Día 1

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Unos ojos café no dejan de verme

‹‹I found a love for me

Darling, just dive right in and follow my lead

I found a girl, beautiful and sweet

Oh, I never knew you were the someone waiting for me››.

(Perfect. Ed Sheeran)

12 de septiembre

 —¡Bea, esto será genial! Ya verás cómo nos vamos a divertir ¿No te emociona estudiar Medicina con tu increíblemente apuesto, divertido, encantador e inteligente hermano?

Como siempre, la voz de Joss llena cada rincón del auto. No sé por qué tiene que ser tan ruidoso. Siempre. A veces me gustaría... a veces solo necesito el sosiego del silencio.

—¿Sabes qué me emociona? —Él asiente, sin dejar de ver la carretera. Al menos es un conductor responsable— Que estés consciente que entre tus atributos, la inteligencia está en último plano —la mirada de reproche es inmediata —, aunque yo diría que es inexistente, pero... —me encojo de hombros y dejo la frase a medio terminar, con la única intención de molestarlo, que no es algo sencillo de lograr.

Este es mi lado cruel, el que quiere hacer daño por el simple hecho de hacerlo, como si la cosa dentro de mí, esa cosa famélica que exige llenar un vacío que ella misma ha ido expandiendo, no distinguiera entre aquellos que me aman de la forma más pura, de aquellos que están pasajeramente en mi vida.

Pero mi hermano, Joss, lleva demasiado tiempo conviviendo conmigo como para conocer mis volátiles estados de ánimo — quizás él no conozca la razón de estos, pero logra distinguirlos casi a la perfección —. Por lo que pocas veces logro sacarlo de quicio; en general soy quien termina irritada porque no logro saciar la sed de dolor ajeno que anhela mi carcelera.

Él sabe que hoy no es uno de mis mejores días. Lo intenté — lo intento —, pero la ansiedad por lo desconocido me está sacudiendo los huesos con tanta fuerza que podrían desprenderse de músculos, tendones y demás, y dejar expuesto el agujero que abarca mi pecho.

La mirada de mi hermano pasa del reproche a la indignación, aunque no hay nada genuino en ese gesto. Sé lo que está haciendo: Quiere hacerme reír. Joss es de las poquísimas personas que logra sacarme una risa genuina, de esas que calienta mi interior y me mantienen tranquila por varias horas o menos, si estoy muy mal. Pero que me haga reír de esa forma la mayor parte del tiempo ya es un gran logro. Antes creía que pasaba porque es mi hermano; estamos unidos por sangre, crianza y amor. No es eso. Joss tiene una capacidad histriónica que resulta encantadora. A él no le molesta mostrar sus emociones, no como a mí.

De forma demasiado exagerada, aprieta los labios, entrecierra los ojos al frente, y parece realmente ofendido. Si no hubiese crecido con él, podría creer en su reacción.

—Solo porque le prometí a nuestros padres que cuidaría de ti es que no te lanzo del auto, hermanita. —Enfatiza la última palabra con una sonrisa que pretende ser condescendiente. Me da una mirada de soslayo; sus ojos azules dan la sensación de ser negros desde este ángulo.

Reprimo una sonrisa.

—¿Es solo por eso? —Inquiero inclinando la cabeza a un lado, con una curiosidad que no llega a mi voz, porque conozco la respuesta.

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