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—¿Ser feliz? —San repitió las palabras de la chica, volviendo toda su atención a ella— ¿Cómo?

Entonces, Celine se encogió de hombros. A decir verdad, no lo sabía; no tenía recuerdos de algún momento específico en el que se hubiese dado cuenta que estaba siendo honestamente feliz. Jamás lo había pensado y, al parecer, tampoco sentido.

Sin embargo, decirle aquello no ayudaría en lo más mínimo.

—Cada uno es feliz a su forma —dijo, conectando sus ojos con los del chico—, es totalmente personal, así que debes descubrirlo por ti mismo.

San tragó pesado y relamió sus labios. En definitiva, la idea de tener un objetivo que cumplir a esas alturas, se sentía como una carga.

—Pero tranquilo —continuó Celine—, la mejor forma de comenzar es con una vida estable.

Al escucharle, San guardó silencio y dejó que las palabras resonaran en su interior, delatando lo lejos que se sentía de tener aquello. La chica no lo dejó pasar y enfocó su vista en él con delicadeza, intentando no presionarle demasiado.

—¿Tienes trabajo?

—No.—Respondió casi de inmediato.

—Bien... —murmuró—. Es un buen punto de partida.

Si bien no era algo bueno el hecho de no tener trabajo, era un gran reflector sobre el primer punto al que dirigirse. Trabajo. Todo el mundo lo necesitaba, al menos en sus primeras cuatro vidas. Sin embargo, ¿qué trabajo podría ser el indicado?

Ni siquiera una tarea como esa sería algo simple; no cualquier trabajo serviría. Tan solo el hecho de imponerle una labor en específico le quitaba todo el sentido al objetivo principal; no alcanzaría la felicidad con un empleo que lo hiciera infeliz.

¿Entonces qué hacer?

—¿En qué tipo de vida estás?

San le dirigió una mirada atenta y entrecerró sus ojos luego, intentando pensar en todo lo que había vivido hasta entonces y conectarlo de alguna manera con las características que Celine le había explicado con anterioridad. Pero fue en vano; no lograba recolectar sus recuerdos correctamente.

—De acuerdo... —La chica murmuró de nuevo al notar que no obtendría respuesta, llevándose una mano al rostro y acariciando su barbilla despacio— Quizás debamos averiguar eso primero. Creo que nos dejaría las cosas un poco más fáciles.

—Un momento, alto, alto. —San intervino en los pensamientos de la chica y ladeó la cabeza con sorpresa—. ¿"Debamos"?

Celine guardó silencio por completo, cayendo en cuenta de sus propias palabras. Para ser honesta, ni siquiera había dudado al momento de utilizar el plural en su oración; después de todo había sido ella quien había sacado al muchacho de la cornisa y devuelto a tierra firme. Pero... ¿entonces eso significaba...?

Por primera vez fue San quien pareció tener la situación a su favor; la chica continuaba repasando sus intenciones en silencio una y otra vez, mientras él simplemente la analizaba. Aunque debía admitir que verle confundida por sus propias palabras le causaba gracia, no tardó mucho tiempo en volver a hablar:

—¿Es que acaso... —San arqueó una ceja, intrigado— ...quieres ser mi monito?

En ese momento Celine no pudo evitar salir de golpe de sus pensamientos y observarlo con incredulidad por unos segundos, antes de soltar una risa.

¡Monitor, Choi San! —le corrigió con una sonrisa, incrédula ante la facilidad del muchacho para cambiar las palabras y desenfocar la atención de ambos—, no monito, dios. ¿Crees que somos un zoológico o qué?

BEYOND | Choi SanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora