CAPÍTULO 4

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Cuando sonó el despertador todos se levantaron somnolientos. Verónica y Enzo se ducharon juntos. Cuando todos se habían vestido, las chicas llamaron a sus amigas para explicarles los planes para aquel día. Pasarían a recogerlas, pero antes ellas tendrían que cambiarse de ropa para emprender el viaje. Una vez todos estuvieron listos Sandra y Verónica cambiadas, la primera con un vestido deportivo gris y unas bambas blancas y la otra con unos tejanos rotos y un jersey azul, todos subieron en el monovolumen negro camino a las tierras altas.

Enzo conducía y Verónica iba a su lado. Carmen y Mar detrás y al fondo Lean y Sandra que al poco rato de arrancar ya iban dormidos

En Perth a 50 minutos más o menos, bajaron frente una pequeña área de servicio para desayunar, probaron los pastelitos que allí servían, tenían una pinta maravillosa, pero de pronto Verónica encontró una grapa en el suyo. Se levantó y fue hacia el mostrador con lo que quedaba de pastelito y el objeto invasor, enseñaba las dos cosas al chico que estaba tras el mostrador que la miraba sin entender que le estaba diciendo aquella loca que levantaba la voz. Enzo fue hacia ella y explicó al chico lo sucedido. Pronto la dueña se acercó para disculparse y les invito al desayuno. Verónica satisfecha con el resultado pidió un café más y se sentó.

-Os lo podéis creer. ¡Una grapa! Mira que si muero ahogada. Salgo en los periódicos seguro. Turista muere atragantada a causa de una grapa en un pastelito- dijo y bebió de su café.

-¡Qué exagerada!- Dijo Carmen.

-Si te pasa a ti quemas el local- Chinchó Verónica, aunque Carmen ignoró el comentario.

-Nos invitan al desayuno- explicó Enzo- pero el susto al pobre de la barra nadie se lo quita, ¡fiera!- rió él dándole un codazo a la culpable de aquello.

Enzo contó a su amigo lo ocurrido, pero a su manera, porque los dos se echaron a reír. Verónica prefirió no preguntar. Cuando terminaron de desayunar se hicieron algunas fotos con unas vacas peludas que había en una pequeña parcela vallada en el exterior.

 Cuando terminaron de desayunar se hicieron algunas fotos con unas vacas peludas que había en una pequeña parcela vallada en el exterior

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-¡Pero si tienen flequillo!- Señaló Mar al ver a aquellos curiosos animales peludos con cuernos. Eran típicas de la Highlands.

Y retomaron su camino.

La siguiente parada fue Pitlochry a 41 minutos. Era un pequeño pueblo encantador. Había empezado a llover, pero aun así disfrutaron recorriéndolo con sus chubasqueros.
El pueblo con una carretera general que lo cruzaba, y a los lados  antiguas casas de piedra  grises y blancas con torreones con tejas oscuras era encantador.
Decidieron refugiarse en un hotel restaurante llamado The Old Mill Inn. Un sitio precioso con mesas de merendero y barriles de cerveza en la entrada, lleno de flores. Y la rueda de un molino de agua en la entrada que no paraba de girar. Entraron y pidieron chocolate caliente, estaba delicioso y con el frío que estaba empezando a hacer les sentó de maravilla. El Interior todo de madera, con moqueta marrón por todo el suelo y una gran alfombra de cuadros marrones de diferentes tonalidades hacían del lugar un sitio muy acogedor.

REDESCUBRIRSE.  +18. #COMPLETA#Donde viven las historias. Descúbrelo ahora