Alvaro
Ella se quedo mirándome por un rato, luego, sonrió y acaricio mi rostro suavemente
—Eres mi mundo, nena— Dije roncamente.
—Y tú el mío— Beso mi mejilla.
Nos quedamos en silencio. No era incomodo, simplemente era un silencio. Solo se escuchaba nuestras respiraciones, respiraciones tranquilas.
—¿Dónde quieres ir?— Consulte, cortando el silencio.
—Em, ¿al parque?.
—¿Al parque?— Pregunte confundido, asintió— Okey, vamos al parque.
***
Esto era demasiado aburrido, y estúpido. Odio los parques, odio que las personas miren a mi Adalia.
Las personas nos miraban atentamente; no sabía el por qué, bueno, capaz que sí; Ada tenía un ridículo vestido rosa, con su pelo atado, mientras que yo estaba completamente vestido de negro, mi vestimenta dejaba a la vista mis tatuajes y tampoco tenía una muy buena cara.
Vi como un par de chicas se acercaban a mi. Todas estaban vestidas como prostitutas, eran tres. Las ignore, dirigiendo mi vista a Ada, ella estaba comprando algo de comer.
Sentí como alguien me tocaba el brazo. Baje mi mirada encontrándome con una de aquellas chicas, esta era rubia, teñida, vestida con ropa totalmente de prostituta. Rodé los ojos y volví mi vista a mi novia.
—¿Estas solo, lindo?— Dijo riéndose estúpidamente.
—Eso no es algo que te importe— Conteste sin mirarla.
—¡Uy!, que mal humor. Solo quería saber si querías un poco de diversión.
—¿Contigo?, paso—La mire.
—Ay, vamos— Insistió.
No tenia nada que perder, además, hace mucho que no tenia diversión, ninguna de mis diversiones.
Con Ada nunca tuve ningún tipo de acto sexual, lo "entendía", aunque siempre la imagine gimiendo mi nombre.
—Hoy, en este lugar— Señaló la dirección que había en la tarjeta que me estaba mostrando, ni presté atención en el momento que la sacó —, a la 1:45 am.
No la deje contestar, ya que me fui a lado de mi novia. La abrace por la cintura y bese dulcemente su pelo rojo.
—¿Quieres irte?— Pregunte, esperando un "sí".
Ella bostezo y asintió. Bese brevemente sus labios y la guíe por donde se encontraba mi auto. Una vez ya adentro, ella hablo.
—¿Quién era aquella chica?.
—¿Qué chica?— Pregunte "confundido".
—La rubia.
—Ah, una amiga.
—Ah— Dijo secamente.
Después de eso, ninguno habló. Estábamos en un silencio incomodo, ella miraba por la ventana.
Llegamos a su casa, sin decir nada, ella se bajo del auto, cerrando fuertemente la puerta, yo también baje. Antes de que ella pueda entrar, la agarré del brazo.
—¿Qué mierda te pasa ahora?— Pregunte enojado.
—Nada— Volvió a responderme secamente.
—¡Dime!.
—No soy estúpida, sé que ella no es una amiga tuya. Ahora, sueltame— Me pidió.
Mordí mi piercing y la solté.
—Estábamos bien, ¿¡Por qué tienes que arruinarlo siempre!?— Grite con rabia.
Ella se quedo con los labios formando una "o", para luego botar lagrimas.
Se soltó de mi agarre y entro, dejándome solo.
Me tape con una mano en mi cara y maldecí mil veces. No tenía que haberle dicho eso, mierda.
Subí a mi auto, para dirigirme a mi casa. Ya no tenía ganas de nada.
***
Cerré fuertemente mi casillero, estaba frustrado, hace dos días que no hablo con Ada, no contestaba mis llamadas y menos mis mensajes.
Me rescoste en mi casillero, hasta que la ví; traía unos jeans azul oscuro, con una remera rosa, tenía ojeras, pero aun se veía hermosa. Ella poso su mirada en mi, rápidamente bajo la mirada, caminado hacia su casillero, que quedaba a dos del mio, perfecto.
Camino cabizbajo por mi lado, la agarre de su brazo, empujándola hacía mi.
—Hola— Dijo tímidamente.
—Mírame— Ordene, ella lo hizo. Mire su rostro, tenía grande ojeras, y sus ojos estaban apagados.
La abrace fuerte, ella también lo hizo, bese su cabeza. Nos separamos y bese con dulzura, pose mis manos en su diminuta cintura, y ella poso las suyas en mi nuca.
—Tu nunca arruinas todo, solamente lo mejoras.
Susurre en su oído, ella asintió.
—Alvaro— Dijo con lagrimas en los ojos.
—¿Qué?— Toqué su cabello.
—Felices cuatro meses...
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[✓] Clínica ©
Random«historia corta» Él miró la mesa donde se encontraba aquella desconocida, aquella chica que no podía sacar de su mente. Solo iba a esa sala para verla. Odiaba cómo los demás la miraban. Miró sus puños, que ahora tenían un poco de sangre. Hace pocos...