Nineteen

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Cinco Hargreeves

Me encontraba devastado, había sido un completo idiota y gracias a mi gran ego por ser el mejor de todos había perdido a la única persona a la que había amado mas que a mi mismo.

— ¡Eres un maldito demente! — Grito Luther, histérico — ¿¡Como se te ocurre secuestrar a la hija de un maldito presidente!? — Pregunta irónico.

— Jodete — Le dije sin mucha importancia.

Estaba a nada de teletransportarme hacia mi habitación pero la irritante voz de mi padre me detuvo.

— Eres una decepción para la Academia Umbrella, No.5 — Dice y yo lo miro con rabia — He perdido una gran oportunidad y todo por tu miserable culpa — Dice molesto — ¿¡Tu sabes lo que me costo convencer al presidente de New York para poder hacer este nuevo proyecto!? — Pregunto también histérico.

— Sinceramente...padre — Dije sarcástico — Me importa un carajo — Dije aun sin mucha importancia pero la sangre me hirvió tan solo sentir la mano de mi padre chocar contra mi mejilla.

— ¡A tu habitación, jovencito! — Grito molesto.

— ¡Tengo 20 años, no me dirás que mierda hacer! — Le grite — Fui un idiota al dejar que me dejaras controlar como tu maldito muñeco y todo para "Salvar al mundo" — Dije haciendo comillas — El mundo es una mierda y eso no puedes cambiarlo, aunque quieras desaparecer todo aquel mal aun existirá cuando tu ya no estés aquí — Le grite harto de todo esto — ¿Y sabes que? Todo aquel mal del mundo no se compara con lo mierda que eres tu — Y sin mas que decir me teletransporto hacia mi habitación.

Suspiro profundo, tratando de tranquilizar mis malditos nervios. Era Cinco, me había enfrentado mucho antes a papa, era un chico rebelde cuando se trataba de seguir reglas de el pero esta vez me sentía demasiado temeroso y no entendía el porque.

Había tenido discusiones con papa pero no tanta como la que acabamos de tener hace unos momentos. Carajo, hasta le había golpeado.

Me tire por completo en la cama, mirando al techo mientras que trataba de recapacitar todo lo que había hecho mal. Pensaba, pensaba y pensaba pero aquella dulce persona no dejaba de aparecer en cada uno de mis pensamientos.

¿Cómo había sido tan idiota con ella?

Cerré mis ojos y comencé a recordar cada detalle de su cuerpo que a ella le parecía una inseguridad. Recordaba que cuando la espiaba ella se ponía ropa interior y se miraba al espejo.

Preguntándose si era lo suficientemente bonita, jalando su estomago como si fuesen lonjas, tomando sus muslos para ver si eran los suficientemente gordos, jalaba cada pedazo de su piel, tristemente se tiraba a su cama mientras que sollozaba y se preguntaba el porque no era lo suficientemente bonita para alguien.

Para mi eres perfecta

Le hubiese dicho cuando tuviese tiempo, ahora ella me odia y dudo que quiera volver a verme en su vida. Acaricie mi cabello con frustración mientras que aun suspiraba pesadamente.

De la nada mis ojos comenzaron a pesarme hasta quedarme totalmente dormido mientras que aun pensaba en ella.

[...]

𝐒𝐞𝐜𝐮𝐞𝐬𝐭𝐫𝐚𝐝𝐚 𝐏𝐨𝐫 𝐔𝐧 𝐇𝐚𝐫𝐠𝐫𝐞𝐞𝐯𝐞𝐬 © [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora