❝ɴᴜᴇᴠᴇ❞

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Sunoo se balanceaba sobre sus pies a la espera de ser atendido en casa de los Park. Por primera vez en mucho tiempo, algo bueno había pasado. El día antes, Yeri llegó muy emocionada a la casa con la buena noticia de que le habían aumentado la paga mensual en el trabajo, sabía que al menos su hermano menor podría tomarse un descanso para salir y divertirse más seguido, trato de convencerlo de que con el dinero que ella recibía era suficiente, hasta que al final, Sunoo cedió, y creyó que podría tomarse unos días libres para dormir o ver algunas películas.

Esa misma noche tuvo la increíble idea de que sería el momento perfecto para apreciar a hacer algunos cupcakes, pensando en que Sunghoon no se los iba a rechazar. Buscó una receta simple en internet, sacó sus materiales y empezó. El sabía perfectamente desde el inicio que no sería tan fácil porque jamás los había hecho en su vida, por eso, la primera y segunda tanda fueron un asco, algunos estaban muy pesados y otros demasiados crudos, ya había perdido una enorme cantidad de ingredientes, pero no iba a darse por vencido.

—¡Al fin!—gritó al cabo de unas horas cuando sacó los moldes y los panecillos estaban en su punto.

Limpio toda su área de trabajo y se dedicó a la decoración, sería algo muy sencillo, pero el que le daría a Sunghoon iba a ser diferente.

Los segundos pasaban y Sunghoon no atendía la puerta, seguía balanceándose de un lado a otro por el nerviosismo, quería dárselo personalmente y se iba a sentir muy triste si no se encontraba en casa en ese momento.

—¡Buenos días!—saludó con una enfermedad sonrisa como siempre hacía— Tranquilo, no vengo a ofrecerte mis galletas, tal vez la otra semana—rió.

—Ddeonu—sonrió automáticamente ante la energía que Sunoo le transmitía.

—Traje algo para ti—sus mejillas tomaron un leve color rosa.

Sunghoon lo miraba con ternura, iba vestido con un pantalón negro, en su cabeza había un bonito gorrito color celeste y sus zapatos rosas hacían juego con su sudadera. Muy lindo ante sus ojos.

—¿Quieres pasar?—soltó de repente mientras seguía pensando en lo bonito que se miraba.

Sunoo abrió sus ojitos con sorpresa ante la respuesta, era extraño para él porque nunca había estado en la casa de alguien más que no sea sus amigos.

—Los chicos están adentro—siguió hablando al ver la expresión de asombro y nerviosismo— Solo si quieres, está haciendo algo de frío.

El menor asintió y entró al hogar de los Park. Todo dentro de su casa se veía muy ordenado y limpio, el color blanco de las paredes resaltaba las plantas que adornaban algunos muebles. Caminó hacia la sala y se topó con varias fotos enmarcadas en las que se notaban a simple vista que era Sunghoon y su madre, se parecían muchísimo. Tomó asiento en el sofá bajo la mirada nerviosa de Sunghoon, la propuesta había salido de sus labios sin haberla pensado, solo sintió la necesidad de tenerlo cerca más tiempo, dejándolo así pasar a su casa.

Corrió escaleras arriba un tanto agitado, entró a su habitación y encontró a sus amigos jugando con el celular muy entretenidos y a gusto, solo así podían estar en silencio.

—¡Chicos! Sunoo está abajo y necesito que bajen conmigo—dijo muy nervioso.

Jake pausó su partida y puso sus ojos en Sunghoon, se veía nervioso y desesperado, algo totalmente nuevo en él cuando se trataba de alguien más, nunca lo había visto así.

—¿Sunoo? ¿El chico de las galletas? ¿Ese Sunoo?

—Si, tonto, ¿acaso conoces a otro Sunoo que viva por aquí?—rodó lo ojos, siendo el mismo de siempre.

「ᴄᴏᴏᴋɪᴇs」- sᴜɴɢsᴜɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora