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Un prepotente silencio había tomado el control dentro del estudio. Como regalo por parte de Abel, ambos tendrían libre después del mediodía, sin embargo, eso no quitaba el hecho de que el deber era prioridad para ambos. Por eso, a pesar de que el reloj había marcado las doce quince minutos atrás, seguían dentro del lugar. San continuaba seleccionando las fotografías que pasarían al proceso de edición luego, y Celine se dedicaba a ordenar y reorganizar todos los elementos que utilizaron.

El chico pasó de imagen en imagen hasta que una toma específica apareció frente a sus ojos, acaparando su atención. En ese momento, el rostro de Celine apareció en la pantalla. Ese día, la única sesión que habían realizado, había sido al aire libre, por lo que ambos se quedaron en el parque luego de que los dos modelos se fueran para continuar con su propia agenda. San no había dudado un solo segundo antes de enfocar la imagen de la chica con el lente y comenzar a capturar el momento.

Los reflejos rojos en su cabello se veían aún más brillantes e intensos a causa de la luz solar, y una desprevenida expresión se mostraba en su rostro. Sin embargo, sonreía. Hace días que el rostro de Celine no reflejaba más que una sonrisa cuando no tenía motivo para expresar alguna emoción en particular. San observó con detenimiento sus labios, sin tardar en imitar su acción y sonreír inconscientemente.

Luego, después de admirar por largos segundos la imagen, movió su vista por el estudio hasta que sus ojos encontraron a la chica a lo lejos. Celine estaba con toda su atención puesta sobre la escenografía y elementos que solían ocupar como plataforma para las sesiones. San sonrió tontamente y ladeó su cabeza; la simple presencia de la chica le daba paz.

Entonces, volvió su vista a la pantalla y continuó pasando las fotografías, seleccionando las que serían utilizadas para la campaña publicitaria, descartando el resto, y guardando algunas de Celine en una carpeta aparte.

A pesar de todo, ambos tenían una sonrisa en su rostro. Sabían lo que sucedería, y tan solo lo ignoraban. No habían hablado al respecto, pero no hacía falta para que decidieran no enfocarse en ello. Era el último día antes del cumpleaños 25 de Celine. En definitiva, ninguno quería dedicarse a pensar en lo que no podían controlar.

Cuando los dos habían terminado con el trabajo pendiente, su turno acabó oficialmente. Luego de que San guardara los archivos necesarios y apagara la computadora, él y Celine compartieron una mirada, seguida de una sonrisa. Entonces, el chico se acercó a ella y salieron del estudio, comenzando el retorno a su vivienda.

Ese día, aún más que en otras ocasiones, la conversación perduró por todo el camino. San tan solo podía limitarse a observar con suma atención a la chica, fascinado de escuchar cada una de las palabras que dejaban sus labios, adorando cada instante que oía su risa.

Sus manos entrelazadas solo se separaron al llegar a su destino. Celine fue la primera en ingresar en la vivienda, caminando por la sala hasta la habitación del chico por costumbre. San la siguió con la mirada y sonrió para sí mismo, cerrando la puerta tras suyo.

Celine dejó caer su cuerpo sobre la cama y soltó un suspiro, permitiéndole a sus músculos descansar finalmente. A diferencia del día anterior, hoy no se sentía sin energías, sino todo lo contrario. Pero todo ser humano tenía sus límites. Entonces, sus ojos hicieron contacto con la imagen de San cruzando la puerta. El chico caminó hasta ella y se acostó a su lado.

En ese momento ambos guardaron silencio y mantuvieron su mirada en el techo. Aunque no lo demostraban -y podría ser peor-, necesitaban una pequeña pausa. Celine procuró controlar su respiración inhalando profundamente, y volvió a entrelazar su mano con la del chico. San sonrió al sentir su tacto y cerró sus ojos.

BEYOND | Choi SanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora