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Un pesado suspiro dejó los labios de Celine en cuanto su conciencia regresó a su cuerpo. San levantó la vista de inmediato y concentró toda su atención en ella. Tenía su garganta seca y un escalofrío recorrió su cuerpo al abrir los ojos y ver el techo de la habitación del chico. No tardó demasiado en comprender lo que había sucedido, lo que hizo que se le revolviera el estómago y un sabor amargo inundara su boca.

Con lentitud, volteó su rostro, encontrándose con la presencia de San a su lado. El chico estaba sentado en una silla a un par de pasos de la cama, con el peso de su cuerpo apoyado sobre sus rodillas y sus ojos clavados en ella con preocupada atención. Al notarlo, apartó la vista de él nuevamente y se mantuvo observando el techo unos segundos extra.

Luego, Celine tomó siento lentamente en la cama, provocando que San se levantara de un salto y llegara a su lado de inmediato:

—Cuidado, no hagas ningún esfuerzo o movimiento brusco.

—Tranquilo, San, estoy bien. —Celine negó con la cabeza y movió su mano en señal de despreocupación. San tragó pesadamente.

—Te desmayaste de la nada cuando estábamos en el parque —continuó—, no digas que no es nada. —La chica continuó moviéndose, acercando su cuerpo al borde de la cama para levantarse—. Celine, por favor descansa.

—No te preocupes, estoy bien. —Respondió ella, mirando al suelo fijamente, demasiado cobarde como para levantar la vista hacia el chico.

San la observó en silencio, sin poder pasar por alto su extraño y repentino comportamiento. Si bien, sabía que algo no estaba del todo bien con ella desde la mañana, cada segundo lo confirmaba más.

—Celine, —insistió—, vuelve a recostarte. No necesitamos hacer nada hoy, incluso si hay algo pasando por tu mente, podemos hacerlo luego, otro día, ahora solo debes descans-

—No es eso, San. —La voz de la chica cortó sus palabras con aspereza—. No tienes que continuar con eso, ¿bien? —Se volteó a él por un segundo—. Estoy perfectamente.

En efecto, a pesar de lo sucedido, Celine no estaba cansada. Su cuerpo y mente habían vuelto a tener la energía de siempre, nada le dolía e incluso recordaba lo sucedido a la perfección. No se había desmayado. No era eso.

San guardó silencio. Era la primera vez que veía aquella mirada en los ojos ajenos. La expresión de Celine era seria y su ceño estaba levemente fruncido, casi como si estuviera molesta por algo. La frialdad en sus palabras era incomparable y la distancia que ponía entre ambos comenzaba a hacerse sentir.

Entonces, la chica se levantó. San mantuvo sus ojos sobre ella, casi estupefacto ante la normalidad con la que se había reincorporado. Como si nada hubiese sucedido.

—¿Estás bien? —preguntó, relamiendo sus labios—, ¿estás segura? —Celine simplemente asintió, sin volver hacer contacto visual con él; a pesar de que su cuerpo se hubiera recuperado rápidamente, no estaba lista para verle. San frunció su ceño, perplejo—. ¿Entonces qué sucedió? ¿Cómo puedes estar bien luego de...?

Las palabras del chico se desvanecieron en el aire, incapaz de terminar su propia oración. El momento en que Celine cayó al suelo inconsciente frente a sus ojos aún se repetía en cámara lenta dentro de su cabeza. El que nada hubiese pasado era imposible.

Celine quedó inmóvil ante su pregunta y apretó su mandíbula. Su cuerpo se tensó de inmediato y su respiración se volvió pesada. San tragó pesado una vez más, sintiendo cómo la ansiedad comenzaba a recorrer todo su cuerpo.

—¿Qué es lo que no me estás diciendo?

En ese momento el corazón de la chica dio un vuelco. Aunque continuara siendo tan dulce y preocupada como siempre, la voz de San se había vuelto más dura. Firme.

BEYOND | Choi SanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora