Locura

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Abrí la boca incrédula, esas palabras... Eran las mismas que me había dicho Justin la primera vez que me había hablado. Los recuerdos pasaron por mi mente como una película y sentí el agujero de mi pecho hacerse más grande. Apoyé la cabeza contra el volante y tomé una gran bocanada de aire. Esto empezaba a ser una obsesión, todo lo relacionaba con él, no era sano.

Destiny: Venga Fredo, no seas idiota, ya sé que llego tarde pero perdoname, me  he distraído.

Número desconocido: Destiny te estoy viendo, sé que sabes a la perfección que soy yo. Por cierto, te ha crecido el pelo, estás preciosa.

¿Justin? No podía ser, alguien me tenía que estar gastando una broma de muy mal gusto. Giré mi cabeza, buscando a alguien o una cámara, y entonces lo vi, únicamente un brazo tatuado, pero yo conocía ese brazo tatuado. Corrí fuera del coche tratando de alcanzarlo, pero no quedaba rastro de él. Cerré el coche pulsando el botón del mando y volví a buscarlo con la mirada, tenía la esperanza de que él realmente estuviera ahí, de que hubiera venido a buscarme.

Unas manos fuertes taparon mis ojos y el olor de la colonia de Alfredo provocó que algo se rompiera dentro de mi corazón.

-¿Quien soy?- preguntó tratando de cambiar su voz. No contesté nada, me estaba volviendo loca, esa era la única opción válida.- Destiny, ¿por qué lloras?- dijo separándose y poniéndose frente a mí, a la vez que levantaba mi barbilla para que lo mirara a los ojos.

-Yo, no lo sé, te había echado de menos.- mentí y pude ver como en su rostro se dibujaba una estúpida sonrisa.

Nos dirigíamos a una cafetería. Alfredo me contaba algo sobre un viaje que había hecho a París, parecía entusiasmado, pero la verdad es que yo no le prestaba demasiada atención.  Por mi mente no paraba de dar vueltas el brazo que había visto. No podía ser Justin, él no volvería a por mí, tenía que empezar a aceptarlo, pero esos tatujes... los conocía. Sacudí la cabeza, como si de este modo pudiese sacar estas ideas de mi mente.

-Tierra llamando a Destiny, ¿donde estás?- en Bieberlandia. Me miraba esperando una respuesta.

-Yo... estoy algo cansada, creo que necesito ese café.- dije forzando una sonrisa. ¿Por qué dejaba que una alucinación me afectara tanto?

Nos sentamos en una de las mesas de dentro del local para evitar a los paparazzis, un par de ellos nos habían seguido y seguramente aparecieran más, se reproducían como los virus.

La cafetería era bonita, tenía un estilo antiguo con las mesas de madera y las cartas escritas imitando la letra a mano. Era un lugar cálido y acogedor. No era la primera vez que veniamos aquí, es más, esta era nuestra pequeña tradición. Recuerdo el día que lo descubrimos, llovía y no sabíamos a donde ir, así que corrimos a la cafetería más cercana, pero estaba cerrada, por lo que tuvimos que andar bastantes metros hasta llegar a esta. Cuando entramos estabamos empapados y la camarera, Stefanie, nos ofreció unos uniformes mientras nuestra ropa se secaba. Desde entonces venimos siempre a aquí, y nos hemos empezado a llevar muy bien con Stefanie.

-¿Qué tal has estado?- preguntó Alfredo justo antes de dar un sorbo a su café. Yo ya casi me había acabado el mío, llevaba tres cafés hoy, y sentía que si bebía un sorbo más me daría un infarto.

- Bastante bien, ¿él cómo está? ¿que ha estado haciendo?- sonaba ansiosa, lo estaba.

-No creo que sea buena idea que te hable de él Destiny.- dijo mirando por la ventana. Lo fulminé con la mirada.- Sé que si las miradas matasen ahora estaría a 20 metros bajo tierra, pero sabes que lo hago por ti.- le di una pequeña patada por debajo de la mesa.- Está bien, ha estado trabajando y ha acabado el nuevo álbum. Ahora mismo está en Los Ángeles dándole los últimos toques a una canción.- sus palabras me desgarraron el alma, si, me había vuelto loca, era oficial.- Sabía que no debía contarte nada.

-No, está bien, solo era curiosidad. Escuché As Long AsYou Love Me, es muy buena, desearía que me la hubiese dedicado a mi, porque era como me sentía. ¿Podrías darle la enhorabuena por su nuevo disco de mi parte?- agaché la cabeza reprimiendo las ganas de llorar.- Alfredo, me tengo que ir, ¿cuando vuelves a California?- dije levantándome de la silla y recogiendo mi bolso.

- Mañana por la mañana. Justin me necesita, tenemos que hacer un photoshoot.- asentí lentamente.- Podríamos ir a cenar.

-No creo que sea buena idea.- contesté.

-Deja de rechazar mis citas Destiny. Justin te dejó, y aunque sea mi amigo permíteme decirte que se comportó como un imbécil. No se merece que te esté torturando por él. Él fue el capullo.- suspiré observando los ojos marrones del muchacho que tenía en frente. Sabía que tenía razón, tenía que empezar a olvidarlo.

-Está bien.- acepté.

Coloqué mis gafas de sol y salí del local para dirigirme a mi coche, los paparazzis me acompañaron todo el camino, ¿por qué demonios había tantos? Estaba acostumbrada a dos o tres, pero no a tantos. Sus preguntas martilleaban mi cabeza.

Me metí en el coche y arranqué a toda la velocidad. Sabía que esto saldría en algún periódico mañana, pero no pude evitarlo y les saqué mi dedo del medio por la ventanilla a los "periodistas".Estaba harta, yo no había hecho nada para ser famosa, no lo quería. Esto realmente me enfurecía.

Estaba sobrepasando el límite de velocidad, pero no iba lo suficientemente rápido, necesitaba olvidar todo esto, encendí la radio. Perfecto, Boyfriend comenzó a sonar. Miles de recuerdos atravesaron mi mente, las tardes viendo películas, jugando con Thomas, nuestra primera cita, nuestro primer beso, todos y cada uno de sus besos... Todo comenzó a ser real, él me había mentido, había jugado con mis sentimientos, la rabia que no había sentido hasta entonces apareció. Justin Bieber era un hijo de puta, ¿por qué me había ilusionado? Lo hubiera seguido hasta el infierno, hubiera dado la vida po él. Mis "te amo" no eran palabrería barata, eran sentimientos verdaderos. Él me había mostrado el paraíso, me había dado las llaves del cielo, únicamente para arrebatarmelas, había trabajado tan duro para conseguirme, con el único objetivo de dejarme ir, me sentía como si fuera la víctima de una broma macabra del destino. Comencé a llorar, apreté el volante hasta hacerme daño y pisé el acelerador hasta el fondo. No era consciente de la velocidad a la que iba, solo quería sentir el viento en mi cara, eran las ventajas de tener un descapotable. Justin seguía cantando en mi radio, rogándome que le dejara ser mi novio. No quería apagarla, quería torturarme, recordar todo lo que había vivido y perdido, no, nunca lo perdí porque no lo tuve. Él nunca fue mío.

Una sirena comenzó a sonar a mis espaldas, no iba a parar, ahora no. Por fin lo estaba empezando a entender todo. Las lágrimas se entremezclaban con carcajadas, pero todo eso acabó cuando vi la curva y la velocidad a la que iba, de esta no salía viva. Recé a todos los dioses que conocía para no salirme, y sorprendentemente funcionó. Empecé a disminuír la velocidad hasta frenar. El coche de policía paró a mi lado y de él se bajó un señor calvo y gordo. Estupendo, me meterían en la cárcel o algo así.

Please give me chance.

-Cállate la puta boca, Justin.- murmuré apagando la estúpida radio.

N/A: AQUÍ EL SEGUNDO CAPÍTULO

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Real. V2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora