9- Vida Salvaje para un Dean Salvaje

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Dean se despertó a la mañana siguiente con el delicioso olor a café proveniente de la cocina. Sabía que tenía que ser Castiel. Sonrió mientras bajaba las escaleras. Tener a Cas en la casa era abrumador pero le gustaba. Se estaba acostumbrando.

Cuando llegó el cazador, desvió la mirada de la mesa del desayuno al ángel. Estaba allí, sirviendo la taza de Dean con el precioso elixir amarronado.

-Buenos días, Dean- lo saludó Cas. 

Dean sonrió y se sentó frente a su taza:

-Buenos días, Cas-tomó su café y le dio un sorbo. Estaba caliente y delicioso.

-No tuviste pesadillas así que supongo que dormiste muy bien-afirmó el ángel, sirviéndose otra taza de café.

Dean dio un pequeño salto y sus ojos estaban muy abiertos:

-¿Qué dijiste?- Preguntó, casi tartamudeando.

-Dije que dormiste bien-repitió el ángel, bebiendo nuevamente su café.

-Sí, sí-asintió Dean:-Escuché eso, pero ... ¿cómo sabes que no tuve pesadillas?- Preguntó, mirando a los ojos al ángel. Pero Cas parecía demasiado relajado para tal confesión.

-Bueno ...- el ángel entrecerró los ojos: -porque velé por tí, Dean.

-¡ ¿Qué ?!- Dean gritó, y Cas inclinó la cabeza hacia un lado, con ojos confusos.

-Que yo ...- Castiel estaba a punto de repetir lo que acababa de decir, pero Dean lo interrumpió agitando la mano. El cazador inclinó su cara roja y agregó:

-Sí, sí ...- no quería escuchar de nuevo: -¿Cuántas veces te dije que no hicieras eso?- El cazador lo regañó, desviando sus ojos hacia los del ángel. 

Castiel parpadeó, luego abrió la boca pero no salió una palabra de ella, por lo que se dio la vuelta caminando hacia las galletas recién horneadas y volvió frente a Dean con ellas.

Dean miró las galletas con hambre, luego dirigió sus ojos a Cas.

-Tendré cuidado la próxima vez-dijo Castiel con pesar.

Dean frunció el ceño, pero luego dirigió su mirada hacia esas exquisitas galletas y dijo, lamiendo sus labios:

-Solo… no vuelvas a hacer eso, es espeluznante- y tomó una galleta y se la comió, con tanto placer que dejó escapar un gemido.

Cas lo miró comer y sonrió en silencio, bajó la cabeza y tomó un sorbo de café.

De repente se oyó que alguien golpeaba la puerta. Cas la abrió, y allí estaba Sam de nuevo, con una expresión muy desencajada. Su hermano mayor lo notó.

-¿Sam? ¿Está todo bien?-Preguntó Dean.

Sam entró a la casa como un rayo y respondió:

-No, tienen una hora para empacar, solo cosas vitales- Sam respiró hondamente antes de anunciar el próximo desafío:-Tienen que sobrevivir dos noches en el bosque.-Terminó preocupado.

-¿Qué?- Dean se puso de pie y caminó hacia su hermano. 

Sam frunció los labios:

Érase Una Vez En Las Vegas (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora