Cautivo

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𝐇𝐎𝐑𝐑𝐎𝐂𝐑𝐔𝐗

Entró en el patio trasero, el aire le golpeó la cara en cuánto estuvo fuera. El verano se acercaba, odiaba el verano, la brisa que era un poco menos fría que en invierno y todas las personas parecían amarlo, totalmente patético. El verano es solo más que el propio invierno debilitado y la sombría presencial de él pero al parecer era el único que lo notaba por qué allí afuera, todos estaban preparando sus próximas vacaciones; riendo y bromeando, ignorando que hay un ser tan tenebroso que espera matarlos tan pronto como puediera.

Al momento de torturarlos les recriminaria el hecho de que perdieran su tiempo de tal forma cuando muy bien pudieron estar haciendo cualquier otra cosa. No te mientas, probablemente odiarias cualquier otra cosa que hagan.

El pleno auge de la guerra estaba por iniciar pero aún no salía de su escondite. El solo daba las órdenes desde su silla a la cabeza de la mesa y los demás se inclinaban para después obedecer, no lo hacían bien pero el simple hecho de que se postraban delante de él hacía que se le alzara el ego y supiera que era superior a ellos. Traición, era lo que esperaba por parte de quienes lo rodeaban pero ninguno lo había hecho hasta ese punto. Tal vez era demasiado temerario o muy estúpido quien fuera que tratara de derribar sus puertas, estaba bien conocido que quien si quiera lo pensará estaba destinado a fracasar, Merlín, él era él maldito Lord Voldemort.

Tenía el poder, tenía la inteligencia, la audacia, la facilidad de hacer todo lo que quisiera o de tener lo que su mente alcanzara a pensar y lo hacía, tenía un sin fin de cosas dentro de su mansión que le habían dado una satisfacción momentánea pero aún así volvía al estado de vacío que se implantaba en el después de desecharlo. No entendía por que tenía aquella sensación de que debía buscar algo más que solo un objeto, la pregunta era, ¿Que es eso en realidad?

Habló con un adivino entre sus tropas que le dijo: "Necesita esmeraldas", así que fue y de un momento a otro tenía verdes pedazos de esmeraldas en sus manos pero no sentía satisfacción. 'la adivinación es toda una mentira' pensó. Después de días pensando en que era lo que podía faltarle simplemente decidió darle menos importancia, tenía cosas más importantes en las cuales ocuparse.

Después de hacer "esas cosas más importantes" se recostaba en su cama y volvía a sentir el vacío en su pecho. Odio eso después de haber recuperado partes de su alma, creyó que era aquello en primer lugar. Pensó que la falta de su rostro y cuerpo naturales podrían ser una causa contribuyente a su estado emocional, así que buscó sus horrocruxes y después de un ritual volvió a unir su alma obtenido su figura humana. Aún que sus ojos que recordaba fueron azules alguna vez ahora tenían un color carmesí en su lugar, no le molestó, en realidad le gustaba aún tener una característica que hacía que los demás sintieran temor. Aún así cuando salía y torturaba a alguien usaba un glamour para ocultar su físico de los demás, le daría ventaja en cualquier momento que lo necesitara.

Nagini a su costado se enrollaba en su brazo, aquella gigante serpiente era la única de la que no dudaba de su lealtad y con la que podía tener platicas desinteresadas y sin ningún tipo de máscara. Claro que el era él y no se mostraba débil frente a nadie, no exceptuar a Nagini que fuera lo que fuera solía aveces ser muy molesta.

'Pronto dominare el mundo mágico', pensó. Sin embargo aquello no le causaba emoción alguna, era su destino que a como se dieran las cosas, sucedería. Así que no era cosa para sorprenderse, solo debía apartar al hombre de barba blanca de su camino, Dumbledore siempre le pareció ridículo. Tratando de igualar el estilo del propio Merlín, con la barba blanca y túnicas largas, totalmente patético.

Agradecía tener gusto propio, que lo recordaran como un imitador no lo pondría feliz.

Una cabellera rubia y larga entro al patio donde se encontraba el, rodó lo ojos en cuanto notó la presencia del hombre cerca de él. Los Malfoy siempre siendo tan leales pero un verdadero dolor de cabeza.