#11: Una familia preciosa

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Dependiendo de la situación, el hecho de tener una cara de perra a pesar de estar en completo reposo podía ser una gran virtud o un gran defecto, y cuando ese gesto empeoraba gracias al malhumor era un arma visual infalible. A medida que avanzaba por los pasillos del instituto, los alumnos se apartaban para evitar siquiera rozarme, no quería ni imaginarme cómo debían de estarme brillarme los ojos con ira contenida, pero por dentro sonreía esperando que eso ya fuese un preludio para los acosadores de Subaru.

Por el camino me había tropezado con Ayato, a quien me limité a preguntarle dónde quedaba la clase del menor de los hermanos y, aunque seguía confundido por verme allí, supuso el motivo y se limitó a explicarme brevemente la ruta. Unas cuantas puertas más... Y el sonido de una mesa chirriando sobre el suelo fue la melodía de entrada.

- Venga, Maki-Chan, no es divertido si no te unes.

- Que me dejes, joder, solo quiero irme a casa.

- Si tan buenas notas sacas en Educación Física es por algo, ¿es que en realidad no eres tan fuerte como aparentas y te da miedo que lo descubramos?

- Simplemente paso de romperte la boca y dejarte como el trozo de mierda que eres.

- Pues adivina, hasta que no nos des mínimo un golpe a uno de nosotros no te vas a ir... Si es que puedes, claro.

Oh, esos chicos no tenían ni idea de la que les esperaba.

- ¿No te suena el dicho "Dos no pelean si uno no quiere"?- saludé apoyando el hombro en el marco de la puerta, de brazos cruzados. Tuve que aguantarme las ganas de ir corriendo a abrazar al albino al notar cómo su postura automáticamente se relajó solo de oírme.

- ¿Tú también quieres pelea?- atacó otro. Estaba tan centrada en el que estaba justo delante de Subaru que ni me molesté en mirar a su "amigo", es más, ni siquiera conté cuántos eran en total, de todas formas poco les iba a durar la fanfarronería. 

- Solo vine a buscar a mi hermanito, no me gusta que desde que empezó el curso esté saliendo más tarde de clase y ahora sé por qué- eso era en parte verdad, los trillizos siempre se quejaban de que, gracias a esos cabrones, el menor llegaba minutos después de la hora correspondida al coche.

- ¿No tenías solo cinco hermanos y todo tíos?- otro del grupo lo empujó y lo hizo chocarse contra otra mesa, ahora sabía a qué se debía el ruido de antes. Debían dar las gracias por ser humanos, ya que de ser como nosotros Subaru los habría reventado a piñas tiempo atrás sin controlarse, y no estaba tan segura de que yo fuese capaz de lo mismo en esos momentos.

- Tendrá tetas pero parece un travelo.

- ¿Sabes lo que tengo también? Unos cojones inexistentes pero mucho mejor puestos que los de todos vosotros juntos, panda de soplapollas.

Entré como un torbellino al aula, me acerqué a ellos y, asegurándome de quedar en medio del grupo y mi cuñado, agarré la garganta del cabecilla y lo levanté varios centímetros del piso, dejándolo a mi altura mientras pataleaba y me arañaba los brazos en busca de aire.

- Será mejor que tengáis todos esos oídos podridos bien abiertos porque no lo pienso repetir- siseé, casi sin parpadear en un esfuerzo por no ahorcarlo en serio-, como yo me entere de que se os vuelve a ocurrir la estupenda idea de meteros con Subaru os juro que os arranco uno a uno esas pollas de guisante y os las hago tragar, me da igual lo que me pase a mí porque de la cárcel se sale, del hospital no siempre. Un solo insulto, miradita, toque o gilipollez más y la próxima vez que venga a buscarlo después de clase no vais a salir ninguno de estas putas cuatro paredes, primera y última advertencia, u os olvidáis de mi hermano para que pueda venir a estudiar tranquilo o no os va a reconocer ni su puta madre cuando acabe con cada uno de vosotros, ¿está claro?

A cuentagotas (Diabolik Lovers)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora