VIII: Besos van, intrigas vienen

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Solos, casi en la penumbra, Zoro y Robin compartían lo que querían hace bastante tiempo. Caricias, besos cómplices, sonrisas y miradas tiernas. La temperatura ambiente iba subiendo un par de grados entre conversaciones y entre abrazos.

- Cielos, Robin...

- ¿Qué ocurre? - ella se apoyó en el pecho de Zoro, sintió sus pulsaciones aceleradas -. Tu corazón, Zoro

- Tú tienes la culpa...

- ¿Ah sí? ¿Por qué?

- Por ser tan exquisita - ella sonrió y le dió otro beso apasionado seguido de una caricia más osada que las anteriores -. ¡Robin! Qué haces...

- ¿Yo? ¡Nada! - le contestó con una mirada coqueta.

- No pongas a hervir el agua si no te vas a tomar el café... - ella se reía con ganas mientras Zoro la miraba embelesado.

- ¿Y si quiero tomarme ese café?

- ¿En serio?

- ¿Tengo cara de broma?

- No sé si bromeas, lo que sí sé, es que si sigues provocándome...

- ¿Qué? ¿Qué pasará?

- Ven aquí, mujer

La tomó con delicadeza entre sus brazos, besando cada centímetro de piel visible. Ella disfrutaba y se dejaba llevar por el momento. En su cabeza se había hecho ciertas ideas con respecto a esta situación, había fantaseado antes pero nunca había llevado a cabo nada y le pareció que era el momento y la persona con quién quería avanzar. Sólo tenía una duda y quería despejarla.

- Zoro...

- ¿Sí?

- Yo... Yo nunca...

Él se quedó mirándola a los ojos. A través de su mirada pudo advertir cierto miedo, intuyó un poco lo que iba a decir la chica pero no quería incomodar. La acarició con ternura y la besó.

- Amor, si no quieres continuar lo entiendo, también podemos sólo dormir...

- El problema es que sí quiero, aunque temo qué pienses de mí

- Pienso que eres maravillosa y no lo digo para conseguir nada... Lo digo porque es la verdad, creo que...

- ¿Qué crees, Zoro?

- Creo que estoy enamorado

- ¿Y eso es bueno o malo?

- Es maravilloso, tú... Tú eres maravillosa

Ella respondió a los halagos con un beso apasionado deslizando sus manos casi sin control en el pecho de Zoro apreciando el aroma que emanaba de su cuello irresistible. Él la tendió en la cama con mucha delicadeza, siguió besándola, acariciándola como si no hubiera un mañana.

La habitación les ofreció un ambiente cálido que aumentaba la temperatura del momento varios grados más. La ropa se hizo estorbosa. Sus cuerpos enredados irradiaban un calor excitante. Sólo con sus miradas y sonrisas, ambos, cómplices de este juego de seducción, consentían la pérdida de cada una de las prendas que sucumbían quedando regadas alrededor de la cama que ya estaba algo desordenada.

Él contemplaba extasiado la piel tersa y perfumada de la morena que brillaba con la tenue luz de la alcoba haciendo resaltar sus sinuosas curvas.

- Eres hermosa, Robin ¿Lo sabías? Eres una diosa... - le decía apenas en un susurro -. Soy un afortunado...

- Zoro...

- ¿Puedo? ¿Me das permiso? - rozaba el broche del sujetador, ella asintió y para él, la prenda no opuso resistencia alguna, la deslizó suavemente hacia un costado, dejando al descubierto sus prominentes pechos.

Eres MíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora