Mangel se tiró al sofá con una bolsa de hielo en el ojo derecho. Vegetta se sentó a su lado con un botiquín.
Ya todos estaban en pijama reunidos en el salón con la chimenea encendida, excepto Rubius, ya que él hacía bocadillos en el cocina con algunas cosas que consiguieron comprar en medio de la noche.
—Deberías agradecer que Rubius no es el culpable de esto —Mangel señaló su cara—, porque sino Lolito se vuelve loco.
—Que seas un tontito y te golpees con una puerta no es problema del oso —Vegetta limpió con algodón mojado en alcohol un corte que el lobo menor tenía en su brazo—. Pero de esto me hago responsable. No debimos salir al iniciar la noche, al menos no tú.
—Tengo más heridas en el cuerpo, esto es una tontería.
Luzu se sentó al enfrente—. Me preguntaba hace mucho cuál hacía de omega en vuestra relación.
—Dos psicópatas en una relación, ¿tú qué crees?
—Eso no responde mi pregunta.
Mangel se sentó frotándose la cara—. Lolito es un alfa, yo un beta, ¿comprendes o te lo dibujo?
Luzu rió hechándose para atrás—. ¡Juraría que era al revés! ¡Solo mírate! ¡Jajaja!
Ambos lobos se miraron sin una expresión en la cara.
—Si un día os quedáis sin alcalde, no busquéis en mi sótano.
Rubius salió de la cocina con dos tazas de chocolate caliente. Entregó una a Vegetta y otra a Mangel, luego se sentó al lado del castaño con una sonrisa.
—Entonces, ¿qué es tan gracioso? —preguntó mirando directamente a los ojos amatistas del líder.
—Cosas de parejas —explicó sin mucho esfuerzo—. Nada que te importe.
El omega se mordió los labios furioso. No dijo nada, simplemente se puso se pie y subió a la habitación. No quería pelear con su destinado porque eso afectaría la relación que aún no formaban.
Luzu miró las escaleras, luego a Vegetta y nuevamente las escaleras.
—Rabis te quiere, aunque os hayáis conocido hace unos días. Dale una oportunidad —propuso con tristeza.
El corazón de Vegetta sintió un leve pinchazo, como si algo malo estuviera por suceder. Miró la ventana y la noche espesa que los cubría, esperando que su mal presentimiento no fuera nada grave.
—Solo quiero terminar esto y volver a casa, no me importa nada más.
Luzu rodó los ojos. Miró sus mochila y recordó lo que compró en la tarde durante su recorrido al pequeño pueblo.
—¿Quieres un poco de licor? Me dijeron que el ron de aquí es muy bueno.
Mangel abrió los ojos comprendiendo la repentina acción del alfa. Se disculpó y corrió a la habitación con su mochila repleta de botellas.
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.—“Hemos visto extrañas estrellas en el cielo, quizá muy cerca de nosotros. Es muy probable que se traten de meteoritos.”
Ryan levantó sus orejas escuchando pasos cerca—. Date prisa.
—Espera —Raúl retomó la lectura—. Dice: “Dos meteoritos surcarán el cielo este fin de semana, el sábado, para ser exactos. Será un espectáculo maravilloso, pero tenemos miedo de que con estos vengan más.”
—¡Haced silencio! —Lían los tiró al piso.
Dos guardias pasaron vigilando todo, uno de ellos se detuvo para mirar la pared donde se habían escondido. Los chicos comenzaron a rezar a los dioses para que se fueran.
—Eh, tenemos un llamado de emergencia del señor Auron.
—¿A estas horas?
—Debe ser importante. Vamos.
Esperaron unos segundos y Raúl levantó la cabeza. Afortunadamente ya no estaban allí.
—¡No pasó ni una hora! —se quejó dando vueltas—. ¿Será que nos descubrieron?
Lían miró la isla flotante a los lejos y se negó a regresar—. No hemos salido de Karmaland aún. Nuestra misión a penas comienza.
—“Vuestra misión es traer al científico... del pueblo... que está en señalado en el mapa. ¡Buena suerte!” —Ryan mostró el libro—. Los nombres están tachados y no tenemos un mapa.
Raúl miró al lobo—. ¿Ahora qué hacemos?
—Continuar —dijo Lían con determinación—. Necesitamos encontrar a mi padre.
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.—¿Cuánto tiempo ha pasado desde que salimos? —Vegetta se veía tan tranquilo, al contrario de Luzu que arrastraba las palabras al hablar.
—...¿Dos días?
—Son las diez de la noche —revisó la hora en el reloj de la pared—. Mañana es sábado.
—¡Mañana es la lluvia de meteoritos! —gritó emocionado—. Bueno, solo serán dos, pero será espectacular. ¿Tienes con quien verlo?
—Esa es la razón por la que quiero volver antes —sonrió teniendo un leve mareo—. Esto... Le prometí a Willy hacerlo juntos.
Vegetta apoyó los codos en sus rodillas sosteniéndose el puente de la nariz. Comenzaba a ver borroso y eso le parecía gracioso. Levantó la cabeza al escuchar risas y se encontró con dos gemas azules brillantes que le revolvieron los pensamientos; Rubius se veía adorable con las mejillas sonrojadas.
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Vamos dos por uno, ¿por qué no, verdad?
Solo quiero meterle drama y más drama, la verdad. xD
Desde aquí ya podéis ir sacando vuestras conclusiones.
Bye. <3
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¿Destino Predeterminado? || Karmaland
FanfictionPara entender esta historia, debes leerla dos veces, porque aquí nada tiene sentido. ;)