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Los ojos de Celine se abrieron lentamente mientras volvía a ser consciente poco a poco. A pesar de que el cansancio que había invadido su cuerpo ya no estaba, sus párpados se sentían pesados y cada movimiento que hacía parecía desganado.

Cuando finalmente pudo volver en todos sus sentidos, mantuvo la mirada perdida en la oscuridad, buscando la fuerza psicológica necesaria para poder enfrentar el nuevo escenario que tenía frente a ella. Sin embargo, en ese momento, sintió una tranquila respiración a su lado. Luego se percató del brazo que rodeaba su cintura.

Sorprendida, se giró con rapidez, en alerta, encontrando frente suyo a San. El chico tenía sus ojos cerrados y dormía profundamente a causa del cansancio físico y emocional que había enfrentado ese día. Uno de sus brazos rodeaba su cuerpo, manteniéndola tan cerca como era posible.

Las cejas de Celine se alzaron en sorpresa, dando paso a un perplejo pestañeo. ¿Qué estaba haciendo ahí?

En silencio, apreció las facciones del chico, contemplando cada uno de sus detalles, y luego sonrió débil. Se acercó a su rostro y rozó la punta de su nariz con la suya, notando la forma en que los músculos de San se liberaban de tensiones. Luego, volteó su rostro una vez más, viendo el reloj en la pared.

23:54.

Entonces, un nudo se formó en su garganta. Aún no era su cumpleaños. Nunca antes se había despertado antes de medianoche luego de caer dormida a causa de la transición, sin embargo, rápidamente dejó sus preguntas a un lado; después de todo, tampoco había terminado su quinta vida antes.

Quizás era tan solo la forma en que funcionaba; el universo le daba un par de minutos para disfrutar el mundo en el que había ganado todas sus experiencias. Todo lo que sucedería pasados esos seis minutos era incierto.

Con una presión en su pecho imposible de ignorar, volvió a voltearse hacia el chico. La ansiedad comenzaba a invadir todo su ser mientras el tiempo pasaba. Cada segundo parecía tan pasajero como infinito. Su mirada se detuvo sobre el rostro del chico, tan sereno como inquieto. Su agarre le brindaba una calidez desgarradora. Su mundo se había llenado de contradicciones, lo sabía, pero aún así no se quería ir. Quería estar allí, continuar a su lado. Vivir.

En pocos segundos, su vista se volvió borrosa y su cuerpo tembló mientras luchaba para no romper en llanto; no quería despertarlo. En cambio, Celine se acercó más a su cuerpo, escondiendo su rostro en su pecho con sus ojos presionados fuertemente. Aunque no pudiera hacer nada al respecto, quería creer que aquellos brazos no se separarían de ella y esa calidez que San siempre le brindaba, tan solo con una sonrisa, nunca se iría.

La chica se encogió en el abrazo ajeno, deseando detener el tiempo en ese momento, e intentó calmarse. Pero fue imposible; cada momento junto a San daba vueltas en su mente. Cada sonrisa, ocurrencia, carcajada y mirada que habían compartido, todo pasaba frente a sus ojos.

Dios, cuánto quería quedarse.

Luego de un tiempo, Celine pudo controlar sus emociones y respiró hondo, armándose de valor para elevar la vista. Con cuidado, se limpió las lágrimas que continuaban en sus ojos y observó a su alrededor, buscando el reloj en la pared.

00:01.

Entonces, quedó helada. Su cuerpo quedó totalmente inmóvil y todos sus músculos se tensaron. ¿Ya era su cumpleaños?
Con su ceño fruncido a causa de la confusión, volvió a observar su cuerpo. ¿Cómo era posible? Seguía estando entre los brazos de San. Su respiración volvió a acelerarse ante la incertidumbre, y observó al chico.

—San... —murmuró, aún dudando si despertarlo sería una buena idea. ¿Y si el reloj estaba adelantado? No, imposible, la tecnología del lugar jamás cometería un error—. San.

BEYOND | Choi SanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora