Cuando Asher Vanderholl dejo caer la puerta de su selecto loft situado tres plantas por debajo del de Sondra Drysdale, lo hizo de mala gana.
Las sedosas y oscuras cortinas que parecían dejar traspasar las suaves luces del nuevo día estaban completamente echadas sobre la acristalada pared otorgándole un aspecto algo lúgubre y taciturno al lugar.
Dirigiéndose directamente al mueble bar situado en un rincón del distinguido salón, Asher cogió una de las negras botellas de bourbon escoces Macallan de una selecta edición que había adquirido hacia poco, y tomando un grueso y elegante vaso de cristal dejó caer el fuerte y amargo liquido ambarino en su interior hasta casi llenarlo por completo.
Maldita Sondra, farfulló en voz baja casi para si antes de llevarse el condenado vaso a los labios y bebérselo de un solo trago, temblando aún de pura rabia y exaltación.
Esta vez había ido demasiado lejos.
Había cruzado una raya que ella sabía perfectamente que no debía cruzar, no con él y lo único que había conseguido con ello era que él quisiese hacérselo pagar de alguna forma.
Estaba harto de su impertinencia, de su desfachatez y su insolencia, de su total desenfreno y descaro.
Puede que Vex le tolerase muchas cosas pero él no tenía porque soportar esa mierda de actitud suya de "no vas a joderme" porque si, si que iba a joderla e iba a hacerlo de todas las formas posibles e inimaginables en cuanto averiguase cómo hacerlo.
Le había humillado.
Le había hecho sentir débil y lo había hecho delante de Ciara.
La iba a joder bien.
Iba a arrepentirse de haberse alimentado de la forma tan vil y traicionera como lo hizo e iba a tener que rogarle clemencia para que se detuviese.
Enardecido como estaba, ardiendo a fuego lento en su interior Asher lanzó el vaso con fuerza contra la pared haciendo que estallase en sonoros pedazos que se desperdigaron por toda la esquina del salón al instante.
Después de eso se dirigió a su habitación quitándose la oscura camiseta antes de lanzarla de mala gana contra un rincón y dirigirse directamente al baño quitándose los pantalones junto a la ropa interior para meterse en la maldita ducha y lograr desprenderse del olor a jazmín que le pertenecía a ella y que aún perduraba intenso sobre su piel.
Sus ojos claros y grises ojos tan similares a los de Jackson, su hermano refulgieron mucho más oscuramente mientras de lo más profundo de su interior se tornaban de un rojo rubí intenso accionando la llave de la ducha de hidromasaje que al instante cayó sobre él como una arrolladora cascada caliente haciendo que se tensase y que sus músculos se contrajesen al llevarse las manos a la cara pasándolas hacia su oscuro cabello completamente empapado.
Iba a gritar.
Iba a hacerla gritar como no la había escuchado gritar nunca.
Iba a lamentar aquella ofensa suya, y la degradación de verse expuesto de esa manera ante la rubia banshee.
Sondra no tenía ni idea de lo que había despertado de nuevo en él, de lo que había hecho.
Había provocado que se sintiese ninguneado, deshonrado, doblegado y él no iba a permitirlo.
La vejación, la burla, la mofa, la manera en la que se había impuesto a él, y no solo en los pasillos del Necromancy, en aquella oscura habitación conocida como La Vitrina aún empleando todas sus habilidades y sus dominios con ella habían hecho que sus límites se sobrepasasen.
ESTÁS LEYENDO
La Nigromante
FantasyEn una ciudad llena de sombras, lujuria y depravación y huyendo de un pasado del que nada quiere recordar, Sondra Drysdale permanece atrapada en un sórdido mundo en el que ha aprendido a moverse como pez en el agua y a cuyas reglas ha de adaptarse p...