XXII: ¡Juntos!

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— Entiendo, doc. Gracias por avisar...

— ¿¡Qué pasó!? — preguntó Sanji.

— ¿Robin ya sabe de nosotros? — Usopp y Brook contenían el aliento.

— ¿Entonces apareció? ¿Zoro, la encontró al fin? — dijo Luffy, la chica asintió y se puso a contarles lo que le dijo el doctor. 

Los chicos y Nami habían procurado no intervenir hasta ahora en la nueva vida de su amiga. Sabían de todo el sufrimiento que su vida anterior le había provocado y aprovecharon su amnesia para que, ojalá, nunca recordara esos tristes episodios. No tenían ninguna intención de que ella volviera a pasar por ningún tormento, menos ahora que estaba viviendo su embarazo tranquilamente y alejada de todo peligro, solo no contaban con que el factor Zoro apareciera tan pronto, se supone que habían sido muy discretos, sin embargo, siempre hay cosas que escapan de control.

— Quiere vernos... cenaremos en su casa hoy — Luffy abrazó a Nami que no pudo contener la emoción y se puso a llorar —. Ha pasado tanto tiempo sin verla — decía entre sollozos.

— Así es, sin embargo, sabes que fue por su bien ¿Verdad? — Sanji intervenía —. Ahora nos necesita a todos con el mejor de los ánimos

En el hospital, Tashigi salía de su cirugía apenas aferrada a un hilo de vida. El pronóstico era desalentador, la tenían en un coma inducido para darle tiempo al pulmón lesionado de sanar y a su bebé de desarrollarse lo suficiente como para practicar una cesárea, lo que ocurriera primero, el parto normal quedaba descartado desde ya, eso, si es que la chica sobrevivía. Zoro la miraba a través de un cristal ya que estaba en una sala aislada de cuidados intensivos conectada a varias máquinas que permitían que respirara. El doctor Marco hacía su ronda matutina cuando advirtió la presencia del chico.

— Hola  — Zoro dio un sobresalto y reconoció de inmediato al tipo que se había llevado a Robin el día anterior.

— ¡¡Tú!! ¿¡Trabajas aquí!?

— ¿Acaso no es evidente? — le contestó el rubio con sorna levantando una ceja y señalando su gafete, no le cayó nada bien al peliverde —. ¿Y tu? ¿Qué haces aquí? ¿Acompañas a algún paciente? De lo contrario debes irte del área

— Estoy con ella — señaló a Tash en la sala. El doctor revisó los registros clínicos.

— Paciente con trauma pulmonar, embarazo de casi veintisiete semanas... — Robin tenía solo unas  semanas más, la agudeza del doctor lo puso a sacar cuentas inmediatamente mientras analizaba al chico que tenía cara de no haber dormido hace años —. ¿Eres familiar de la paciente? ¿El padre del bebé quizá?

— ¿Qué tienes que ver con Robin?

— No conozco a ninguna Robin

— No me cambies el tema, sabes de lo que hablo, la alejaste de mí a toda costa ¡Ella ni siquiera me reconoce, maldita sea!

— ¡Baja la voz! — siseo — No tengo la obligación de contestar a eso— se quedaron mirando mutuamente, parecía que en cualquier minuto se encendía la pólvora del carácter del peliverde que parecía querer dejar escapar a su bestia, sin embargo, se limitó a tomar su cabeza con ambas manos con gesto afligido, pero aún así no quiso quedarse callado.

— ¡Mira, viejo...!

— ¿¡Me dijiste viejo!? — en un ágil movimiento inesperado, el doctor puso el rostro de Zoro contra el vidrio con una mano y con la otra presionó un punto específico en su cuello que paralizó sus manos y brazos al instante.

De nada le sirvieron ni su fuerza bruta ni sus músculos, sus brazos simplemente no respondían y conforme avanzaban los segundos la parálisis se extendía a otras zonas de su cuerpo. Sólo su voluntad de acero lo mantenía en pie cuando escuchó muy de cerca la voz del médico.

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