#3: Una velada muy fuera de lo común

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Cuando llegó el momento de acostarse, un tipo de tensión diferente al que nos había ahogado la primera noche allí flotaba por la habitación, Kai no había dicho absolutamente nada, ni un solo monosílabo, desde que había vuelto del pequeño paseo para despejarse. Cenamos, recogimos, nos cambiamos, nos cepillamos los dientes, nos duchamos por turnos, y en ningún momento hubo conversación, solo algún que otro murmullo gutural a preguntas implícitas en los gestos.

Yo no estaba para nada conmocionado por las palabras de su padre, no como ella creía, pero sí que me molestaba el hecho de que un cobarde hubiese jugado con la vida de alguien con muchísimo potencial, y yo no era quien para decir nada ya que no habían sido pocas las víctimas de mis pruebas de laboratorio. El problema era que, contrario a lo que él dijese, yo sí podía ver que Kai era una mujer que valía muchísimo si se le daba la oportunidad, tenía su cabeza bien amueblada con objetivos y planes estudiados cuidadosamente, por eso ver cómo sus ojos de hielo se apagaban durante la conversación me clavó una espina en el pecho, no creí que alguien así fuese capaz de interesarme tanto aunque solo fuese en el ámbito médico.

Para colmo me costó dormir, tenía las manos sobre el estómago y la vista al techo en penumbras, y así estuve largo rato hasta que una diminuta sacudida de la sábana me hizo girar la cabeza hacia ella: estaba soñando, se movía y murmuraba cosas que no alcanzaba a descifrar, pero cuando noté que estaba teniendo una pesadilla vacilé entre despertarla o no, no sabía cómo reaccionaba al salir de un mal sueño y no podía asegurar que fuese como yo, serena y sin más alteraciones al notar que solo lo había soñado todo.

- Kai- probé a llamarla-. Kai, despierta.

Se siguió agitando, cada vez iba a más, y entonces entendí una palabra suelta que me llevó a acercarme para sacudirla: papá.

- Kai- subí un poco la voz, casi echado encima de ella por si era necesario sujetarla al despertar-. Estás soñando, nadie va a herirte, abre los ojos- como seguía sin surtir efecto, terminé recurriendo a lo que habría hecho el primer día sin vacilar: empujarla al suelo.

- ¿Qué coño...?- fue lo primero que dijo, asomando la cabeza por el borde de la cama como un topo husmeando fuera de su madriguera-. ¿Se puede saber por qué me acabas de tirar?

- Estabas teniendo una pesadilla- volví a mi lado sin molestarme en ver si se subía otra vez-, y como no te despertabas por las buenas opté por las malas, muy efectivas por cierto.

- Te daría las gracias por sacarme del sueño pero no tenías por qué hacerlo así.

- Probé a llamarte e incluso invadí tu espacio, ¿qué querías que hiciera?

- Por eso comunicarse es clave- gruñó, acomodándose en su sitio-, te dije que si me sacudo al dormir tienes que llamarme en voz alta y moverme hasta que me despierte, no susurrando y tocándome casi con asco, pero como solo ves en mí un puto experimento no te molestas en retener los datos que te doy para que sepas cómo tratarme en ciertas situaciones.

- ¿Por qué debería si es como tú dices? Si por mí fuera jamás me habría molestado en presentarme ante ti, es más, ni siquiera usándote como cobaya te quiero en mi vida, estaba mejor sin saber de tu insoportable existencia. 

- Entonces no finjas preocuparte por tu supuesta paciente, mándame a la mierda y ya está, como voy a hacer yo contigo.

- Un papel nos lo impide y es lo que nos tiene aquí, ¿recuerdas?

- ¡Ese papel me trae sin cuidado, con esa actitud normal que tu familia no te soporte y seas un puto cero a la izquierda!

Después de ese grito, se levantó de la cama y dio un portazo al salir. Si fue consciente de que había usado cuchillas en vez de palabras lo disimuló muy bien, pero en cuestión de segundos ambos nos habíamos hecho daño mutuo, uno que acababa de romper la cuerda del tira y afloja que llevábamos jugando desde que nos habían subido al avión. Congeniábamos en algunas cosas, no nos entendíamos en otras, pero eso ya daba igual, esa noche sentenciamos sin decirlo que aquello no iba a ir a ninguna parte.

A cuentagotas (Diabolik Lovers)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora