CAPÍTULO 5

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A las diez y media estaban en la puerta del bar, donde Enzo les abrió la puerta, puesto que estaba cerrado. Sobre las diez se había ido todo el mundo y dijo a los camareros que él se encargaría de limpiar, así que tenían el local para ellos solos. Nada más llegar a casa había llamado para que los cocineros preparasen la cena que iba a servir aquella noche, Diferentes platos fríos estaban sobre la mesa ya preparada, los calientes estaban en el horno esperando el momento de ser servidos sin perder el calor.

Lean las saludó al entrar, estaba en la barra esperándolas con una cerveza en la mano. Al llegar Sandra le dio un cálido beso en los labios y sujetándola de la cintura la mantuvo a su lado.

-¿Preferís vino o cerveza?- Preguntó Enzo tras el mostrador.

Mar, Sandra y Carmen pidieron una copa de vino, Verónica prefirió una cerveza.
Todos tomaron asiento y disfrutaron de las diferentes ensaladas y entrantes que allí había. Una vez acabados Enzo se levantó y Verónica se ofreció a ayudarlo. Dirigiéndose ambos con platos vacíos hasta la cocina. Cuando los dos tuvieron las manos libres, ninguno pudo apartarlas del otro. Llevaban todo el día calentándose mutuamente, susurrándose sus deseos cada vez que podían, pero sin poder encontrar ningún momento para poder apagar aquella pasión que ambos sentían.

-Te follaría aquí mismo. Ahora- Dijo Enzo mordiéndole el cuello.

-Pues hazlo- Tentó ella - Estarán entretenidos durante un rato, no creo que vengan.

Abrió la camisa que ella llevaba, al ver sus pechos desnudos sin sujetador suspiró, hambriento de ellos comenzó a lamerlos y masajearlo con las manos y llenar su boca con su plenitud, mordiendo sus pezones. Sonrió al ver los esfuerzos que Verónica hacía para reprimir sus gemidos para que no los escucharan.
Ella comenzó a desabrocharle el pantalón, él sacó un preservativo que se puso rápidamente, ella bajó el suyo a su vez. Se giró dándole la espalda, mirándolo por encima del hombro tentándolo, y él no lo dudó cogiéndola por las caderas la penetró profundamente.
Ella se mordió el labio reprimiendo el grito que estaba a punto de salir de su garganta. La embistió profundamente y Verónica retrocedía sus caderas yendo a su encuentro, buscando cada uno su liberación, con aquel polvo salvaje.
Enzo pasó su mano sobre su barriga, bajó buscando aquel punto sensible que acrecentaría el placer de su amante, Aumentó el ritmo, ella se retorcía, intentaba controlar los gemidos pero le era prácticamente imposible.
Escucharlo susurrarle como le gustaba estar dentro de ella, follarla hasta hacerla gritar, la hizo llegar a un orgasmo increíble, las piernas le temblaron. Él al notar los espasmos que comprimían su pene lo llevaron al límite, se corrió.

Los dos estaban exhaustos. Salió de dentro de ella, le besó la clavícula y se deshizo del condón. Ella comenzó a colocarse toda la ropa en su lugar, intentando normalizar su respiración.

-Los calentones que tú y yo pillamos no deben ser buenos- bromeó, pasándose las manos por su pelo rubio peinándose.

Él después de abrochar sus pantalones, se acercó a ella, terminó de arreglarse el pelo y la besó.

-Pues yo creo que son mejor que buenos- dijo lavándose las manos- Joder rubia si no sé cómo he aguantado hasta ahora sin ponerte las manos encima. Si solo con mirarte me pones cachondo.

Verónica rió, le encantaba que le hablara de aquella manera, sin adornar las palabras.

-Moreno, creo que es mejor que llevemos la comida. Si no te desnudaré y te follaré en el suelo de tu cocina hasta que no puedas olvidar mi nombre- Dijo ésta mirándolo, provocándole.

-Tentador- dijo él sacando los platos del horno- ¡Me encanta la cara que pones cuando estás caliente!- Dijo al pasar por su lado con una bandeja de carne.

REDESCUBRIRSE.  +18. #COMPLETA#Donde viven las historias. Descúbrelo ahora