bolsa de su mochila, la empezó a desatar sin darse mucha cuenta del ruido que estaba haciendo.

—Te dije que guardaras silencio– apartó la mirada de su libro un tanto irritado.

—Lo siento, tengo hambre.

Sunghoon miró a Jake sacando una galleta decorada de una bolsita transparente con un lazo amarillo.

—¿Qué es esa cosa?

—Es una galleta, ¿no es linda?– se la mostró al azabache– Es una galleta de mi cara, incluso le puso cabello como el mío– sonrió.

—Son igualitos, se ven chuecos y feos– se burló– ¿Quién te hizo esa mala broma?

—¡Cállate!– escondió su galleta para que dejara de burlarse– Se la compre al chico de las galletas, las hace personalizadas si quieres, ayer le pedí una de mi rostro y aquí está.

—¿Y ese quién es? No me gustan esas cosas, y si así las decora, de seguro saben igual de feo– hizo un gesto como si fuera a vomitar.

—¡Blasfemia!– gritó de repente– No puedes decir eso si no las has probado, es más, lo harás ahora mismo.

—¿Qué? ¡No! Ni hablar, deja de molestarme, sabes perfectamente que no me gustan– le dio la espalda.

—De lo que te pierdes, pero no te preocupes, un día tendrás que probarlas, ¡es más! Quedarás enamorado.

Sunghoon bufó, su amigo estaba loco, nunca le gustaron las galletas y jamás le gustarán.

「ᴄᴏᴏᴋɪᴇs」- sᴜɴɢsᴜɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora