Prólogo

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La cara de los demás fue espectacular, pero aunque me moría por ver la envidia en los ojos de ese bueno para nada se quedó en una mueca, una extraña curvatura de su entrecejo, y la poca suficiencia que había adoptado al escuchar las palabras de nuestro padre se esfumó con su aparente indiferencia.

Inútil hasta para expresarse.

- ¿¡Por qué solo el otaku de las vajillas!? ¡Por lógica tendría que ser Shuu!

- Calla, Ayato, la línea de sucesión no tiene nada que ver en esto, ¿o acaso crees que me puedo llevar a semejante vago a una reunión tan importante como esta?

Ahí todos tuvieron que darle la razón, incluyéndome de sobra.

- Cuando firmes esto- me cedió un papel doblado, solo se veía la parte inferior donde debía poner mi nombre- nos iremos, es urgente. 

- Pero tan de repen...

- No me cuestiones, Reiji, ya he perdido bastante tiempo y tenemos que estar en el aeropuerto lo antes posible. Firma de una vez, tu equipaje ya está en el coche.

¿Y esa prisa por incluirme en sus negocios de la nobleza?

***

Como alzase más la ceja, estaba segura de que se perdería bajo mi cabello. 

- Si tanto quieres deshacerte de mí podrías haberlo en muchísimas ocasiones, sabes.

- Solo es una reunión a la que te quiero llevar par...

- ¿Con todos los vampiros finolis de la alta sociedad de los no-humanos? Paso, tengo cosas más importantes que hacer.

- Bueno, si no vienes me llevaré a Caesar de paseo.

No le hizo falta añadir nada más, me levanté de un salto de mi escritorio y le arranqué el puñetero papel de las manos, firmé en el hueco correspondiente y se lo entregué de vuelta, con la advertencia y el miedo a partes iguales en mi mirada. Mi padre se limitó a sonreír satisfecho.

- Tus cosas ya están en el coche, andando que el aeropuerto no espera por nadie.

- ¿Desde cuándo tenías planeado esto, viejo?- mascullé entre dientes-. Si hay que coger un maldito avión menuda reunión.

Cómo odiaba tener que acudir a eventos así.

***

En un extremo, padre e hijo Sakamaki. En el otro, padre e hija Shimizu.

Reiji alternaba miradas entre su progenitor y los dos desconocidos ante él, buscando respuestas de algún tipo al por qué estaban allí parados ante una puerta de embarque con destino a la isla Tokashiki, un destino vacacional popular por sus playas, en especial Aharen Beach, que él supiera no era el lugar más apropiado para una reunión de negocios.

Kai, por más a la defensiva que luciese, evitaba mirar a los ojos al mayor del grupo, había oído hablar del Rey de los Vampiros pero tenerlo de frente era una experiencia aterradora, solo su presencia llenaba esa planta entera del aeropuerto, estaba tan centrada en evitarlo que apenas era consciente de que tenía a otro joven con él.

Sakamaki Karlheinz extendió la mano libre hacia Shimizu Arashi, quien sin perder un instante le tendió el papel que su hija había firmado antes, como si estuviese deseando deshacerse de él.

- Con esto saldas tus deudas, Arashi-San- pronunció con su melodiosa aunque dominante voz, desdoblando ambos papeles y, con cierto aire burlón, girándolos para que los dos menores viesen los documentos al completo. El shock los invadió y no fueron capaces de decir absolutamente nada mientras los empujaban por la puerta de embarque, como si sus respectivos padres ya supiesen que iban a intentar escaparse nada más comprender a qué se debía tanta urgencia por una "reunión".

Acababan de casarlos por lo civil y ellos ni cuenta se dieron hasta que las azafatas de vuelo los hicieron sentarse en sus correspondientes lugares, la única explicación que les habían dado y ni siquiera en voz alta residía en una carta metida en el bolsillo de la chaqueta de Reiji.

A cuentagotas (Diabolik Lovers)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora