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—Entonces... —murmuró Celine al ver que el chico que la llevaba de la mano se negaba a darle pista alguna sobre su destino—, ¿qué dijo Abel? ¿Le gustaron las fotos?

San le dio un rápido vistazo a la chica por sobre su hombro y sonrió inevitablemente. En efecto, cuando la sesión fotográfica acabó, Dylan y Hwa-Young se le acercaron para despedirse y agradecer por su dedicación, justo antes de que Abel lo apartara para revisar las tomas.

Sin dudas, aquel había sido uno de los momentos más tensos para él, pues Abel recibió la cámara y comenzó a pasar por las fotografías con su ceño fruncido. Era su primer trabajo oficial... y su jefe estaba revisándolo. Estaba aterrado.

Sin embargo, en cuanto llegó a la última fotografía, una de las comisuras de Abel se elevó y sus ojos volvieron al chico.

"Buen trabajo, es perfecto."

Y, acto seguido de haber sido felicitado, San recibió su primer pago en efectivo. En definitiva, había sido un gran día.

—Dijo que había sido un trabajo perfecto —respondió entonces—, por primera vez siento como si fuera parte de algo. —Celine sonrió al escucharle—. Es increíble.

La chica posó sus ojos sobre él y presionó su mano levemente:

—Buen trabajo.

San se volteó a verle y sonrió.

—Gracias, Monito.

—¿Me dirás ahora adónde vamos? —reintentó.

Una de las comisuras del chico se alzó y sus ojos volvieron al camino frente a ellos.

—A la peluquería.

—¿Qué? —soltó Celine, frunciendo su ceño levemente—, ¿no fuimos hace poco?

—Sí... —habló lentamente—. Sobre eso... ¿recuerdas cuando dije que era un buen momento para renovar el color de mi cabello?

—Mhm... —Celine murmuró mientras mantenía una mirada atenta sobre él.

—Bueno, ese tiempo ya pasó.

—¿Qué? —no pudo ocultar una pequeña sonrisa, divertida—, ¿y qué sucedió con ese sentimiento de empezar algo nuevo que dijiste que te daba? ¿Su tiempo también se acabó?

—No —respondió por reflejo—, sí —corrigió—, no, espera...

San guardó silencio sin dejar de caminar y frunció su ceño levemente. Celine se limitó a mantener su atención sobre él con gracia, sin poder evitar dirigir sus ojos hacia sus cabellos rubios.

—...No. —Respondió luego de unos segundos, hablando bajo y lento, como si analizara cada una de sus palabras—. Sigue dándome ese sentimiento, solo que ahora estoy comenzando algo nuevo... de nuevo.

Celine mantuvo la atención sobre él y, antes de que pudiese hacer alguna pregunta, San continuó:

—No me quejo —pensó en voz alta—, creo que al menos puedo decir que pude obtener buenos recuerdos —sonrió—, eso es lo que importa, ¿no? —el chico observó a Celine por sobre su hombro un instante y luego volvió a ver hacia el frente, enfocándose ligeramente en el horizonte—. Cuando piense en los días en que mi cabello fue rubio, pensaré en la noche que acampamos en tu azotea, el día en que te vi pintar, o incluso el momento en el que conseguí trabajo. No es sobre qué tanto tiempo algo dure, sino sobre qué es lo que va a dejar en ti.

Las palabras de San resonaron en su interior, chocando y colisionando en cada rincón de su cabeza. Por algún motivo, el peso de lo dicho se le hacía imposible de ignorar, era casi como si él le estuviese dando una lección de vida... ¿acaso no era ese su trabajo? ¿cuándo se habían volteado los roles?

BEYOND | Choi SanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora