Fiebre

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Habían pasado 3 semanas desde el llamado del director, y como habían prometido, ninguno de los dos se dirigía la palabra dentro de la institución, Alberto hacía el mayor esfuerzo posible por no acercarse a Luca, le era imposible no hacerlo, pues, quería estar todo el día con el menor.

Después de aquella plática con el director, ambos chicos acordaron sólo verse de vez en cuando en el departamento del menor, pues no querían ser descubiertos por nadie, y si alguna vez salían, sólo sería exclusivamente en aquella torre donde fue su primera cita.

Pero Alberto no entendía el concepto de "de vez en cuando" así que sin falta cada tarde, en específico a las 6:00 pm, llegaba a casa de su profesor para poder estar con él hasta que cayera la noche. Algunas veces hacia la cena para él, pues el profesor revisaba tareas, calificaba exámenes, preparaba sus clases, y Alberto aprovechaba para poder leer un poco sobre su clase, para así, obtener una participación y un punto extra.

Había noches, en las que el menor terminaba muy agotado, por lo atareado que era el día y lo agotadora que era la noche, pero no podía dejar sus sueños, el amaba enseñar, pero su defecto era que no sabía cuándo parar, y eso preocupaba al moreno.

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Ese día, Alberto llegó a la escuela como de costumbre, estacionó su Vespa y se encaminó a su salón de clase, las horas se sentían eternas, parecía que el reloj avanzaba en cámara lenta, las horas se sentían como días, los minutos se sentían como horas y los segundos como minutos, necesitaba ver a Luca, pues la noche anterior se había esforzado demasiado con sus clases a tal punto que no había probado no un solo bocado de lo que le había preparado.

Tan pronto sonó la campana de salida, Alberto abandonó su lugar y se abrió camino hacia la clase de Luca, pero el salón estaba vacío.

El director los estaba esperando en el aula y en cuando llegaron todos los alumnos, se dispuso a hablar.

-Como habran notado, el señor Paguro no se encuentra este día en clase, el día de hoy nos llamó para avisarnos que estaba enfermo con fiebre de 40 grados, así que por lo tanto, el día de hoy no tendrán esta clase. Pueden retirarse a casa si no tienen otras actividades que hacer.

El director salió del aula mientras todos en el salón estaban planeando qué hacer durante esa clase, muchos tenían la tarde libre y otros tenían actividades en sus clubes después de la escuela. Pero, cierto chico de ojos verdes, salió inmediatamente de ahí, de manera calmada, para no levantar sospechas.

Alberto se dirigió al estacionamiento, tomó su moto, la encendió y partió de ahí rápidamente hacia la farmacia más cercana. En realidad, no sabía qué comprar, tomó unas electrólitos orales, compresas frías, un termómetro y se dirigió hacía el mostrador.

—Hola, señorita, buena tarde, ¿me recomendaría algún medicamento para la gripe?— la chica que atendía, se quedó embobada con la belleza de Alberto, así que comenzó a coquetearle.

—Claro, cariño, estos son los mejores antibióticos y antigripales que hay aquí, dime, ¿son para tu novia?— dijo la chica mientras registraba toda la compra en el ticket, para posteriormente entregárselo a Alberto.

Él solo pudo fruncir el ceño, ¿qué le importaba a aquella chica sus problemas? así que sólo pagó sus cosas y las comenzó a guardar.

—No, de hecho, estás cosas son para MI novio, que tengas buena tarde.

Y sin más, Alberto salió del establecimiento con una sonrisa burlona, dejando atrás a una chica confundida, enojada y apenada por su respuesta.

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Luca no pensaba que se enfermaría enserio, digo, Alberto se lo repitió un millón de veces, pero no pensaba que fuera cierto. Aunque, justo esa mañana fue cuando todo falló en su sistema, simplemente colapsó y lo único que pudo hacer, fue llamar la escuela.

Llevaba dormido-desmayado aproximadamente 5 horas, no sabía que pasaba a su alrededor, y realmente no tenía ganas de curar sus malestares, se sentía tan cansado y enfermo, lo único que pasaba por si mente era Alberto.

Alberto...

Alberto...

Si Alberto estuviera aquí, me sentiría mejor, quisiera estar recostado en su pecho... Tocar su linda cara... Acariciarlo...

Vaya que aquella enfermedad había afectado su mente enserio, pues, si fuera Luca, se estaría reprimiendo por pensar eso de su alumno.

Después de un rato, Alberto llegó rápidamente a su apartamento, Luca ni siquiera se percató de su llegada, estaba tan ocupado alucinando que no escuchó el momento en el que abrieron la puerta.

Alberto encontró a un Luca muy enfermo recostado en su cama, se apresuró a sacar las compresas frías que había comprado para colocarlas en la frente de Luca, tomó su temperatura y Dios, Luca tenía 40° de fiebre.

El moreno solo pudo estar ahí con él, cambiando las compresas de vez en cuando, y tomando la temperatura, esperando a que bajara en algún momento. No sabía que más hacer, realmente él no sabía nada sobre enfermedades.

Suspiró y se levantó, cuando una pequeña mano caliente lo tomó de la mano por sorpresa.

—A-alberto... por... por favor, n-no te vayas... q-quedate conmig.... — Luca ni siquiera pudo terminar la oración, pues, estaba tan cansado que ese pequeño instante acabo con sus fuerzas, quedando profundamente dormido.

Alberto sólo sonrió y volvió a tomar asiento a lado suyo.

"No te preocupes, Luca, yo nunca me iré."

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Comenzó a abrir sus ojos con pesadez, ¿qué había pasado con él?, comenzó a levantarse poco a poco de la cama, sin hacer demasiado esfuerzo, pues aún estaba débil, miró a su alrededor y vió a un chico moreno dormido a su lado. No sabía el contexto de aquella hermosa imagen, pero lo que sí sabía, era que le gustaba su compañía, así que volvió a recostarse, y se juntó un poco más hacia Alberto, quién, por inercia, rodeó sus brazos en la cintura de Luca para atraerlo hacia él y quedar abrazados en la posición de cucharita.

Esa noche, Alberto y Luca durmieron juntos por primera vez, y ambos podían asegurar, que ese momento había sido uno de los de los mejores de sus vidas.


Espero q les guste, soy más de escribir cosas bonitas y no fuckboys como Alberto jaja

En fin, los tqm, bais ❤️

Profesor || AlbertoXLuca (Alberca)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora