Apoyada sobre el negro borde de la mesa del despacho de Vex Steiger, Imara Hessa se pasaba dinero de una mano a la otra contándolo mientras la máquina contadora de billetes le devolvía un nuevo y ancho fajo que separo junto a los otros sobre la brillante y esmaltada superficie.
Le gustaba comprobar que la máquina fuese certera y no bailase ni una de las cifras de las ganancias en los libros de cuentas de los que era responsable en el club.
Fijándose de reojo en como Vex Steiger se colocaba el elegante y largo abrigo de cuero autentico sobre los anchos hombros antes de terminar su copa de Highland Park Thorfinn, su escoces favorito dando por finalizada su noche en el club pensó en contarle lo ocurrido entre Jackson y Ciara en La Vitrina Azul pero tuvo la impresión de que él ya lo sabía.
Vex siempre solía saberlo todo.
Los espíritus de los muertos se le aparecían y le hablaban en sueños, pero el poder del nigromante era tan grande que a veces ocurría incluso estando despierto.
—Esta noche no te necesitaré —le escuchó decir Imara al volverse hacia ella con actitud sobria—. Tengo pensado reunirme con alguien al salir de aquí, así que quiero que te encargues de cerrar aquí y que te asegures de que todo este bien en mi ausencia.
Imara tan solo asintió con la cabeza antes de golpear la superficie de la mesa con el nuevo fajo de billetes que acababa de contar dejándolo justo al lado de los otros antes de sacar de la máquina la nueva tanda.
—Puede que pronto haya nuevas incorporaciones en el club —mencionó él acercándose a la mesa para besarla de bastante mejor humor del que acostumbraba—. Puede que haya incluso una de las tuyas entre ellas, si tengo suerte en la subasta.
—¿Seguro que no quieres que te acompañe?
—No, está noche no —rechazó él la idea sin más fijándose en su blanca melena con algunos salvajes y oscurecidos mechones grises que enmarcaban su hermoso rostro bajo la negra y marcada capa de maquillaje que potenciaba su mirada, sus labios y le otorgaba un aspecto fiero como el que a él le gustaba que tuviese.
—Ve a casa, descansa —sonrió él jactancioso deslizando la mano por su rostro—. Te veré mañana por la noche.
Imara asintió con la cabeza nuevamente y le vio alejarse hacia la puerta abriéndola para salir de allí sabiendo que su sedan negro esperaba fuera.
Por un instante se sintió aliviada, pero al segundo después en ella se instauró una preocupación casi innata.
¿Y si encontraba a otra valkiria mejor? ¿y si ya no la encontraba tan atractiva como antes? ¿y si convertía a otra en su favorita?
No.
No, Vex no le haría eso.
No a ella, se dijo.
Casi veinte años a su lado eran toda una vida, una verdadera vida en el caso de él. Ella aún seguiría siendo joven cuando él se marchitase por completo, incluso cuando los seres más jóvenes del club lo hiciesen, ella seguiría igual.
Y no porque tuviese que crear una ilusión para que los demás la viesen de aquella manera, no.
Sencillamente, la esperanza de vida de su gente era mucho, muchísimo mayor que la del resto.
Autenticas divinidades descendientes de Odín.
No le sorprendía para nada que Vex fuese a acudir a otra nueva subasta, de cuando en cuando lo hacía y añadía alguna extraña y atractiva rareza a su exclusiva colección en el club, lo que le extrañaba era que por una vez no quisiese llevarla consigo como hacía siempre.
Prácticamente se había convertido en una especie de tradición y nunca adquiría nada sin pedirle antes consejo, así que sabía que mentía.
No había ninguna subasta y dudaba siquiera que fuese a existir alguna pronto de su interés.
Así que... ¿con quién estaba dispuesto a reunirse Vex que no quería que ella viese?...
Curioso, pensó Imara.
No solía tener secretos con ella.
Muy curioso, se dijo mientras seguía encargándose del dinero de aquella noche en el entresuelo del club.
Continuara...
ESTÁS LEYENDO
La Nigromante
FantastikEn una ciudad llena de sombras, lujuria y depravación y huyendo de un pasado del que nada quiere recordar, Sondra Drysdale permanece atrapada en un sórdido mundo en el que ha aprendido a moverse como pez en el agua y a cuyas reglas ha de adaptarse p...